Una jovencita hija de uno de los mafiosos más grandes de Italia, nacida de su primer matrimonio y destinada como toda mujer nacida en la mafia a ser moneda de cambio, está comprometida con Reginald Fabrizi, a quien ama y adora.
Reginald Fabrizi Heredero de otra de las mafias de Italia, está enamorado como un loco de Fiorella Cappellari, hija de Francesco Cappellari, pero la envidia de la media hermana de Fiorella hará dudar a toda su familia, incluyendo a Reginald del amor de su amada.
La pobre Fiorella deberá ser fuerte y valiente para poder superar todo lo que le viene, la traición, intriga y la venganza rodeará a esta joven volviéndola capaz de hacer lo que sea para conseguir su venganza, habrá para esta mujer dañada la oportunidad de volver a amar.
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Cena, baile y...
—La comida estuvo deliciosa y el postre muy rico, mi madre me hacía cannolis cuando yo era pequeña, muchas gracias. —Dice Fiorella.
—Gracias a ti hemos platicado sin que quieras que me dé un infarto. —Bromea él.
—Dime que te molesta de mi actitud y así… podré hacerlo con más frecuencia. —Esta vez bromea ella.
—Nada, todo de ti me encanta, me atrajo aquella chica triste y con tan buen corazón que prefirió salvarme antes de que salvarse ella —Dice él.
—Esa chica murió, ya no está, no existe. —dice ella.
—Si está, solo se esconde dentro de una coraza, pero haré que salga a flote de nuevo. —Afirma Salvatore.
—No lo harás… —Replica ella.
—Estoy seguro de que sí, cuando estoy cerca de ti, tu cuerpo te traiciona. —afirma él.
—Eso es deseo… aparte de los parásitos que hago que se te vean en los ojos, tu respiración, toda tú te aceleras. —Agrega el sonriente.
—¿Qué es lo que quieres, Salvatore…? —Pregunta ella.
—A ti, como mi esposa, como mi mujer, como mi todo —Dice él y ella sonríe.
—Nos casamos en cuatro meses, y sobre ser tu mujer eso se puede resolver esta noche. —Él abre los ojos sonriendo
—Siempre tan directa, siempre has sido así. —Pregunta Salvatore tomando un sorbo de su trago.
—Sí, solo que… con timidez, pero con tu abuelo era tan fluida y a él le encantaba mi lengua viperina como decía él. —Él contrae su mandíbula y se levanta extendiendo su mano para que ella le de la de ella, la mujer se levanta y juntos van hacia el arco de girasoles.
En ese lugar está sonando una música suave y romántica, ellos comienzan a bailar, la noche está fresca y el cielo decorado con millones de puntos brillantes y algunas hermosas estrellas, un momento muy lindo.
Ambos siguen bailando y entonces él dejó salir lo que tenía atorado.
—Es mi abuelo y lo amaba, pero me molesta que hablas de él, no sé cómo hizo, pero te escuché que le dijiste, te amo… Eso me mata.—Aprieta sus ojos y su agarre en ella.
—Odio saber que fuiste como dices; mi abuela, fuiste su mujer y más rabia me da que él sabía tu nombre, él sabía que yo te buscaba y se casó contigo. —Su voz temblaba por la rabia y ella solo escuchaba.
—Por eso casi que no llego a su entierro, no quería verlo, no quería reclamarle lo que me hizo, yo… Te quise desde aquella noche y has sido parte de mis sueños y pesadillas desde entonces. —Confiesa él.
—No le des tanta importancia… Estoy contigo, a lo mejor, por eso me hizo casarme contigo, quería devolverte tu capricho. —Él niega.
—Has sido todo menos un capricho, a lo mejor obsesión, fijación, alguien que deseo con locura y jamás dejaré de hacerlo.
—Qué manera más rara de declararte… —rio ella.
—No soy bueno con las palabras.
—Cuando estés tan dentro de mí, quiero escuchar algo más que solo soy una obsesión. —Dijo ella y lo besa.
—Carajo… —Ella besa su cuello y abre su camisa.
—Se supone que esto no pasa en la primera cita… —Dijo y sigue besándola.
—Vamos a la habitación antes de que tus empleados vean una escena para adultos. —Dice ella. Él la toma de la cintura y ella se aferra a su cadera enroscando sus piernas en su cadera, el vestido de ella termina rasgado por el movimiento y así suben a su habitación.
—Mmm… Quiero a mi dulce salvadora, a esa jovencita de hace dos años. —Dijo acostándola en la cama.
—Hazla salir con besos, quiero que te hundas tan dentro de mí que se me olvide todo. —Pide y no necesita repetirlo.
—Necesito poseer cada parte de ti y sentirte mientras te lleno completa, no recordarás nada más después de hoy. —Habla el placer por él.
El vestido abandona su cuerpo al igual que su cordura.
Ella deseaba a ese hombre, lo quería, su boca diría que no, pero su mente y su cuerpo eran unos traidores, pero no podía dejar que le pasará de nuevo, nadie fue más perfecto que Reginald y la lastimó igual, ¿cómo podría confiar de nuevo?
El hombre quería tomarla con fuerza y borrar de ella el paso de su abuelo o de quien sea, pero no lo hizo.
Sería la primera vez de ellos juntos y el comienzo de su vida entera.
Mira su lencería negra y su perfecto cuerpo porque ella ante sus ojos era perfecta, única, hermosa y maravillosa.
Saca el sujetador y se dedica a besar cada milímetro de su piel mientras el centro de Fiorella es solo agua.
—Eres tan hermosa, tus pechos son… Tan suaves y apetitosos. —toma uno y lo lleva a su boca, chupa y juega con la punta moviendo su lengua, muerde sin causarle dolor mientras succiona tal delicia.
Amasa su otro pecho y le da pequeños pellizcos.
—Eres tan hermosa… Tan… mía. —Se pasa al otro pecho escuchando los gemidos de ella y como Fiorella empuja su cabeza hacia sus senos cada vez más, le gusta la sensación en su centro, es una locura deliciosa para ella.
Él baja sus dedos paseándolo por su cuerpo hasta rozar su centro, quiere enterrarlos en ella, hacerle saber que no necesitaba a nadie más y hacerla olvidar lo que alguna vez vivió con su abuelo.
—Mmm… empújalos dentro. —Pide ella.
—Aún no… Mi Fiorella. —Declara.
—Tenemos mucho tiempo mi Fiore… —Ella está tan perdida en deseo que lo deja ser…
Salvatore saca su ropa dejando un monumento frente a ella, una obra de arte tallada a mano, era duro y suave, perfecto para de ella.
El hombre se separa de Fiorella y baja su bóxer para dejar ver su enorme miembro, una protuberancia tan grande y marcada por venas, ¿centímetros?, no sabía ella decir cuántos solo lo toca mientras él lo bombea frente a sus ojos y ella calcula dos veces su mano abierta y un poco más, es… Deslumbrante
—Quiero hacerlo, necesito esto en mí, quiero estás gotas brillantes en mi centro ahora. —dice y bombea ella la gran e impresionante cosa.
—Dios, me quieres matar… —Dice y ataca sus labios, pasea besos y los intercala con lamidas por su abdomen, vientre y deja un beso mojado en su rosado centro.
—Esta delicia la comeré luego, no aguanto más, tuve deseando esto por dos años… —Este comienza con un río de besos desde su cuello, los pasea por el centro de sus pechos y los lleva hasta su abdomen.
Besa su pequeño ombligo y llega de nuevo hasta su monte de Venus disfrutando su aroma, no era su primera vez, pero sí era la de ambos como pareja y él haría que esta fuese recordada por ella.
Sube y abre sus piernas de nuevo, coloca la punta de su gran miembro en su entrada y va entrando con cuidado, al principio solo roza esa delicada parte y observa como ella se deja llevar, las emociones en su cara, los gemidos, como se muerde los labios, realmente Fiorella lo está disfrutando y no habían comenzado aún.
Es difícil, a él le duele a cada paso que entra.
Es doloroso para Salvatore, su muy estrecho agujero lo aprieta hasta dolerle, para Fiorella es igual de doloroso, pero ella se dedica a disfrutar.
Salvatore la escucha gemir mientras va entrando y mira hacia abajo para ver la unión entre ambos, su apretado centro se abre arropando su miembro y eso que no está ni a medio camino, ella se sobresalta cuando por fin él traspasa aquella barrera, un trozo de tela que demuestra algo; Él es un idiota y ella es la mujer de hace dos años, la dueña de sus sueños y pesadillas y la única mujer capaz de poner de rodillas a Salvatore Falcone Ivancov.
Un grito ahogado sale de ella, las afiladas uñas de Fiorella calan la carne en la espalda de aquel hombre, marcas que él quiere conservar de por vida.
Fiorella arrastra sus uñas hacia abajo, dejando la espada de él marcada.
—Oh mierda… Mmm —Grita ella, mientras un idiota la mira con ojos muy abiertos y cara de shock.
—No te vayas a desmayar mi Tore, es mi primera vez, no la tuya… —Así era ella en semejante situación, tenía su lengua afilada y lista para lanzar veneno, pero la manera como lo llamó le encanta.
—No será hoy, pero te daré un gran castigo por todo lo que me hiciste maquinar y sufrir, mi Flor hermosa. —Ella sonríe con un poco de dolor mientras él sigue introduciendo cada centímetro en ella.
—Y si quiero que sea hoy… —Lo reta.
—No voy a dañar la primera vez de mi mujer, maldigo mi desespero, esto hubiese sido perfecto en la noche de bodas. —Dice él con reproche para sí mismo y ella solo sonríe.
—Esa noche haré un drama y voy a simular que es mi primera vez… —Sonríe ampliamente.
Él solo la ve relajada esperando a que el dolor pase.
—Sigue moviéndote que el dolor y yo somos amigos cercanos. —Declara ella.
—Me temo que tu amistad con el dolor se acaba hoy, y como tu futuro esposo te prohíbo volver a interactuar con él. —La besa mientras ella pierde la cabeza, su mente es un lío.
«Tú lo quieres y más que eso, tú ya no lo quieres lejos de ti, tú estás tan perdida en él que has caído en tu propio juego» Su mente es cruel y ella niega, no quiere volver a creer y confiar, no puede pasar por esa decepción de nuevo
«Tú lo quieres… no es una pregunta, es una afirmación» Su mente la reta y ella sacude el pensamiento.
—Eres y serás siempre mi pequeño punto débil, mi pequeña flor cubierta de veneno y espinas, serás siempre lo que eres… —Afirma él cumpliendo el pedido que ella le hizo mientras bailaban.
—Mi mujer… Mi todo… Tú…
maldición, te quiero Fiore… —Las palabras salen y no las detiene al tiempo que la embiste una y otra vez, lento y pausado, haciéndola perderse en el placer.
—No digas cosas que no sientes, no te condenes porque esta vez no me voy a dejar dañar, si prometes algo te lo haré cumplir… —Habla ella mientras él se entierra más profundo, ya no hay delicadeza, ahora actúa la pasión y el deseo.
—Prometo cuidarte… —Embiste
—Prometo adorarte… —Otro empuje.
—Y prometo amarte como lo he hecho durante dos malditos años. —vuelve a enterrarse tan fuerte como puede, ella se pierde y la danza es perfecta, Salvatore da y ella recibe, Él le come la boca y ella escudriña con su lengua y cada parte de esa cavidad.
Ambos están sudados y con ganas de más y más y eso es lo que ella pide a gritos, el dolor es un mal recuerdo y el placer ahora protagoniza la noche.
Ella se estremece, sus piernas fallan, la respiración se le acelera y la sensación más placentera la invade y no solo ella vota sus jugos, él también estalla y se mezclan su excitación con la de ella, es una sincronización perfecta.
—Mi mujer…
—Mi hombre.