Lucia y Marcos viven en distintos continentes, un desamor los unió. Ahora habrá que ver si triunfa el amor pese a la diferencia de edad, la distancia y esa loca obsesión por querer ser solo amigos.
Puede aquellos sentimientos nacidos por el dolor, aguantar contra aquello que pueda derrumbar su relación...¿Aun si aquello implica también enfrentarse a la edad?
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Capítulo 9 (Lucia y Marcos, 9 de noviembre)
- ¡No puede
ser, ni una lata de conserva! - Exclamo Marcos buscando en cada una de las alacenas
que había en la cocina de la casona.
Mientras,
Lucia observaba impactada aquel sitio.
(-Es enorme-)
pensó.
Las mesadas
muy blancas le daban la apariencia de más espaciosa e iluminada, una isla en el
centro donde estaba la cocina la hacían ver muy cómoda y práctica, sobre una de
las paredes se encontraba una gran heladera, también blanca, de dos puertas. Un
poco más retirado y dividido visualmente por un arco, se podía ver una mesa de
madera maciza con 6 sillas a su alrededor.
-Esto es más
grande que toda mi casa- dijo un poco
sorprendida la mujer
Marcos giro,
cerrando las puertas de la última alacena y miro a su alrededor.
- ¿Nunca
habías entrado? - pregunto
-No ¿Por qué
lo haría? Además, hace dos días que trabajo aquí. - contesto Lucia caminando
hacia una puerta que había a su derecha. - ¿Dónde lleva? - quiso saber
Marcos se acercó
un poco hacia donde estaba parada la mujer y con mucha gracia le respondió
-Esa puerta
da a un pasillo… que lleva a una escalera de servicio… por la cual puedes ir a
los dormitorios. ¿Ya quieres conocer los dormitorios? Mejor cenemos antes. -
Quiso bromear
Lucia lo
miro entrecerrando los ojos.
-No haga que
me arrepienta de haber venido. Si me va a faltar el respeto, vuelvo a mi
trabajo. No vine a coquetear con usted, vine a hacerle compañía porque sentí
pena.
Marcos metió
las manos en los bolsillos y sonrió, parece que no había sido conveniente lo
dicho.
-Ok,
discúlpame. Entonces ayúdame a buscar algo que se deje comer, muero de hambre.
No pruebo bocado desde ayer a la noche.
-En verdad
no ha comido nada. - Quiso saber Lucia
-Pues no, y
no me había dado cuenta hasta ahora.
-Vayamos a
la ciudad entonces- le propuso la mujer- Algo debe estar abierto donde pueda
comer.
-Eso sería
peligroso- explico Marcos- Pueden reconocerme y no lo deseo
-No se crea
tan importante. Recuerde que está en un pequeño lugar de Argentina, aquí su
fama no es reconocida como en Europa. - quiso calmarlo Lucia
El hombre
llevo sus manos a la cabeza y tirando su cabello hacia atrás se lo recogió.
-Tal vez
tengas razón. - afirmo- déjame buscar las llaves de la moto
Los ojos de
Lucia se agrandaron.
-No, no.
Mejor iremos en mi auto. Las noches aquí pueden ser muy frías. No he traído
abrigo suficiente. Además, tal vez llueva más tarde.
- ¿Llueva? -
pregunto Marcos asomándose al ventanal que había en el comedor diario- Pero si
no hay ni una nube. Las estrellas están enormes y brillantes.
-Aquí el
clima es muy inestable- justifico Lucia sus palabras
- ¿Tienes
miedo a la moto? - quiso saber el hombre y volviéndose hacia ella le tomo la
mano y la apoyo contra su pecho- Mira que te pierdes de abrazar esto- volvió a
bromear con una sonrisa pícara.
Lucia se retiró
rápidamente, bajando su brazo.
- ¿Sabe qué?
Ya me arrepentí-dijo, pego media vuelta y camino hacia la salida.
-Perdón-
dijo Marcos, otra vez su broma no había caído bien.
Pero ella
seguía caminando
-Perdón,
perdón- volvió a repetir alzando la voz.
Lucia se
detuvo y volvió a mirarlo
-Una vez más
que vuelva a faltarme el respeto y no me ve más la cara-
-ok,
discúlpame. Es la costumbre. - intento justificarse Marcos.
- ¿La
costumbre? ¿Usted acostumbra andar por la vida queriéndose levantar todo lo que
se mueve? - le reprocho Lucia
- ¿Levantar?
- Repitió el hombre sin entender bien que significado tenía esa palabra en la
conversación.
-Es un
término que usamos acá, una forma de decir que usted “coquetea” con cualquier
mujer.
-ah entendí.
En mi defensa puedo decir que no soy de “coquetear” con cualquier mujer. Solo
con las que considero atractivas. - y diciendo esto, abrió la puerta haciendo
una reverencia, para que pasara ella primero.
La cara de
Lucia se prendió fuego de inmediato y no supo que contestar a tan agradable
galantería. Solo agacho levemente su cabeza y camino hacia afuera.
El recorrido
hasta el automóvil, que se encontraba al lado de la casa de seguridad, fue en
silencio. Nada incomodo, solo en silencio. Ambos iban observando el cielo y las
hermosas estrellas. Dos o tres veces se cruzaron sus miradas. Pero tanta
inmensidad no debía de ser rota por palabras innecesarias.
deja mucho esperando /Right Bah!/