Annie jamás pensó que podría llegar a hacer algo tan descabellado como ayudar a secuestrar al presidente del país.
Durante todo un mes es la Encargada de mantener en buena forma al cautivo y aunque al principio el mandatario, John Meyer es una persona dura, fría que solo la insulta, poco a poco se deja llevar por la personalidad dulce y tierna de su secuestradora.
Después de varios días en cautiverio Annie lo ayuda a escapar, arriesgando su propia vida y la de su familia.
Jonh esta agradecido por su sacrificio por lo que la lleva con el, además, es la única que puede ayudarlo a llegar al final de todo este asunto.
¿Lograra John acabar con los planes de magnicidio en su contra? ¿Annie conseguirá su propia Venganza?
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Capitulo 8: Hagamos un trato.
—¿Cómo podría hacer eso, señor presidente? —pregunta Annie sorprendida. Sabe que son personas muy poderosas, capaz de hacerle daño a Marcus y a su madre.
—Escucha... Hagamos un trato, Noreen, no te haré daño, no volveré a insultarte, no intentaré huir, a cambio de que averigües quien está detrás de todo esto, o me traigas información... prometo protegerte pase lo que pase... ¿Aceptas? —manifiesta John, mientras le brinda su mano derecha para cerrar el trato. Después de pensarlo unos segundos Annie acepta, no sabe si esta haciendo lo correcto, pero últimamente no lo está haciendo así que no le queda otra opción que aceptar el trato con el presidente.
—Acepto, señor presidente —Annie le brinda su mano y cuando ambas se estrechan puede sentir una corriente eléctrica qué recorre todo su cuerpo ¿Por que siente estas cosas? ¿Acaso se ha vuelto loca?
John no pasa inmune a ese contacto, siente algo que le es incapaz soltar la mano que tiene entre las suyas, esa mano callosa, lastimada, pero suave al fin, ¿Quién es esta mujer? ¿Por qué siente tantos deseos de protegerla? ¿Acaso no aprendió, ya que su vulnerabilidad a las mujeres débiles solo le ha traído problemas?
—Hay algo más... Quisiera que te Saques la máscara —Annie sorprendida termina con el contacto y se separa de él, asustada —tranquila, no te obligaré que lo hagas, pero serviría ver tu rostro para realmente saber si puedo confiar en ti.
—¿Cómo podría saber eso? —pregunta Annie.
—La mirada de las personas, Noreen, puedo leerlas, y esa maldita máscara no me permite ver tus ojos... No sé cómo haces para ver con eso. Con solo verte a los ojos puedo saber si eres una persona confiable o no.
—Lo siento, señor, por el momento no puedo.
—Esta bien, dejaré que te tomes tu tiempo... Prometí que no volvería a tratarte mal, así qué no puedo hacerlo.
—Gracias por entender, señor presidente.
—Una cosa más... ¿Por que tienes tus manos en ese estado? Me has dicho que no trabajabas —no podría decirle que todos los días va a juntar basura para comer y muchas veces se ha lastimado con vidrios, alambres, y demás objetos cortantes, lo que han ocasionado heridas y cicatrices en sus manos—eres una mujer muy intrigante, Noreen, realmente me da mucha curiosidad conocer tu cara —John se imagina que detrás de esa máscara se encuentra una mujer mayor, quizás de su misma edad, nunca sé imaginaria que es apenas una jovencita, desesperada por salvar la vida de su madre.
—Por el momento no puedo ayudarlo en lo que me pide, pero haré lo imposible por descubrir quien está detrás de todo esto. Confíe en mí.
—Realmente no se porque, pero siento que puedo confiar en ti, aunque no debería, puedes irte. Prometo que comeré toda la comida.
—¿No quiere que me quede a acompañarlo? —pregunta Annie, recordando que a él no le gusta comer solo.
—Por hoy no, tienes trabajo que hacer.
—Si señor, tiene razón, me retiro, cualquier cosa que necesite llámeme, por favor.
Annie sale de la habitación, dejando al presidente tranquilo y sin cadenas, por fin pudo llegar a él después de 15 días y aliviar un poco su cautiverio.
Cuando llega a la cocina se encuentra con Michel y otro de sus compañeros, quienes están bebiendo alcohol y ya están algo borrachos.
—Pero mira quien tenemos aquí... —exclama Sam, amigo de Michel, levantando la botella de cerveza, invitándola a beber con ellos —A la hermosa de Annie, ven, tomate una con nosotros.
—Lo siento, Sam, no tomo alcohol.
—Vamos Annie, ven conmigo no te hará daño tomar un trago —Sam se levante de la silla y se acerca a ella para molestarla.
—Déjala en paz, Sam... —la defiende Michel, lo que enfurece a su amigo.
—Claro, la quieres para ti solo ¿Verdad? ¿Te dijeron que eres un egoísta, por no compartir con tus amigos? —Annie se levanta de la silla para irse, pero este corre y la alcanza trayéndola a la rastra, con violencia.
—¡Te dije que la dejaras en paz, es que no entiendes! —exclama Michel furioso, enfrentándose a Sam.
—¿Y si no que?... —Annie sabe que se está por armar una pelea, por lo que intenta zafarse de Sam, pero este tiene mucha fuerza.
—¡Juro que te mataré si le tocas un pelo! ¡Sueltala!
—¡Eres un idiota! —Sam suelta a Annie al suelo, con mucha violencia, por lo que esta se golpea el tobillo al caer.
—¡Te voy a matar! —grita Michel quien le pega un buen golpe en la cara tirándolo también al suelo, esta por darle otro golpe, cuando Annie lo detiene.
—¡Ya basta, por favor, Michel! —la suavidad en la voz de ella comienza a tranquilizarlo. Esa mujer tiene el poder de calmar a las mismas fieras.
—No puedo permitir que te hagan daño, Annie.
—Tranquilo, estaré bien —ella intenta levantarse, pero vuelve a caer al suelo, al parecer su tobillo sufrió mucho daño y esta empezando a hincharse.
—Oh, Annie—Michel se acerca a ella, la toma del brazo y ayuda a levantarse del suelo, sentándose en una silla —mira Sam, dejaré pasar esto porque estás borracho, pero una vez más que le hagas daño a Annie, no te lo perdonaré.
—¡Olvídalo! —Sam furioso sale del lugar, llevándose la botella de Cerveza, Michel va a la heladera por un poco de hielo y lo pone en su tobillo.
—Annie, este tobillo se ve muy mal, tendrás que hacer reposo.
—Estaré bien, no te preocupes —ella intenta pisar el suelo pero el dolor se vuelve insoportable —Creo que no...
—Maldita seas, Sam. Annie iré a la farmacia por analgésicos y una venda, solo quédate aquí y ponte hielo, tardaré una hora, estamos muy lejos.
—Esta bien, Michel. No te preocupes, me haré cargo del presidente.
—Cuídate, Annie. No te levantes de la silla, si caminas podrás empeorar la situación.
—Quédate tranquilo, no me moveré de aquí.
Michel toma sus pertenecías y las llaves del auto y sale del lugar, dejando a Annie, por primera vez, sola con el presidente.
Ella está perdida en sus pensamientos, por lo qué no escucha que la puerta de la habitación de John se abre y él sale de allí, al haber escuchado toda la discusión y saber de que ella se ha quedado sola.
—Hola, Annie —John la llama por su nombre a sus espaldas y ella inconscientemente se da la vuelta, olvidando por completo que no llevaba su máscara puesta.
Muchas Gracias