Carolina una mujer encarcelada por asesinar a uno de los violadores de su pequeña hermana, de quién es separada,resurgiendo de las cenizas,luchando por volver a verla y hundiéndose cada vez más en un amor imposible
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No rompas lazos conmigo.No ahora por Albert
No pude evitar estremecerme ante lo dicho por Carolina, tal pareciera que mi cuerpo a grito me decía que era un estupido, que esto no es lo que quería y mientras aún pasaba mis dedos por mi cabello, señal inequívoca de no saber cómo reaccionar.
Ella me entregaba un acuerdo de divorcio ya firmado por ella. Mientras yo leía con premura el dichoso papel, ella se mostraba estoica, sin una pizca de emoción.
_¿Que mierda Carolina, acaso me crees tan bastardo para no darte ni un maldito peso de compensación?. Le debía la vida y seguridad de mi hermana en esa cárcel.
Ella me miró fijamente a los ojos y me dijo:
-” Albert no me voy sin nada, quiero un trabajo estable, que no gane mucho, pero si lo mínimo para poder mostrar estabilidad ante las autoridades, necesito recuperar a Mary” me dijo .
-”No, no entiendo, tu y yo somos amigos, se que fui un bastardo al ofrecerte ese estupido trato, pero en mi defensa me deje llevar por dos cosas: Dayana se casa en un mes y tu me recordaste que fuiste, fuiste,...” y mientras mis palabras se hacían un nudo en la garganta, ella completó la frase.
-”prostituta” acompañando la palabra con una lágrima esquiva, que ella seco apresuradamente, pero que alcance a ver.
-”Bueno, eso y yo amo a Dayana con todo mi ser, ella es mi primer y único amor, no te voy a negar que he tenido novias a las que les he dado su lugar, respetado; pero con quien quiero pasar el resto de mi vida es ella, mi Dayana”.
Pude observar que a medida que le hablaba, ella agachaba más su rostro y por un breve instante me pareció que ella trataba de ocultar su rostro con el cabello que lo cubría; sin embargo debieron ser ideas mías.
De repente ella interrumpió mi explicación, levantándose del sofá donde estaba sentada.
-” Albert no es necesario que continúes explicando, me quedaron claros tus sentimientos y razones, recuerda nosotros solo fuimos socios, compinches, pero amigos, amantes o algo parecido no y si me permites un consejo :Firma este maldito papel y dirígete a Londres, buscala y cuéntale de tus sentimientos, tienes un mes para que ella se case, no se si estas a tiempo, pero maldita sea lucha por ella y se feliz”, ella caminó nuevamente a la cocina y del refrigerador sacó un vaso con agua.
Volví a ver el papel, tomé el bolígrafo que ella había colocado también y lo firme. En ese momento ella miró hacia otro lado y yo me sentí inexplicablemente con una opresión en el pecho, debió ser ideas mía , me dije.Deje el acuerdo en la mesita de centro y me acerque a Carolina.
-”Carolina, perdoname por haberte ofrecido ese trato, fui un estupido, tu has demostrado ser una guerrera y yo no soy quien para restregarse tu pasado. Cuenta con el trabajo, acércate hoy en horas de la tarde a recursos humanos” la abrace por unos breves segundos y ella se desató de mis brazos, dejando en mí una sensación de vacío.
UN DOLOR QUE ESTREMECIÓ LOS CIMIENTOS.Por Carolina.
Cuando Albert me contaba sobre su amada yo me hundía en la desesperación, un dolor profundo que golpeaba con arrasar todo a su paso, aquel hombre que fue mi cómplice, compañero de aventura, mi soporte, el impulsor para volver a creer y que poco a poco se metio en mi corazon, me decia que habia una reina en su corazón , que nadie destrona,
No vayan a creer que soy ilusa, soy consciente que alguien que conociera mi pasado nunca me tendría en cuenta para formar parte de su vida, pero escucharlo de la boca de esa persona es distinto.
Después que Albert salió del departamento, mire la hora eran cerca de las diez de la mañana y el me dijo que fuera en horas de la tarde, mire mi billetera y no tenía ni un peso, asi que fui en busca de la ropa que me colocaría, sin poder evitarlo, nuevamente fui en busca de la ropa que lleve a ver a Mary, la misma que Laura me había regalado, tome el mismo par de zapatillas, la guarde en el bolso y yo me calcé unos tenis, que para nada combinaban con la ropa seleccionada, tome un termo lleno de agua, una sombrilla y me dispuse a caminar por más de dos horas.A eso de las dos de la tarde estaba frente al edificio del bufete Santos Ferrer y Asociados.
Era un edificio impresionante, gritaba lujo por todas partes unos enormes y hermosos ventanales engalanaban los 5 pisos del edificio.Me sente en una de las bancas que se hallaban en las afueras del mismo, debajo de un hermoso árbol que allí había, me cambie los tenis y coloque las zapatillas, revise y compuse mi cabello, al igual que mi maquillaje e ingrese.
En recepción una joven mujer llamada Laurent me atendió , bueno o al menos eso decía el gafete que llevaba.
-”Señorita Laurent buenas tardes, soy Carolina Martinez y el señor Raymundo Cortes me espera”.La chica revisó en su computadora y me dijo:-”Claro adelante,diríjase al piso cuarto y la recepcionista de allí le indicará”.
-”Muy amable” le respondí; mientras me dirigía al ascensor. En este punto solo me movía Mary y el resto de sentimientos, los guardaría en un cofre que cerrará con llave y tirarla en el fondo del mar.
Después de minutos, estaba frente al tal Reymundo, quien me miraba como si fuera una presa de carne a punto de devorar e inexplicablemente eso me remontaba a aquellos momentos de mi vida que más odio.
-”Vera señorita Carolina, el señor Albert me pidió expresamente este contrato para usted, quiero decirle que no es el que comúnmente se ofrece a quien ingresa a laborar como asistente; pues la remuneración es muy buena, pero como el jefe tendrá sus motivos hay que respetarlo.Usted será la asistente del señor Oviedo , uno de los socios del bufete.
Empieza desde mañana.Hora de ingreso 9 a.m, hora de salida 6 de la tarde.Si se le requieren horas extras estas se pagarán. El contrato incluye seguro médico para usted y su núcleo familiar.
Cuando pude leer el contrato, todos y cada uno de mis resquemores fue dejado de lado y la emoción de algo seguro para mi hermana surgió en mi.
-”Señorita, espere. El doctor Santos, me pidió que cuando saliera de aquí , él la esperará en la oficina de dirección” y aunque las palabras sonaban inocentes, el tono y la mirada insinuaba otra cosa.
-”Con su permiso doctor y muchas gracias”.
Salí de allí con una mezcla de sentimientos y a paso firme al ascensor que me llevara al quinto piso donde se encontraba la oficina del hombre que en corto tiempo se irá de mi vida.