Eldoria, un reino donde la magia mantenía el equilibrio entre la luz y la oscuridad, se enfrentaba a una antigua profecía: el resurgimiento de una gran sombra.
En el pueblo de Luminara, Anara, una joven con sueños de una torre oscura y susurros ominosos, descubrió que era la Elegida destinada a enfrentar esta amenaza. Su abuela, Meridia, reconoció las señales y la preparó para su misión.
Anara debía emprender un peligroso viaje para restaurar el equilibrio de Eldoria y confrontar la sombra. La batalla entre la luz y la oscuridad estaba por comenzar, y Eldoria necesitaba a su última guardiana.
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el despertar del dragón
**Capítulo 17: El Despertar del Dragón**
La academia de guardianes prosperaba y Eldoria gozaba de una paz duradera, pero en las profundidades del reino, algo antiguo comenzaba a moverse. En lo más profundo de las Montañas Umbrías, donde ninguna luz penetraba, un dragón antiguo, olvidado por el tiempo, comenzó a despertar de su largo letargo. Su nombre era Draknor, y su despertar traería consigo una nueva amenaza para Eldoria.
Kael, Elara y Finn, ahora líderes reconocidos de los guardianes, se encontraban en una reunión estratégica con Anara, Dorian y Lyra. Estaban planificando nuevas defensas y exploraciones cuando un mensajero irrumpió en la sala, exhausto y alarmado. Había avistado una sombra gigantesca moviéndose en el horizonte, hacia el norte. Las descripciones coincidían con los relatos antiguos sobre los dragones.
Anara, recordando las leyendas de Draknor, supo que esta no era una simple criatura. Era un dragón de una era antigua, lleno de rencor y poder. Inmediatamente, el consejo decidió que debían actuar rápidamente. Draknor no solo era una amenaza física; su presencia podía desestabilizar la magia misma del reino.
Prepararon una expedición para enfrentarse a la criatura. Kael, Elara y Finn liderarían a un grupo de élite, mientras Anara, Dorian y Lyra coordinarían las defensas en Eldoria. Los guardianes se armaron con las mejores armas y hechizos disponibles, conscientes de la magnitud de la tarea que tenían por delante.
El viaje hacia las Montañas Umbrías fue arduo. La oscuridad y el frío aumentaban con cada paso, y los guardianes podían sentir una presión creciente en el aire, como si la misma tierra temiera el despertar de Draknor. Finalmente, llegaron a la entrada de una cueva colosal, de donde emanaba un calor abrasador y un olor a azufre.
Dentro de la cueva, los guardianes avanzaron con cautela. El sonido de la respiración pesada de Draknor reverberaba por las paredes, un recordatorio constante de la fuerza que enfrentaban. Finalmente, en una cámara vastísima, lo vieron. Draknor, con escamas negras como la noche y ojos ardientes como el fuego, se erguía majestuoso y terrible.
La batalla comenzó con un rugido ensordecedor de Draknor, que lanzó llamas hacia los intrusos. Kael y los guerreros se protegieron con escudos encantados, mientras Elara desataba hechizos de hielo para contrarrestar el fuego del dragón. Finn, con su mente estratégica, coordinaba los ataques, buscando puntos débiles en las escamas del dragón.
Draknor, aunque poderoso, no había anticipado la tenacidad y habilidad de los guardianes. Cada ataque, cada hechizo, estaba perfectamente sincronizado. Elara logró congelar una de las alas del dragón, limitando su movilidad. Kael, con un golpe preciso, logró herir una de sus patas, y Finn lanzó una serie de encantamientos que debilitaban la defensa mágica del dragón.
Sin embargo, Draknor no era una criatura fácil de derrotar. Con un último esfuerzo, lanzó una ola de fuego y energía oscura que sacudió la cueva. Los guardianes apenas lograron protegerse, y Kael fue arrojado contra una pared, herido gravemente. Elara y Finn, viendo a su amigo caer, redoblaron sus esfuerzos, canalizando toda su magia y fuerza en un ataque final.
Fue Elara quien encontró el punto débil. Recordando una antigua leyenda, apuntó su varita hacia el corazón del dragón y lanzó un hechizo de luz pura. La magia atravesó las escamas y llegó al corazón de Draknor, provocando un rugido final antes de que el dragón colapsara, su cuerpo disolviéndose en una nube de cenizas.
La cueva quedó en silencio. Los guardianes, exhaustos pero victoriosos, ayudaron a Kael a ponerse de pie. Habían logrado lo imposible: derrotar a un dragón antiguo y proteger Eldoria una vez más. Con el corazón lleno de orgullo y alivio, comenzaron su viaje de regreso, llevando consigo la historia de su triunfo.
De vuelta en Eldoria, fueron recibidos como héroes. Anara, Dorian y Lyra los esperaban, aliviados y orgullosos de sus protegidos. La noticia de la derrota de Draknor se extendió rápidamente, y el reino celebró con alegría y agradecimiento.
El enfrentamiento con Draknor no solo consolidó la reputación de los nuevos guardianes, sino que también reforzó la determinación de Eldoria de proteger su paz y prosperidad. La academia de guardianes se llenó de nuevos aspirantes, inspirados por la valentía y el sacrificio de Kael, Elara y Finn.
Anara, Dorian y Lyra, sabiendo que su legado estaba en buenas manos, encontraron una renovada esperanza en el futuro. Eldoria, con sus guardianes vigilantes y su pueblo unido, estaba preparada para cualquier desafío que pudiera surgir. La historia de Draknor se convirtió en una nueva leyenda, un recordatorio eterno de que, aunque las sombras pudieran intentar alzarse, la luz de Eldoria siempre prevalecería.
Y así, el reino continuó su camino hacia un futuro brillante, fortalecido por el coraje de sus héroes y la unidad de su pueblo. La paz, aunque arduamente mantenida, era una joya preciada que todos se comprometían a proteger, asegurando que Eldoria siguiera siendo un faro de esperanza y fortaleza en un mundo lleno de incertidumbre.