El Regreso De Una Guerrera

"Es la hija del duque."

"No cualquier duque, es el lord Macquena."

"Yo había escuchado que la señorita se había ido al imperio otomano."

"Pues ya volvió."

Los murmullos aumentaban, puesto que saber quién era la joven a la cual habían insultado en aquella posada no dejaba en buenos términos a las dos mujeres.

"No solo insultó a la hija del duque. Además, todos conocemos que la señorita Macquena es la protegida de la reina. Su majestad, cuando se entere, puede hasta quemar este lugar," dijo una de las mujeres que se encontraba hospedada allí.

"Es cierto."

Layla, al escuchar esto, sintió temor, sobre todo ahora que su padre se enterara de lo que había pasado. Seguro sería castigada. Pensando en cómo librarse de su castigo, miró a Niall, que ayudaba a Angela limpiando con un pañuelo los puntitos de barro de la cara de la joven.

—Sir Niall, me disculpo por mi comportamiento tan vulgar. En realidad no sabía quién era la joven, por eso actué de esta... —la joven no alcanzó a terminar de hablar.

—Disculpe, señorita, pero no es a mí a quien debe una disculpa —dijo, señalando a Angela, que miraba a la chica con esos ojos fríos como el hielo.

—Lo siento, my lady —dijo la joven con la mirada baja, pero en su interior se sentía humillada por tener que pedirle disculpas a esa mujer.

—No importa, al fin de cuentas, comentarios insignificantes como los suyos no me hacen daño —dijo Angela mientras salía de aquel lugar.

—¿A dónde vas? —preguntó Niall, alcanzándola y agarrándola de la mano.

—No pensarás quedarte en este lugar, ¿verdad? Porque lo que soy yo me voy —le dijo, bajando la voz.

—Creí que no te importaban los comentarios insignificantes —repitió Niall lo que ella había dicho.

Angela abrió los ojos, pues él estaba tratando de quedarse en aquel lugar. Seguro era por aquella jovencita que le había estado coqueteando.

—No me molestan, pero no les daré el gusto de quedarse con mi dinero y prestigio cuando no han hecho más que tratarme mal. Gente como ellas no deberían tener este tipo de empleos —dijo, hirviendo de enojo porque él quería quedarse en ese lugar. La verdad era que no quería quedarse a ver cómo coqueteaban.

—Bien, entonces iremos a otro sitio que queda cerca. Es una posada un poco modesta, pero será suficiente.

Así, con la lluvia, ambos salieron a buscar otro lugar. Al llegar, se podía ver la poca gente en el lugar. Un anciano atendía, dándoles una gran sonrisa de bienvenida. Muy pocos viajeros se quedaban en ese lugar.

—Bienvenidos, my lady y my lord, ¿en qué les puedo ayudar? —el anciano y la bienvenida eran muy diferentes al otro sitio. Aquí, Angela se sintió en un ambiente cálido a pesar de las pocas comodidades. El sitio era pequeño y viejo. La gente se notaba que estaba allí por la lluvia, pues tenían rostros cansados y algunos mostraban caras de desagrado. Angela estaba ensimismada, mirando todo a su alrededor, que no notó que Niall le hablaba.

—Angela, ¿quieres quedarte aquí?

Angela vio el rostro del anciano, que la miraba con una gran sonrisa, por lo que también sonrió.

—Por supuesto, es un lugar acogedor para esta noche.

—Qué bueno que le guste. Es un poco modesto, pero me encargaré de darles todo lo que necesiten —el anciano buscó las llaves—. Aquí tienen su habitación. Espero que disfruten su noche. Por cierto, hacen una pareja encantadora.

Niall tosió un poco, avergonzado por lo que el hombre acababa de decir. Angela, por su parte, soltó una carcajada.

—No... —antes de terminar, Niall tomó la llave.

—Muchas gracias.

El anciano sonrió al ver que se alejaban hacia su habitación.

—Ay, los jóvenes de hoy en día. Ojalá mi querida Margot continuara conmigo.

Niall casi arrastraba a Angela por los pasillos de aquel lugar.

—Espera, solo nos dio una llave. Hay que pedir tu habitación —dijo Angela cuando logró detenerse.

—Solo hay una habitación. Te dije antes de aceptar y dijiste que sí te quedabas —dijo Niall, señalando aquello que les había dicho.

—Espera, aquí no hay mucha gente. Debe tener más habitaciones —dijo ella, señalando el lugar.

—Las desocupadas tienen goteras. Es imposible quedarnos allí.

—Pues no compartiré habitación contigo.

Angela se cruzó de brazos. Niall suspiró.

—Bien, te quedas tú aquí y yo buscaré una habitación en otra posada. Mañana temprano te vengo a buscar.

Angela se imaginó que él se devolvería a aquella posada de la que habían salido hace poco. Al imaginárselo bromeando con aquella antipática, se enojó y entonces detuvo a Niall antes de que se marchara.

—Mañana a primera hora hay que partir. No pasa nada si compartimos la habitación por hoy.

Niall asintió.

—Perfecto. Cámbiate. Iré por algo de comer.

Este salió antes de que Angela se arrepintiera. La verdad era que sí había más habitaciones en el lugar, pero Niall, al ver que Angela no prestaba atención a lo que hablaban entre el anciano y él, aprovechó para decirle al posadero que estaban recién casados y querían la mejor habitación, a lo que este, cómplice, le sonrió y le entregó la mejor que tenía. Niall salió sonriendo mientras se encargaba de pedir algunos platillos para comer.

Angela, en la habitación, se metió a la bañera, dándose un baño calentito. Luego se colocó su camisón para dormir, esperando que fuera lo más tapado posible. Niall ingresó con los platillos, cenaron y charlaron un poco. Al momento de dormir, Angela estaba muy incómoda. Nunca había dormido con un hombre en la misma cama. Angela miraba el techo, estaba recta en la cama, lo que le hacía gracia a Niall, que la observaba fascinado.

Angela volteo dándose cuenta que Niall se encontraba acostado de manera recta en la cama, con sus ojos cerrados, Angela quedó embobada mirando como aquel guapo hombre dormía, Angela podía admirar su pecho fornido, sus párpados, su mandibula definida y todo lo que podia mirar. Angela estiró su mano, tocando el rostro de Niall, al sentir está suave piel sonrió.