En el bullicio del siglo XXI, Ana, una joven de 25 años, se siente como un extraño en su propia época. Con una fascinación por las épocas antiguas, especialmente los períodos históricos de esplendor y elegancia, Ana se sumerge en sus fantasías de ser una mujer de otra era.
Lo que ella no se espera, es que su deseo se hará realidad después de un accidente.
Tendrá que enfrentar desafíos y papeles en los cuales todavía no estaba preparada, lo lograra.
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Capitulo 9
La llegada de Eduardo para pedir la mano de Ana fue un momento de gran emoción y expectación en la humilde morada de la familia de Ana. Desde que Ana había compartido la noticia de su amor por Eduardo con sus padres, habían estado esperando con ansias el día en que él viniera a formalizar su compromiso con su hija.
Sin embargo, a medida que se acercaba la fecha de la visita de Eduardo, los padres de Ana comenzaron a experimentar sentimientos encontrados. Aunque estaban felices de ver a su hija tan enamorada y emocionada por el futuro, también estaban preocupados por la diferencia de clases entre ella y Eduardo.
Como campesinos humildes, los padres de Ana sabían que no podían ofrecerle a su hija el mismo nivel de comodidades y seguridad que Eduardo podía proporcionarle como noble. Temían que Ana pudiera enfrentarse a la desaprobación y el rechazo de la sociedad debido a su origen humilde, y que pudiera sufrir si su matrimonio con Eduardo no fuera bien recibido por la nobleza.
Además, estaban preocupados por el hecho de que Ana era su única hija, la luz de sus vidas y la única familia que tenían en el mundo. No querían verla lastimada o desilusionada, y temían que su amor por Eduardo pudiera llevarla por un camino lleno de dificultades y sacrificios.
A pesar de sus preocupaciones, los padres de Ana sabían que no podían impedirle seguir su corazón y perseguir su felicidad. Aunque les doliera ver a su hija partir y enfrentarse a un futuro incierto, sabían que tenían que apoyarla en su decisión y confiar en que ella sabría lo que era mejor para ella.
Cuando finalmente llegó el día de la visita de Eduardo, Ana estaba nerviosa pero emocionada por verlo. Se vistió con su mejor vestido y se arregló el cabello con cuidado, tratando de ocultar los nervios que sentía en su interior. Sabía que este era un momento importante en su vida, y estaba decidida a enfrentarlo con valentía y determinación.
Cuando Eduardo llegó a la casa de Ana, fue recibido con calidez y hospitalidad por parte de sus padres. Aunque estaban un poco intimidados por su estatus como noble, trataron de ser amables y corteses con él, conscientes de que su opinión sobre su relación con su hija sería crucial para su futuro.
Eduardo, por su parte, estaba encantado de ver a Ana nuevamente y se sintió abrumado por la belleza y la gracia que irradiaba. A pesar de la diferencia de clases entre ellos, sabía en lo más profundo de su corazón que Ana era la única para él, y estaba decidido a hacer lo que fuera necesario para ganarse la aprobación de sus padres y formalizar su compromiso con ella.
Después de un intercambio de saludos y cortesías, Eduardo finalmente expresó su intención de pedir la mano de Ana en matrimonio. Se arrodilló ante sus padres con humildad y respeto, y les pidió su bendición para unirse en matrimonio con su hija.
Los padres de Ana se miraron entre sí con nerviosismo, conscientes de la importancia de la decisión que tenían que tomar. Por un lado, querían ver a su hija feliz y realizada, y sabían que Eduardo la amaba sinceramente. Por otro lado, temían por su seguridad y bienestar, y no querían verla enfrentarse a dificultades innecesarias debido a su diferencia de clases.
Después de una larga deliberación, los padres de Ana finalmente dieron su bendición para el matrimonio, con la condición de que Eduardo prometiera cuidar y proteger a su hija en todo momento. Aunque les dolía dejarla ir, sabían que era lo correcto y que Ana estaría en buenas manos con Eduardo a su lado.
Con la bendición de sus padres, Eduardo y Ana se abrazaron con alegría y emoción, sabiendo que estaban un paso más cerca de estar juntos para siempre. Aunque sabían que enfrentarían desafíos en el futuro, estaban dispuestos a enfrentarlos juntos, con amor y determinación.
A medida que se acercaba la fecha de su matrimonio, Ana comenzó a prepararse para su nueva vida como noble. Comenzó a aprender etiqueta y protocolo, recibiendo instrucción sobre cómo comportarse en la corte y cómo interactuar con la alta sociedad. Aunque al principio se sintió un poco intimidada por todo lo que tenía que aprender, también se sintió emocionada por la oportunidad de convertirse en una dama noble y acompañar
Las clases de etiqueta y protocolo de Ana fueron una experiencia completamente nueva para ella. Acostumbrada a la vida sencilla y sin pretensiones en el campo, entrar en el mundo de la nobleza era como adentrarse en un universo completamente diferente. Sin embargo, Ana estaba determinada a aprender y demostrar que era capaz de adaptarse a su nuevo entorno.
Al principio, las clases fueron un desafío para Ana. Se encontró luchando para recordar todos los detalles y reglas complicadas que formaban parte de la etiqueta noble. Desde cómo caminar y sentarse correctamente hasta cómo dirigirse a personas de diferentes rangos y estatus social, todo era nuevo y desconcertante para ella.
Sin embargo, Ana era una estudiante diligente y dedicada, y estaba decidida a no dejar que su origen campesino la detuviera en su búsqueda de conocimiento y habilidad. Practicaba diligentemente en su tiempo libre, repasando las lecciones que había aprendido en clase y buscando nuevas formas de mejorar su habilidad en la etiqueta y el protocolo.
Con el tiempo, Ana comenzó a sentirse más segura en su papel como futura dama noble. Se encontró recordando las reglas de etiqueta con facilidad y aplicándolas con gracia y elegancia en su vida diaria. A medida que sus habilidades mejoraban, también lo hacía su confianza en sí misma, y pronto se convirtió en una de las estudiantes más destacadas de su clase.
Lo que realmente impresionó a sus maestros fue la determinación y el compromiso de Ana para aprender y mejorar. A pesar de las dificultades y los obstáculos que enfrentaba, nunca se rindió ni perdió la fe en sí misma. Siempre estaba dispuesta a trabajar duro y superar cualquier desafío que se le presentara, demostrando así que no importaba de dónde viniera, podía destacarse en cualquier situación.
Además, Ana demostró una comprensión intuitiva de la etiqueta y el glamour que sorprendió a todos los que la conocían. Aunque no había crecido rodeada de lujos y comodidades como muchos de sus compañeros de clase, tenía un sentido innato de la elegancia y el estilo que la hacía destacar entre la multitud.
En cada clase, Ana se esforzaba por mostrar lo mejor de sí misma, superando las expectativas de sus maestros y compañeros con su gracia y encanto natural. Desde la forma en que se movía y hablaba hasta la manera en que se vestía y se comportaba, todo en ella irradiaba una elegancia y distinción que era digna de una verdadera dama noble.
Pero más allá de su habilidad para dominar la etiqueta y el glamour, lo que realmente hizo que Ana se destacara fue su autenticidad y humildad. A pesar de su creciente habilidad y conocimiento, nunca perdió de vista quién era ni de dónde venía. Siempre recordaba sus raíces humildes y estaba agradecida por las oportunidades que se le habían presentado en la vida.
En última instancia, fue esta combinación de gracia, habilidad y humildad lo que hizo que Ana se ganara el respeto y la admiración de todos los que la conocían. Demostró que no importa de dónde vengas o cuál sea tu origen, lo que realmente importa es quién eres y cómo te comportas. Y Ana, con su encanto y determinación, demostró que podía destacarse en cualquier situación, sin importar las circunstancias.
Se dio cuenta que su sueño, ya era una realidad mas allá de lo que anhelaba en su primer vida.