Red Oscura

NOEL.

Me removí de donde estaba acostada y sentí aún el intenso dolor en mi nuca por el golpe que ese castaño me había propinado.

Con pesadez abrí mis ojos, el lugar estaba con una luz tenue, al voltear esa luz provenía de dos lámparas largas qué estaban a cada costado de la inmensa habitación.

Me levanté aún aturdida y observé el lugar con más detenimiento, era muy amplia, sus paredes grisáceas, las puertas blancas e impecables como las sábanas de la inmensa cama, todo era tan lujoso y acojedor.

Observe el gran balcón, intente abrir las puertas de cristal, pero estas estaban bajo llave, seguí viendo el lugar, sintiendo un poco de temor.

Iba a abrir una de las tres puertas que había en el interior de la habitación cuando escuché ruido fuera de ella.

Caminé a prisa y volví a recostarme en aquella cama y solo cerré los ojos con suavidad, ya que en este momento no quería que se dieran cuenta de que había despertado desde hace minutos.

Escuche abrirse la puerta y algunos pasos acercarse a mí, sentí una mano acariciar mi cabello hasta que tomaron mi mano.

— sé que despertaste, deja de jugar y abre tus ojos— escuche una voz profunda diciéndome que me había pillado, pase saliva, me removí y antes de abrir mis ojos, me incorpore hasta sentarme— así está mejor, ¿tienes hambre?.

No conteste ante su pregunta, solo lo veía casi sin parpadear, me sonrió y extendió su mano.

— no hay nada que temer, soy Kalisto— Asentí viéndolo hasta que estreche su mano con un poco de miedo.

Pero al sentir su cálido tacto me hizo sentir, ¿bien?, era extraño, muy, muy extraño, se supone que ese hombre era quien me había comprado en esa subasta, era tan incoherente sentir eso, no estaba bien, nada estaba bien.

Y como si hubiera leído mi mente, sonrió y negó al mismo tiempo que soltaba mi mano y se levantaba de la cama— yo solo soy amigo de Demetrius — entrecerre mis ojos intentando entender su explicación— vayamos a comer.

Asentí y me levanté de la cama, él sé quedo mirándome e hice lo mismo, bajé mi vista y me di cuenta que tenía aun la ropa horrorosa de ese lugar.

Levante mi vista y el solo sonrió, caminó a la puerta y abrió, extendió su mano hacia mi para invitarme a salir de la habitación.

Aun no estaba segura, no sabía en realidad sus intenciones, ni la del amigo de él, no podía confiar en él o en ellos, por el simple hecho que me compraron en una subasta de tráfico.

Me detuve a solo unos cuantos pasos de la puerta, suspiré hasta que retrocedí— anda, nada pasara, solo comeremos y prometo devolverte.

Pensé y repense sus palabras hasta que asentí, tome su mano y atravese el umbral de aquella puerta, el pasillo era amplio, pero muy lugubre, bajamos las escaleras hasta el comedor, nos sentamos y cuando una chica iba a servirnos se me quedo viendo y negó.

Podía saber y jurar que estaba pasando por su mente, con esta vestimenta no era tan difícil adivinar según ella de donde provenía.

Nos sirvió y comí con un poco de desespero, ya que tenía muchas horas sin probar alimento. Estaba por terminar cuando escuche nuevamente su voz.

— ¿te gusta el lugar? — observe a mi alrededor y note que era un palacio de tan bonito.

— es bonito, no lo niego— él asintió y continuó comiendo.

Así fueron pasando los días donde solo interactuaba con Kalisto y seguía siendo juzgada por aquellas mujeres, quienes jamás podían imaginarse y aguantar lo que yo por desgracia he tenido que pasar.

A Kalisto solo lo veía en cada hora de comer, iba por mi, terminaba y regresaba a esa habitación para estar bajo llave, así como en varias ocasiones me advirtió que no intentará salir hacia el jardín, y al preguntarle simplemente respondió que estaba prohibido.

Hasta que dos semanas después por la madrugada me desperté sobresaltada con una amarga sensación de que algo pasaría.

Al observar toda la habitación, todo estaba tan igual como desde que llegué a esta casa, intente dormir nuevamente, pero ya no se me permitió, el sueño se me había esfumado por esa extraña sensación.

Al ver el reloj eran las siete de la mañana, me levante y fui hacia las puertas de cristal y corrí las cortinas notando el sol en su medio explendor.

Me di un baño y me cambie por la ropa que hace días me había traído Kalisto, me senté a esperar que el viniera por mi para desayunar.

El reloj marcó las nueve después las once y la una, y entendí que hoy no vendría, así que para olvidarme de que tenía hambre me recosté y me obligue a dormir.

Hasta que abrí mis ojos por el estrepitoso sonido de la puerta, al levantarme, él estaba parado al lado del marco de la puerta — tenía algunos pendientes.

Solo asentí y salimos al comedor donde comí a prisa y casi al terminar la puerta principal se escuchó junto a una voz y pasos acercarse.

Volteé a ver a Kalisto y sus expresiones eran de susto, no entendia que pasaba hasta que esa misma voz se escucho de tras mio.

— ¿qué has hecho Kalisto? — aquel hombre rubio se levantó de la silla dirigiendo su vista hacia tras de mí, yo no quería ni voltear, yo aun no sabía que estaba pasando y por que de su expresión de pánico de Kalisto.

— Demetrius, yo.

— ¡callate y largate!, tienes que atender el asunto del Este, ¡ahora largo!.

Respire profundo al escuchar sus gritos, gritos qué me estremesian, sentí una mano posarse en mi hombro y poco a poco ejerció cada vez más presión hasta provocar que me quejará.

— ¡levántate! — al gritarme me hizo saltar de mi propio asiento, hasta que ejerció más presión en mi hombro y volvio a gritar— ¡ahora!.

Hice lo que me pido, mientras sentía mi cuerpo temblar, me giro con fuerza, al estar frente a él observe sus cejas contraídas, acarició mi cabello, me sonrió por un segundo hasta que su mano se plasmó en mi mejilla.

Fue tan fuerte el golpe que me hizo caer al suelo, toque mi mejilla la cual me ardía por la fuerte bofetada, mordió sus labios mientras su vista me recorría por completo, provocándome una gran incomodidad, me jalo de mi brazo hasta levantarme.

— vayamos a mi habitación, — cuando dijo eso, mis alarmas comenzaron a sonar en mi cabeza, sabía bien que iba a hacerme y yo no lo quería.

Tanto tiempo guardarme para el hombre indicado y ahora perdería mi virginidad con un hombre sin corazón.

— no, por favor— pero aunque le suplicara, simplemente no escucho y me llevó casi a rastras hacia las escaleras.

Seguí forsejeando y poniendo resistencia, pero nada servía, aquel hombre era mucho más fuerte que yo y nuevamente me abofeteo, me cargo sobre su hombro y siguió caminando hasta entrar a una habitación.

Me aventó a la cama, lo vi quitarse el saco, tenía tanto terror que me levante de la cama e intente huir por el balcón, el cual estaba abierto, pero él se me echo encima, teniéndome contra la pared.

Y solo me lamió el cuello y arranco de un jalón mi blusa— espero valgas los 500,000 rublos qué di por ti.

Y solo continuó besando mi piel mientras ejercía fuerza para impedir que me moviera. Al sentir su tacto una lágrima salía de mis ojos, no podía creer que este fue la premonición anunciada de lo que me sucedería.

Kalisto Malyshev.

Demetrius Ivankov.