CHOQUE DE ORGULLOS.

Había pasado un mes, ya todo está listo para la boda, los invitados estaban llegando la abuela ayudaba a Patricia a vestirse que estaba enfurecida por qué Manuel no quiso casarse con ella por la iglesia pero no le importaba nada en su mente y su necedad era tener a Manuel como su esposo.

Bajaba de las escaleras Elena y saludaba a los invitados.

Abuela: Ya baja la novia.

Ricardo: Hija estás hermosa, Manuel te la encargo.

Manuel: No se preocupe señor Salgado.

Ricardo: Señor Juez estamos listos.

Juez: Bien acérquense los contrayentes, y los testigos... estamos aquí para unir en matrimonio a este hombre y está mujer el matrimonio es.

El juez declaraba los derechos y las obligaciones de ambos Manuel desesperado por qué todo terminará y Patricia con una gran sonrisa.

Juez: Señor Manuel Montenegro Isunza acepta por esposa a la señorita Patricia Salgado Lizardi.

Manuel: Eh... a sí acepto.

Juez: Señorita Salgado Lizardi acepta por esposo al señor Manuel Montenegro Isunza.

Patricia: Sí acepto.

Juez: En nombre de la ley los declaro marido y mujer puede besar a la novia.

Manuel solo la abraza y se voltea para que los invitados los comiencen a felicitar, Elena no soporto así que salió antes y se fue al jardín, minutos después estaba Manuel con ella.

Elena: ¿Qué haces aquí?

Manuel: Solo vengo a decirte que si me case con tu hermana es para únicamente a estar cerca de ti, te amo Elena.

Elena: Lárgate ¿cómo te atreves a decirme estas cosas cuándo te acabas de casar?

Manuel: Por qué necesito que lo sepas.

Elena: Ya lárgate porque si no te doy una bofetada es porque ni eso mereces.

Salió Manuel triste y Elena solo pensaba en como haría para olvidarlo pues a pesar de todo lo amaba y se sentía culpable por sentir amor por el que ahora era el esposo de su hermana de pronto llegó un olor de tabaco al voltear alguien fumaba en una de las sillas del jardín se levanta y le da una sonrisa apagando el cigarro.

De todas las personas que hay en la maldita fiesta tenía que ser este hombre al que tanto odio. - pensaba Elena cuando Arturo se acercaba a ella.

Arturo: Buenas noches señorita Salgado permítame decirle que la encuentro bellísima y no se preocupe por su conversación con su cuñado de mí no saldrá ni una palabra se lo juro.

Elena: Lo único que lamento es que haya tenido que ser usted el que escuchara mi plática con Manuel, precisamente al que más odio.

Arturo Y puedo preguntar por qué tanto odio hacía mi si no me conoce.

Elena: ¿Y todavía me lo pregunta?, primero vino aquí a insultarme con sus millones, por creerse el dueño del mundo, tiene comprada la ciudad y sus fiestas respetables que no son otra cosa que sus orgías disfrazadas, ha hecho de Manuel peor que un esclavo y para final ha hecho de mí su víctima de sus constantes burlas por eso lo desprecio y lo odio.

A cada palabra que salía de los labios de la mujer que lo tenía hechizado no daba crédito ante tantas cosas que el juzgaba sin sentido fue entonces que la ira se apoderó de él y sin poder contenerse le respondió.

Arturo: Basta ya señorita Salgado no sé cómo me he controlado para tener que escuchar tantas tonterías de parte de una mujer inútil que ha sido mimada desde la cuna.

Elena: ¿Y con que derecho me llama usted una mujer inútil?, viniendo de un hombre como usted es un insulto.

Arturo: ¿Qué con que derecho dice usted?, con el derecho que me da la vida del sufrimiento que di y luego me dieron, cuando lloré y reí cuando trabaje de sol a sol cuando todos han esperado algo de mí y yo no espero nada de nadie, por qué he creído en Dios y he blasfemado pero he dejado algo en las personas, una lágrima, una sonrisa pero algo entiende ese es mi derecho y si me disculpa me retiro para no tener que seguir acomodándola con su permiso y buenas noches.

Arturo se dio vuelto hecho una furia, pero no vio que Elena intento responderle pero solo abrió su boca y se quedó en silencio.

Dios creo que me sobre pase pero ya no soporte más esa mujer caprichosa y Altanera no podrá conmigo. -Se decía Arturo una y otra vez de regreso a su casa.

Elena: ¿Quién es esté hombre y que se cree para tratarme así? Acaso me intimida, no jamás nadie lo ha intentando y él no será el primero. - Elena tambien se lo repetía una y otra vez antes de entrar a su casa y despedir a los novios que partían en viaje de bodas.