Pedro es un Exmilitar que debido a una lesión se vio obligado a retirarse, siendo un adicto a la adrenalina en su retiro decide fundar una academia de deportes extremos.
Un día un accidente termino con su vida y cuando cree que es su fin termina el reencarna en el cuerpo de una chica, pero no de una cualquiera sino de la emperatriz del imperio de Arrosa, una chica mimada que está destinada a morir, y ¿Cómo sabe eso?, es porque dicha emperatriz es un personaje relleno en la novela favorita de su hermana.
Pero Carlos no está dispuesto a morir de nuevo por lo que hará lo necesario para sobrevivir.
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Capítulo 5
DANNA / PEDRO
La mujer me sigue viendo como si me hubieran salido dos cabezas, parece estar en shock, por lo que decido hablarle nuevamente
- ¿si me disculpas? – le pregunto y mi voz parece sacarla de sus pensamientos
- No debe disculparse, yo debería hacerlo, la lastime – dijo la señora y se me acerco para examinar mi nariz la cual ya empezaba a sangrar – oh, por Dios, está sangrando hay que llamar al médico – dice la mujer dispuesta a irse
- Espera, espera, no tiene que llamar al médico, no es tan grave, solo dame un pañuelo con el que puede detener la hemorragia – le dije a lo que la mujer me tendió un pañuelo.
Rápidamente lo tomo y me lo puse debajo de la nariz para después echar mi cabeza hacia atrás para que la hemorragia parara, la mujer solo me observa, por lo que aprovecho para también observarla, es una mujer mayor, más o menos de la edad que yo tenía al morir, puede que incluso más, y debo de admitir que es hermosa, y muy bien conservada, de un cabello castaño, del que apenas y asoman unas cuantas canas, unos ojos de color miel, una piel canela y un cuerpo muy bien formado, esta mujer es muy bella, y ahora puedo reconocerla, ella es Ginebra la nana de tanto el emperador como de su hermana, y también era quien estaba a cargo de cuidar a Danna.
- No tienes que disculparte, tu no sabías que yo estaba al otro lado de la puerta, por otro lado yo si era consciente de que había sido un accidente y aun así te grite, lo siento – le dije una vez la hemorragia había parado
La mujer aun me miraba como si tuviera algo en la cara, pero creo que más que nada lo que le sorprende es mi actitud, Danna llego aquí con una pésima actitud, tenía la esperanza que si actuaba mal el emperador no se casaría con ella, y trato mal a gran parte de la servidumbre con la que trato, incluyendo a Ginebra, es compresible que el cambio drástico de actitud la desubique un poco.
- En ese caso acepto sus disculpas – me dice al final
Después de eso ambas nos quedamos mirándonos fijamente, la verdad es que ni una sabia que más decir hasta que de repente la señora Ginebra grito.
- No debería estar levantada, necesita estar descansando – me dice mientras me arrastra de vuelta a la cama
- Ya no necesito descansar, ya estoy bien, es más quiero salir, podría usted ayudarme a preparar el baño, en verdad necesito lavarme – le dije soltándome de ella
- ¿está segura? – me pregunto a lo que yo le dije que sí, creo que vio en mis ojos que no pensaba descansar así que asintió a mi petición y salió a buscar lo que le pedí
Debo admitir que la mujer es muy amable, a pesar de como la trato la verdadera Dana ella está siendo de lo más amable conmigo, no tarda mucho en volver con dos chicas más, quienes son las que traen el agua y preparan el baño, y por sus caras ellas no están nada contentas con atenderme.
Ya con el baño listo les pido que me dejen sola, al principio insistieron en que debían ayudarme, sobre todo Ginebra, pero para nada pensaba dejar que me vieran desnuda, cuando ni yo mismo quería hacerlo, por dios era una cría de 18 años, me sentía aun pervertido.
Después del baño más incómodo de mi vida salí en busca de que ponerme, para mi fortuna las chicas y la señora Ginebra no estaba por lo que me pude vestir sin ningún inconveniente, para mi fortuna solo había vestidos sencillos, estos eran los pocos que Danna había traído, y alegremente a la chica no le gustaba mucho los vestidos voluminosos, ella prefería las cosas sencillas y prácticas, me miro al espejo y afortunadamente ya no queda rastro el golpe, lo cual me alegra lo último que quiero hacer es dar explicaciones.
- ¿ya termino mi señora? – oigo que dice Ginebra desde la puerta
- Si ya termine, señora Ginebra, ¿me podría llevar con el emperador? – le pregunto
Veo que mi pregunta le sorprende, y inconscientemente hace una mueca, lo que me saca una sonrisa, a pesar de no ser su madre lo cuida como tal, seguramente no quiere que vuelva insultar al que considera su niño.
- Necesito hablar con él, es importante – le digo, duda un poco pero al final acepta y me guía por el palacio
Se supone que como emperatriz debería vivir en mi propio palacio\, pero debido al intento de sui**di* quede alojada en el palacio principal para mi recuperación\, lo que me hace recordar
- Señora Ginebra, ¿Cuánto tiempo llevaba en cama? – le pregunto
- Una semana – me contesta
- Ya veo
Eso significa que llevo una semana de casada, seguimos caminado y oigo claramente los cuchicheos de los sirvientes, no alcanzo a oír lo que dicen, pero con las miradas que me lanzan seguramente no están diciendo nada bueno, llegamos hasta la oficina del emperador y Ginebra toca la puerta.
- ¿Quién es?
- Soy yo, m señor – le contesta Ginebra abriendo la puerta
- ¿Qué pasa Ginebra?
- La Emperatriz ya despertó y quiere verlo – le dice
- Iré mas tarde – le dice
- Ella está aquí – le dice
- ¿Cómo?, debería estar descansando – dice el Emperador
- Estoy bien su majestad, no necesito descansar – digo entrando a la oficina, la paciencia nunca fue mi fuerte
- Ginebra déjanos solos – oigo que le dice el Emperador a los que Ginebra después de dudarlo un momento se va