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Vínculos Oscuros

Vínculos Oscuros

Status: En proceso
Genre:Omegaverse / Traiciones y engaños / Esclava / Sirvienta / Diferencia de edad / Atracción entre enemigos / Venganza de la protagonista
Popularitas:1.2k
Nilai: 5
nombre de autor: Trimiss Gottes

En un mundo sombrío dominado por vampiros tras la desaparición de los humanos, Killian, un aristócrata vampírico, se ve envuelto en una tormenta cuando recibe como regalo a su primer esclavo: Niki, una enigmática mujer cuervo, cautiva de su profundo resentimiento hacia los opresores de su especie. En esta historia tipo omegaverse, marcada por rivalidades intensas y desconfianza mutua, ambos protagonistas se enfrentan en un juego peligroso de seducción y venganza que desafía los límites entre la sumisión y el deseo. Adéntrate en este romance oscuro donde los corazones chocan en medio de las sombras más profundas del alma.

NovelToon tiene autorización de Trimiss Gottes para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

El sabor de la lujuria y traición

En otra de las muchas habitaciones que había en esa mansión vampiresca, se encontraban Marcos y Óscar ingresando a las cuatro paredes que fueron testigos de sus pasiones derramadas casi desde el principio.

El vampiro, irritado, cerró la puerta del cuarto detrás de él con un aura imponente y escalofriante, el sonido de la madera contra el marco resonó en la penumbra, sellando el refugio privado para los dos amantes.

La habitación estaba envuelta en un halo de lujo decadente, con muebles antiguos y cortinas de terciopelo pesado que apenas dejaban pasar la tenue luz de la luna, creando un suspenso próximo a la bomba que estaba por explotar.

— ¿Me puedes explicar lo que pasó en la cena con la esclava de Killian? ¿Por qué dices ser tu prometida? ¿Qué estás ocultando?—Expresó Óscar con aquella voz ronca y demandante.

Marcos se sentó en la cama donde tantas pasiones habían derramado, su gesto cargado de una sensualidad innata ni se inmutaba al estado de humor de su amante, sabía bien que algo asi pasaría.

La cama, con su dosel adornado y sábanas de seda con encaje de hilos de oro, parecía invitar a olvidar el mundo exterior y sumergirse en un presente mucho más pasional. La mirada de Marcos era intensa, sus ojos brillaban con una mezcla de desafío, casi divertido ante una reacción de ese calibre.

— Es una tonta mujer cuervo. ¿Realmente tiene relevancia para ti una simple esclava que aún no conoce su lugar?~ —preguntó en un tono juguetón, bajándole el perfil a los hechos.

Su voz era un murmullo aterciopelado, como el roce de la brisa nocturna sobre un lago en calma.

Pero el rostro de Óscar mostraba una tormenta interna, una mezcla de furia y dolor, su honor había sido manchado ante toda su familia y este cuervo parecía no tomar el peso a la gravedad de sus acciones.

El espectáculo que los cuervos habían montado en la cena seguía fresco en su memoria, y la idea de que Marcos pudiera tener otro prometido lo carcomía por dentro, ¿Era esto la más pura prueba de posesividad?¿Qué era lo que le molestaba tanto del juguete ajeno?, no lo sabía, pero no se quedaría callado al respecto.

— ¿En serio? ¿Ella no te importa en absoluto? Porque en sus ojos y reacción se podía ver que tuvisteis algo.—Recalcó con aquellos brillantes ojos carmín que resaltaban en la oscuridad.

Su semblante perturbado y molesto era evidentemente aterrador para el ojo del espectador y cualquiera con buen juicio saldría huyendo ante la especie más aterradora del mundo, pero Marcos era un maestro del engaño, y Óscar lo sabía perfectamente.

A pesar de las mentiras incontables en las que había caído, su relación continuaba, quizá sostenida por el frágil hilo del amor o la fuerza de las apariencias. La verdad era que la presentación formal ante toda la familia había sido un espectáculo, uno que ningún vampiro olvidaría fácilmente, incluyéndole.

— Si no te acuerdas, no te puedes casar teniendo dos prometidos.—Advirtió con los puños cerrados por la cólera retenida hacía tantas horas.

—Esto puede ser un impedimento ridículo y tal vez sin importancia para ti— Su respiración pesada se mezclaba con la tensión del momentos.

—Pero, más vale que ahora no sientas nada por esa idiota, no puedo permitir que me humilles delante de toda mi familia más de lo que ya lo haz hecho, ¿entendido?—Sentenció Óscar con mal sabor de boca, casi se sentía el crujido de sus dientes con la fuerza de su mandíbula apretada.

Mientras que, si bien escuchaba los reclamos de su alfa, Marcos no estaba prestándole atención, había una cuestión en todo esto que queria hacer que borrara los recuerdos recientes de su memoria a toda costa, por ello se quitó el traje con una calma deliberada, sus movimientos eran como un baile hipnótico, cada gesto cuidadosamente diseñado para provocar. Sus ojos nunca se apartaron de los de Óscar, sus intenciones eran claras y pecaminosas.

— ¿Los vampiros respetan los compromisos con una cultura extinta? Me impresionan —dijo, sus palabras impregnadas de una ironía suave y mortal.

Óscar , pensándolo mejor se dio cuenta que aquellas palabras fueron un punto que no pudo refutar, no podía negarlo y tampoco defenderlo.Los vampiros habían destrozado razas, familias y muchas culturas, dejando tras de sí un rastro de destrucción y dolor. Era evidente que su respeto se limitaba a su propia especie, siendo egoístas y explotadores por naturaleza.

— Buen punto, no les importa la verdad, ni siquiera muestran algún respeto por las razas diferentes y menos con la cultura...—Aceptó a regañadientes el punto de su omega.

Marcos, mirándole con una media sonrisa, estudiaba la expresión de su alfa con detenimiento, sabía bien que aquello aún le dejaba mal sabor de boca, pero era algo que no quería seguir recordando, como si temiera que la elección de su camino flaqueara con la presencia de aquella cuervo, así que pronunció.

— ¿Realmente le darás tanta importancia a algo que ya no existe? Te elegí, Óscar. ¿Acaso lo olvidas? —preguntó con voz aterciopelada, pasando sus suaves manos por sus muslos cubiertos por la suave seda de sus pantalones, poco a poco fue quitándose las telas del pecho que le estorbaban la visión a su alfa con una calma y sensualidad abrumadoras.

Sin embargo Óscar no deseaba caer en sus juegos de tentación aún, necesitaba sacar de su sistema aquello que le molestaba como una piedra en zapato a como diera lugar.

— Lo que pasa es que necesito confiar en ti. Vamos a ser esposos, no quiero más mentiras y cosas ocultas —la frustración y el dolor en su voz eran palpables, como una herida abierta que sangraba en la penumbra de la habitación.

Había sido confrontado con una verdad incómoda y su necesidad de confianza era una súplica desesperada, aunque de cierta forma era irónico que un ser como Óscar, la mitad de despiadado que Rick, se preocupara tanto por las mentiras y la confianza en una relación.

Pero Marcos no desistió en la búsqueda de su cometido, borrar las marcas del pasado a fuerza del choque de sus cuerpos.

— ¿No más cosas ocultas? —preguntó en un tono seductor que invitaba a la lujuria, sus palabras eran como un hechizo que flotaba en el aire, envolviendo a Óscar en un manto de deseo.

Un escalofrío recorrió a Óscar mientras trataba de mantenerse firme en su postura, aquel cuervo sabía cómo apelar a su lado más lujurioso y eso le molestaba en momentos como este.

— Tú me hiciste prometer que me quedaría contigo y no te engañaría. Sería justo pedirte lo mismo: lealtad y que me cuentes las cosas —Respondió indignado, había un fuego en sus palabras que lo hacían sonar muy serio, era una necesidad de claridad y compromiso con lo que estaban intentando construir.

La angustia de Óscar era evidente, pues si bien, Marcos se había ganado el respeto de los vampiros, nunca debía olvidar que su posición era precaria en aquella familia, después de todo, no era más que un cuervo, un ser inferior que solo debe existir para el disfrute de la familia. Un solo error podría costarle la vida y el orgullo a Óscar, era delgada la línea de la utilidad que podía brindar para los Nocturna, a menos que se convirtiera en vampiro, esa era la única manera de asegurar su lugar en la familia de forma permanente y recibir el respaldo a lo que sea que haga.

— ¿Entonces debería dejar que me desnudes hasta que no veas nada más que a mí? —susurró Marcos mientras su cuerpo se ponía caliente, liberando aquel dulce aroma.

Eran demasiadas cosas las que traían al caos los pensamientos de Óscar, pero aquellos movimientos y ese aroma tan dulce que comenzaba a inundar la habitación le volvía loco.

Sin poder resistirse más al deseo que le inundaba con fuerzas, dictaminó mentalmente que aquello carecía de importancia en este momento, cuando sus deseos estaban a flor de piel y sin embargo se vengaría a su manera.

— Lo dejaré pasar por esta vez, solo sigue así. —Sentenció abalanzándose sobre aquel omega alado.

Sin pensarlo más, plantó un beso cálido y hambriento de desatar sus pasiones en la boca del chico, bajando sus manos para manosear cada rincón del cuerpo del causante de sus deseos más oscuros y, al agarrarlo de la cadera acortó el espacio ahora inexistente entre sus cuerpos.

— ¿Cómo puedes ser tan jodidamente sexy? Siempre consigues lo que quieres, travieso.—Reprochó con una media sonrisa en sus labios, Óscar estaba ansioso por el.

— ¿Acaso no sabes que eso es natural? Ven por mí, amor mío— Susurró sonriente mientras su rostro se teñía lentamente de un suave tono rojizo con los besos de su acompañante.

Marcos, queriendo seducirlo, fue acariciando el pecho de Óscar por debajo de la ropa. Quería olvidar todo lo que pudo haber sido con Kye, quería borrarlo de su mente con tanta violencia que estaba dispuesto a hacerlo toda la noche asi fuera necesario para olvidar a aquel inocente amor amazónico.

El alfa ajeno a esto, empezó a liberar feromonas en respuesta a aquellas caricias delicadas en su pecho, el traje antes digno de un caballero, fue desordenandose mostrando el salvajismo de sus deseos, su olor cual jazmín fue llenando aquella amplia habitación lujosa de un aroma exquisito, dejando a su novio atontado y atrapado en una red de deseo creciente y tal vez infinita. La marca en su cuello los volvía a ambos sensibles al aroma del otro, era un enlace difícil de romper y ambos lo sabían.

Por lo que, aprovechando este estado de vulnerabilidad, Óscar tiró a Marcos antes sentado, a la cama, dejándolo boca abajo y colocándose encima de él con aquella sonrisa perversa.

A Óscar le encantaba presionar su miembro contra Marcos, aún con ropa, era una provocación lenta y ardiente, que llevaba hasta las últimas consecuencias, hasta que ninguno de los dos pudiera aguantar la necesidad de llevarlo al siguiente nivel.

— Tal vez, pero eres una delicia~ no sabes lo mucho que me divierte tenerte conmigo —dijo, su voz era un susurro cargado de promesas pecaminosas mientras pasaba su lengua por la nuca de Marcos, dejando mordidas y chupetones que marcaban territorio.

No quería que nadie más tocara lo que era suyo y menos le hiciera gritar aquellas indecencias que le gustaba pensar que solo él había oído. Su lengua húmeda y caliente dejaba un rastro que daba escalofríos en aquella piel suave y aromática.

— Mío... Solamente mío... Déjame escucharte, mi amor. ¿A quién perteneces? —preguntó con sus labios pegados a la piel suave del cuervo, plantándole un beso por cada mordida, mientras le jalaba el pelo haciéndole jadear ante la brusquedad, la sensación de control sobre él lo emocionaba demasiado.

Marcos estaba desorientado, su cabeza daba vueltas y su cuerpo cosquilleaba con cada toque llevándole a un éxtasis al que era adicto. El aire estaba cargado de aquellas dulces feromonas, creando una atmósfera pesada y deliciosa de jazmín y rosas que intensificaba cada sensación, cada toque y cada huella.

— ¿Y cuándo he dicho lo contrario, primor? —su voz era un susurro ronco, cargado de deseo y una lujuria sin medidas que le causaba escalofríos.

Si su familia viera en lo que se había convertido, se avergonzarían de haberlo traido al mundo, pero eso poco y nada le importaba. Sus deseos de ser usado, de ser ultrajado y violentado, eran demasiado fuertes para seguir cualquier uso de razón. La moral se habia vuelto cosa de niños, de ignorantes, y él ya no era uno, eso era algo que se sabía bien con solo ver el oscuro color de su cabello.

— Soy tuyo, todo tuyo, y nada más que tuyo~ —exclamó ansioso, mientras sentía cómo lentamente su intimidad se mojaba, pidiendo la presencia de su hombre con necesidad.

Aquellas deliciosas provocaciones lo hacían rogar por ir más lejos de lo que jamás había ido con cualquier otro ser en la existencia. Su cuerpo se arqueaba bajo las caricias de Óscar, como si cada toque encendiera una chispa que recorría toda su piel.

Óscar, con deseo en sus ojos, bajó los pantalones de su omega con violencia, mordiéndose el labio, mientras miraba intensamente aquel botín. El trasero de Marcos era tan redondo y tentador, que no pudo evitar caer en sus bajos instintos y comenzar a masajearlo con una de sus manos, mientras con la otra se bajaba a sí mismo el pantalón, la intensidad de sus deseos inundaba la habitación con aquel asfixiante y exquisito olor. Sus caricias firmes y seguras, hacían que cada toque se volviera más adictivo que el anterior.

Aquellos masajes solo llevaban a Marcos al paraíso, donde la excitación le impedía pensar de forma coherente. Su mente se llenaba de pensamientos lujuriosos que rozaban lo salvaje. ¿Será que quería ser devorado de pies a cabeza?, no, no podía evitar que las llamas de su pasión quisieran desbordarse con cada toque de ese macho, de SU macho, esto iba mucho más allá.

Óscar en cambio, necesitaba de una confirmación constante de Marcos, necesitaba saber que de verdad deseaba que lo poseyera, que lo devoraran de pies a cabeza con aquella pasión desmedida, necesitaba saber que Marcos estaba por completo en la palma de su mano y nunca escaparía.

— Entrégate a mí, no te arrepentirás... Y seré tuyo, solamente tuyo —Susurró en un trato tentador mientras sus caricias casa vez más invasivas se apoderaban del trasero de Marcos con un orgullo digno de un vampiro.

La tortuosa caricia de sus cuerpos rozando, había rendido sus frutos, la humedad de su omega solo lo ponía más ansioso y sin previo aviso entró. Estaba lubricado por lo que el placer fue más grande que la repentina intromisión. Su unión ya era un hecho consumado del que ambos eran conscientes, sus cuerpos temblorosos por la sensación abrasadora y placentera era un recordatorio de por qué seguían juntos.

La viscosa sensación era palpable incluso en el aire, como murmullos ahogados que deseaban ser liberados ansiosamente.

Marcos, un amante de su propio dolor placentero sintió como su boca se llenaba de su propia saliva caliente y espesa, quería empezar de inmediato, quería que lo sostuviera con fuerza porque de no hacerlo parecía que se iba a desvanecer.

— Ay... Papi... Dame más —respondió al pensar en lo que podría ser doloroso, aquella promesa solo lo tentaba más.

¿Será que se había vuelto un adicto a Óscar Nocturna? Tal vez. ¿Importaba? No mucho, pues para él solo existía el placer que sentía con cada toque, cada delicioso olor que emanaba de ese cuerpo tan perfecto. Sus alas negras se estiraron a los lados para que este lo tocara a su antojo, para que lo manejara, para que lo destruyera con ese fogoso toque de posesión. Sentir cómo llenaba cada hueco, cómo recorría cada centímetro con esa delicada violencia, solo lo inclinaba cada vez más a la locura.

Pero si Marcos estaba al borde de la locura, Óscar ya se había vuelto loco, un escalofrío lo recorría de pies a cabeza mientras sus dientes cosquilleantes pedían a gritos disolver la ansiedad de morder algo, de morder a alguien. Sin poder resistirlo más, dijo con aquella voz gruesa.

— Cierra los ojos, cariño mío, esto va a doler...—

Sus manos inquietas pasaron de sus caderas a sus ojos, como si con aquel gesto buscará protegerle de alguna forma mientras sus embestidas ligeramente piadosas lo hacían gemir. El misterio y la incertidumbre de no ver nada solo hizo más excitante aquel acto, ¿Qué planeaba su alfa? ¿Qué sorpresa le tenía? ¿Realmente dolería?, y si así era, ¿Por qué le emocionaba tanto?.

Su respiración entrecortada y ansiosa soltaba gemidos seductores que solo promovían los instintos más salvajes de Óscar, desplegando sus colmillos con rapidez, el autocontrol se había vuelto algo ajeno a ese alfa y, sin embargo, sin dejar de cubrirse los ojos, posó su mano sobre la de Marcos antes de clavarle los colmillos en su frágil cuello mortal.

Aquella mordida era la última prueba de dominio, le estaba robando lo más preciado que un ser vivo puede poseer. Su sentido de identidad, su última y más frágil conexión con la vida que sus padres le habían dado, su mortalidad.

Parecía un mal chiste sentir como agarraba su mano mientras lo hacía, como si estuviera dándole su apoyo para aguantar esto.

La mordida hizo que un escalofrío recorriera a Marcos de pies a cabeza, una mezcla de dolor y placer que lo dejó sin aliento por unos segundos.

Pero aún si se arrepentía, ya no habia vuelta atrás, aquella mordida había comenzado el ritual, uno al cual no estaba preparado mentalmente, aquella espera anunciada anteriormente le hizo recibir este cambio con sorpresa y sin embargo no podía salir de su papel, debía mantenerse fiel a las reacciones que su alfa esperaba de él, aún si las lágrimas se escapaban de sus ojos, aún si sentía cómo su alma era succionada y triturada por aquellos colmillos, se mantendría fiel a su papel.

— Ah... Solo tú sabes dónde tocarme —Respondió entre lágrimas.

Ya se había roto el último pedazo de su existencia, pero no podía negar que ese dolor que le quemaba solo lo hacía desearlo más, tanto como el día en que lo marcó. Quería concentrarse en eso, en la lujuria que estaba sintiendo para olvidar el vacío que lo invadía, moviendo sus caderas en círculos, desesperado por opacar el dolor de sus células con el placer de ser llenado solo con carne, debía acostumbrarse, debía amar el dolor y ser usado como un productor de vida, como un receptor de su semilla.

Una vez la ansiedad de sus colmillos se vio saciada, lamió la herida alejando su mano de los ojos de Marcos, acariciando con suavidad aquellos cabellos desordenados del chico alado, tratando de consolarlo por el dolor que le había provocado, aunque superficialmente, en el fondo se sentía bien por haberlo hecho aunque no lo entendiera a profundidad.

— Lo siento por no poder esperar, eres irresistible, no pude contenerme —Se excusó con un tono infantil como quien rompe un florero.

Óscar , convencido de que el placer opacaría su disculpa superficial, movía sus caderas con una rapidez violenta, embistiéndole con más pasión por la nueva sensación de plenitud que lo envolvía, ¿Será acaso la seguridad de que ya no puede hecharse para atrás con él?¿O es la sensación de haber logrado lo que sus más bajos instintos le pidieron?, no lo sabía, pero no importaba, solo había lugar para el placer, para satisfacer sus deseos más salvajes y primitivos que "aliviará" el dolor sutil de su acto más reciente en la que sería su pareja por el resto de su eterna existencia.

Convertirse en vampiro no era muy doloroso si la sangre era compatible con la raza, según los instructivos que aseguraban ingenuamente que solo dolería un minuto. Algo que olvidarías fácilmente al ser inundado con el nuevo poder adquirido por aquel precio equivalente.

La transformación no era inmediata, pero el primer paso era catalogado como el más importante. Si todo salia bien esa misma noche, los colmillos de Marcos brotarían de su dentadura y sus instintos tanto primitivos como cuestionables aflorarían con su nueva naturaleza.

Óscar tal vez movido por la culpa pero más por el placer, hacía de todo, embestiendolo al ritmo de sus acelerados latidos mientras que, con una mano acariciaba su miembro y con otra le acariciaba el abdomen, a veces tocando sus pezones y jugando con ellos, tratando de estimularlo de todas las formas posibles a su alcance.

— Tranquilo, esto pronto pasará, todo irá bien.—Susurró entre gemidos acelerados cerca de su oído.

Marcos retuvo lo mejor que pudo sus lágrimas, quejándose entre gemidos, terminó por admitir el dolor que sentía mientras su sudor y lágrimas empapaban las sábanas.

— Ah... eso dolió...—Respondió arrugando las sábanas de seda.

Ese ardor se volvió prontamente un dolor menor en comparación a la fuerza del placer que le estaba haciendo sentir. El choque de sus cuerpos, el calor compartido, el sudor que se mezclaba con el de su alfa, todo era una sinfonía de sensaciones que lo envolvía y lo llevaba a un estado de éxtasis casi absoluto, haciéndole olvidar la sensación de vacío por breves instantes.

La habitación estaba impregnada de deseo, y se había vuelto un santuario de pasión donde los cuerpos se encontraban y se entrelazaban en una danza frenética. Cada toque, cada susurro, llevaba a Marcos cada vez más cerca del clímax.

— Óscar... Óscarrrr... Lléname... —Suplicaba entrecortadamente, mientras sentía el roce del miembro de su alfa contra su carne, en una sinfonía de movimientos pegajosos y placenteros.

Los gemidos llenaban la habitación y el solo podía pensar en lo mucho que quería correrse, levantando sus caderas, pidiendo más de sus toques, de sus suspiros, de cada pequeña parte que ese macho pudiera ofrecerle.

— Sí, cariño, te lo daré todo.—Respondió complacido de aquellas palabras provenientes del omega que estaba bajo su merced.

Los gestos repetidos y para nada carentes de fogocidad se volvieron insuficientes al cabo de un corto período de tiempo, desesperando a Óscar, quería ir más profundo de lo que ya lo hacía, y sin pedir o preguntar nada, agarró con firmeza las caderas de Marcos, golpeándole con más fuerza y profundidad, el choque de su pelvis contra Marcos sonaba cuál aplauso desmedido y apresurado de una ovación de una solo persona.

Creía ser gentil, pero era tan difícil mantener la cordura en un momento como este. Pues el olor de Marcos se hizo más fuerte, con una intensidad que nunca había olido antes.

Realmente se estaba convirtiendo en vampiro, el olor de sus feromonas lo delataba pues los omegas tenían las feromonas muy potentes, mucho más que las de omegas en otras especies. Por ello se les había coronado como los omegas más dominantes dentro de su género secundario en todo el mundo.

— Madre mía... Hueles genial —Confesó Óscar dejando chupetones en la espalda del chico, excitándose con cada marca plantada, en aquella espalda tan frágil.

—Y tú... te mueves genial...—Respondió extasiado el omega, mientras lo que habían sido lágrimas de dolor se tornaron en lágrimas de placer.

Su mente colapsada con las sensaciones insistía en recordar aquellas vivencias que su vida en la tribu le había dado, su familia, sus amigos, su prometida...

Todo parecia fluir con rapidez y al mismo tiempo con tanta lentitud, como si estuviera muriendo y renaciendo a través de ese acto, dejando que su boca los gemidos escandaloso que le llenaba la boca de saliva espesa y ardiente

— Siento que no puedo más... Mierda...—Anunció Óscar con dificultad.

No logro decir mucho más hasta que finalmente se corrió, plantando su semilla en el chico cuervo con total despreocupación, mientras le abrazaba y mantenía una respiración acelerada, intentando procesar la avalancha de sensaciones placenteras que solo se veían impulsadas por la necesidad de llevar su conexión hasta las últimas consecuencias.

Marcos había dejado ir esos recuerdos en un intento de convencerse de que esto era lo que quería, después de todo, ¿Quién necesitaba a una estúpida cuervo inocente? ¿A quién le importaba lo bello de su sonrisa o la emoción con la que se mostraba cada vez que le traía algo que sabía que a él le gustaba?, eso era cosa del pasado, algo que se había perdido y no tenía chances de recuperar. No podía vivir a base de vivencias de cosas muertas.

— Me encanta cómo sabes cada uno de mis puntos sensibles...—Dijo en un tono provocador mientras soltaba gemidos indecentes, dignos de la peor ramera jamás vista en la familia Nocturna.

Escalofríos recorrían su cuerpo con cada roce de los labios de Óscar contra su piel desnuda, estimulándolo en sobremanera. Era el cuervo más afortunado. Había sido tomado por el heredero de la rama secundaria de la familia Nocturna, había conseguido atarle y tener igualdad de condiciones. Pero, por sobre todo, lo había entrenado para saber exactamente cuáles eran sus puntos sensibles. La primera vez fue dolorosa y aterradora, pero ahora no quedaba espacio para algo más que el placer y eso era el bien supremo.

Ser llenado una y otra vez por él era lo mejor del mundo. Siempre se quedaba largos minutos disfrutando de los espasmos a los que Óscar no le daba descanso. Su lujuria era casi tan grande como la suya y eso era algo que nadie podía negarle. O eso se obligaba a creer.

— Se nota que lo disfrutas, estás tan desesperado por mi toque~ —Argumentó Óscar con una sonrisa que Marcos no alcanzaba a ver.

—Y tú estás desesperado por llenarme~— Contra argumento orgulloso entre jadeos.

La lujuria de ambos se había maximizado, haciendo imposible que esto terminara con una simple ronda, las horas se perderían en sus cuerpos hasta que el cansancio o el amanecer los detuviera. Marcos había logrado pasar la prueba en este ritual sagrado para el alfa.

Inevitablemente habia sellado a Marcos como parte de su familia y tendría que estar a su lado para siempre. Llenándolo de un orgulloso sentimiento de poder, de superioridad al tener al omega para él solo en un lazo que ni siquiera su antigua especie podría romper ahora.

Si había algo que no confesó hasta ahora, es que desde que lo divisó, sintió la extraña necesidad de poseerlo, de estar con él y ahora que lo había conseguido, se sentía satisfecho. Pero no sabía cuánto duraría este sentimiento, la sensación de logro podría evaporarse muy pronto y el aburrimiento podría invadirlo de nuevo, algo que no quería volver a sentir.

Porque si bien habían llegado hasta este punto, Óscar no estaba muy seguro de sus sentimientos por su prometido. El amor como tal era algo desconocido para los vampiros que se mueven plenamente por el deseo y el placer, era una sensación extraña, un limbo difícil de definir, tal vez en el futuro pudiera desarrollar aquel sentimiento de amor al que las criaturas inferiores se aferran, pero ahora se haría cargo de darle todo lo que necesitara porque es lo que un alfa hace.

El preludio de un nuevo acto tal vez más violento se hacía presente en sus sonrisas de complicidad, una complicidad que aquellas gruesas paredes de esa fría mansión no podrían callar, pues los sonidos se escapan bajo la puerta ante su nada discreto escape de la realidad, compartiendo con casi todas las habitaciones cercanas sus sonidos de pasión, rompiendo el silencio y la calma de aquella noche.

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Gigi
Dentro de todos los capítulos publicados hasta ahora, este ha sido uno de los más fascinantes. Dejando de lado la perversión de los hechos relatados, el uso de metáforas y la escritura en general fue un placer de lectura.
Me cautiva tu forma de escribir y relatar las sensaciones, emociones y situaciones en general. Eres asombrosa Trimiss Gottes, una gran escritora.
Mariana Anderson
Me agrada Killian. Al menos su aparente indiferencia muestra más calidez que la de los demás vampiros.
Por cierto, excelente narración 🖤
Trimiss Gottes: Muchas gracias por tus bellas palabras, me anima a seguir /Hey/
total 1 replies
Mariana Anderson
Un susurro en la eternidad 😍 que bello 🖤✨
Gigi
Amén (concuerdo).
Gigi
Me encanta como escribes, por favor no pares de hacerlo
Gigi
Quién hubiera pensado que los vampiros tienes sentimientos :o
Gigi
Un capítulo totalmente inesperado :o
tuabuela
fabuloso
Gigi
El uso de metáforas es espléndido 😍; aunque es una tristeza innegable el contenido del capítulo :c
tuabuela
Killian, te confunden con fantasma por qué tú belleza es demasiada para un ser vivo Muajajjaa
Trimiss Gottes: Killian:Nahh, ya se que soy hermoso pero tampoco es para tanto.
Bueno, sigue diciéndome lo maravilloso que soy, no te cortes~/Hey/
total 1 replies
Gigi
Excelente capítulo, un placer de redacción. Está a otro nivel 10/10
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