En el pequeño pueblo de Santa Lucía, Ximena Salazar, una dedicada, joven y apasionada aspirante a alcaldesa, se convierte en el blanco de la obsesión de Santiago Vargas, un oscuro mafioso con conexiones profundas en la comunidad que no se detendrá hasta tenerla entre sus brazos.
¿Podría el amor nacer de la obsesión?
NovelToon tiene autorización de Lilith James para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Comienzo
Dispuesta a poner en marcha mi plan, baje hasta el comedor por invitación de Santiago para acompañarlo a desayunar. El aroma del café recién hecho flotaba en el aire, mezclándose con las voces y risas que inundaban la habitación y que desaparecieron en cuanto me vieron llegar.
Mónica, elegantemente vestida, ocupaba una de las cabeceras de la mesa, con sus ojos clavados en mi. A su lado, dos adolescentes ocupaban sus lugares, el más grande, un chico que imagino tendría algunos 16 años, de ojos café y cabello negro, se encontraba sentado a la derecha de su madre observándome con una mirada curiosa y la pequeña, supongo que debe ser dos o tres años menor que su hermano, de cabello en un tono rubio y ojos igual de ámbar como los de su madre, me observaba con una mirada risueña.
Respiré profundamente y, con determinación, me acerqué a la mesa. Santiago levantó la mirada al verme, sorprendido por mi presencia. Le sonreí, gesto que por la cara que ha puesto, estoy segura de que no se lo esperaba.
—¡Buenos días!— Saludé con una voz animada, tomando asiento junto a Santiago.
La intensa mirada de Mónica no estaba pasando desapercibida para ninguno de los presentes, pero decidí ignorarla por el momento. Santiago, contento con mi actitud, comenzó a presentarme a sus dos hijos.
—Ellos son mis hijos, Pablo y Sofia. Chicos, ella es Ximena, estará quedándose con nosotros un tiempo en la hacienda.
—¿Eres la novia de mi papá?— Me pregunto curiosa Sofia.
—Algo así— Le respondí tratando de sonar amable.
—Lindo cabello— Sentencio tomando de sorpresa a su madre que lanzo su tenedor enfadada.
Todos nos quedamos en silencio y de pronto me percato que Pablo, esta que me atraviesa con esa intensa mirada café.
—¿Qué edad tienes pablo?— Hablo tratando de romper el silencio. — ¿Haces algún deporte?
—Tengo 18 y...— De pronto, Mónica se puso de pie y arrojo su planto al piso histérica.
—Escúchame bien, maldita gata rompe hogares. !No quiero verte cerca de mis hijos! No les hables ni mucho menos te les acerques o me vas a conocer.
Dicho esto se marchó dejando a sus dos hijos de piedra sin saber bien si debían marcharse también.
—Iré a tratar de calmarla— Hablo Pablo poniéndose de pie y desapareciendo tras su madre.
No es como que conozca a Santiago a la perfección, pero puedo notar lo cabreado que esta en este momento.
—Sofia déjanos solos— La niña hace lo que le dice sin dudarlo y se marcha.
—Siento haber arruinado el desayuno. No debí salir de mi...
—Tu no tienes que sentir nada. La que debe disculparme eres tu. Desde que Mónica esta aquí, solo has pasado malos ratos. Perdóname.
Siguiendo en mi papel, tomo su mano y le doy un reconfortante apretón que lo confunde.
—Entiendo que es complicado— Le digo. —Pero prometo que haré todo lo posible por llevarme bien con tus hijos sin importar lo que Mónica diga.
—¿Qué te está pasando?— Me pregunta confundido.
—Lo he estado pensando y estoy dispuesta a dejar de lado lo negativo y darnos una oportunidad— Le expresé con una sonrisa convincente.
—No te arrepentirás, lo prometo— Me dijo sonriendo mientras dejaba un beso en mi mano.
Sé que esto no es del todo suficiente para convencerlo, pero es un comienzo. Estoy lista para continuar con esto.
Sofia Vargas, 15 años
Pablo Vargas, 18 años