En un mundo devastado por el apocalipsis zombi, la supervivencia es una guerra constante. Ayanokouji Kiyotaka, un joven calculador y frío, escapa de la opresiva Sala Blanca solo para encontrar un mundo aún más brutal. Ahora, atrapado en el instituto Fujimi, debe usar su inteligencia y habilidades estratégicas para liderar a un grupo de estudiantes en medio del caos.
A medida que las hordas de muertos vivientes se acercan, Ayanokouji se enfrenta a una amenaza aún mayor: la traición y la desconfianza dentro de su propio grupo.
Mientras los aliados se vuelven enemigos y la violencia alcanza su punto álgido, Ayanokouji debe tomar decisiones drásticas para proteger a a los suyos. Entre la lucha por los suministros y la constante amenaza de los zombis, cada día se convierte en una prueba de ingenio y fuerza.
¿Podrá Ayanokouji mantener la unidad y liderar a su grupo hacia un futuro incierto, o caerá ante las fuerzas que buscan destruirlo?
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Capítulo 8: Desafíos y Alianzas
La mañana amaneció con un cielo teñido de tonos dorados y rosados sobre la ciudad en ruinas. Dentro de la casa fortificada, Ayanokouji Kiyotaka y su grupo se preparaban para enfrentar los desafíos del nuevo día. El aire fresco del amanecer entraba por las ventanas barricadas, llevando consigo un atisbo de esperanza y renovación.
—Hoy necesitamos enfocarnos en asegurar nuestras fuentes de agua y expandir nuestras defensas —declaró Ayanokouji, su voz resonando con autoridad en la sala de estar convertida en sala de estrategia.
Takashi y Rei asintieron con determinación, listos para la acción. Shizuka y Alice se ofrecieron voluntarias para recolectar agua del pozo cercano, mientras Saya y Kohta continuaban organizando y fortaleciendo las defensas dentro y fuera de la casa.
—Yo patrullaré el perímetro con Saeko. Necesitamos asegurarnos de que no haya amenazas cercanas —añadió Ayanokouji, ajustando su mochila con suministros esenciales.
El grupo se dividió en equipos, cada uno con tareas específicas. Takashi y Rei trabajaron en la construcción de barricadas adicionales alrededor de la casa, utilizando muebles y materiales recuperados de casas cercanas. Shizuka y Alice llenaron recipientes con agua del pozo, asegurándose de tener suficiente para todos.
Mientras tanto, Saya y Kohta exploraron el sótano de la casa, buscando más suministros y posibles rutas de escape. Encontraron herramientas útiles, alimentos enlatados adicionales y una pequeña colección de medicamentos, todo lo cual añadieron al inventario del grupo.
Ayanokouji y Saeko patrullaron silenciosamente el perímetro exterior, sus sentidos alerta ante cualquier movimiento sospechoso. La ciudad estaba envuelta en un silencio ominoso, solo roto por el ocasional gemido de un zombie distante.
—No podemos permitirnos bajar la guardia. Este lugar podría atraer a más que solo zombies —comentó Saeko, su katana siempre lista en su cintura.
Ayanokouji asintió, su mente calculando posibles escenarios de amenazas y contramedidas. —Necesitamos establecer rutinas de patrulla más estrictas y puntos de observación adicionales. Mantener la vigilancia será crucial para nuestra seguridad a largo plazo.
De regreso en la casa, el grupo se reunió para compartir los hallazgos y discutir los próximos pasos. Ayanokouji delineó un plan para establecer turnos de vigilancia más estructurados y mejorar aún más las defensas de la casa con barricadas reforzadas y trampas improvisadas.
—Además, necesitamos comenzar a explorar las áreas circundantes con más detalle. Podría haber otros sobrevivientes que podrían unirse a nosotros o recursos que podríamos necesitar —añadió, su voz tranquila pero determinada.
La tarde avanzó con el grupo trabajando en armonía, cada uno cumpliendo su papel para fortalecer su nuevo hogar. Takashi y Rei terminaron de fortificar las barricadas, mientras Shizuka y Alice organizaban los suministros de agua y comida en la cocina de la casa.
Saya, con su habilidad para la investigación, comenzó a estudiar mapas detallados de la ciudad, buscando posibles rutas seguras y puntos de interés. Kohta, por su parte, ajustaba y mejoraba las trampas alrededor de la casa, utilizando su ingenio para diseñar sistemas simples pero efectivos.
La noche cayó sobre la ciudad una vez más, pero esta vez, dentro de la casa fortificada, el grupo se sentía más seguro y más unido que nunca. Habían enfrentado desafíos y superado obstáculos juntos, consolidando su alianza en un mundo donde la confianza y la cooperación eran sus mejores armas.
—Mañana comenzaremos nuestras exploraciones. Tenemos que asegurarnos de estar preparados para cualquier cosa que nos depare el futuro —dijo Ayanokouji, mirando a su equipo con orgullo y gratitud.
El grupo asintió en acuerdo, listo para enfrentar los desafíos que vendrían con la misma determinación y unidad que habían demostrado desde el principio. En un mundo donde la supervivencia era incierta, habían encontrado fortaleza no solo en las paredes de la casa, sino también en el vínculo humano que los unía.
