Es la historia de Nico, el hijo de Anna y Enzo, aunque no es necesario leer la anterior para comprender esta.
Nicolas Parisi un CEO que no creía firmemente en el amor, concentrado en su trabajo, un día se fijó demás en su secretaria, una joven con una belleza inigualable que él empezó a desear.
Cada vez era más las veces que él se perdía en sus pensamientos al pensar en Helena, su secretaria, una chica con noble apariencia y que aparentaba inocencia, él empezó a sentirse más atraído por ella.
Helena empezó a invadir sus pensamientos con más persistencia, lo que hizo que el interés de él fuera aún mayor. ¿Podrá Nicolas conquistar a Helena?
NovelToon tiene autorización de Roxane Enriquez para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Nueve
Sergio ayudó a Nico a estar cómodo en el baño, todavía no había soltado la borrachera del todo, y lo esperó fuera mientras se bañaba, quería hablar con él antes de irse a su casa y dejarlo solo con Helena.
- Nico¿ Cuantos años hace que trabajo para ti?- le preguntó cuando lo vio salir del baño, secándose el pelo.
- No sé, desde que empecé en esto has estado a mi lado. - contestó.
- ¿ Y te acuerdas cuando conocí a Amelia?- Nico no sabía a donde quería llegar, pero contestó
- Sí- él sonrió- parecías tonto.
- Y aquello no fue fácil, y no es fácil todavía, escucha bien, todos los días me levanto pensando que ella se puede cansar y dejarme e irse lejos, o que la estoy poniendo en peligro y eso es peor, pero en la noche, cuando me acuesto al lado de ella, cada maldito miedo que pasé en el día valió la pena, y no te hablo de sexo, te hablo de saber que a tu lado está la persona que te completa, la que esperaste encontrar toda la vida y que creiste que no merecías, porque la amo y sé que ella me ama. Necesito que pienses en eso ahora cuando bajes y veas a Helena. Y piensa que no eres el único que ha sentido miedo y que vive con miedo.
- ¿Y que pasa si no acepta?
- ¿Y que pasa si iba a aceptar y no te enteraste por no preguntar?
- Gracias hermano, todavía no sé por qué con ella no puedo ser como con las demás, dejarla pasar y punto.
- Porque ella no es como las demás. Ahora ponle ganas, y baja y di lo que tienes que decir, no se para que sabes ocho idiomas si cuando estás con ella balbuceas y mal.
- No te burles.- le dijo apuntándole con el dedo.
- Perdón jefe- le sonrió- te dejo, ahora baja y háblale.
Sergio llegó primero abajo y se encontró a Helena en la cocina, haciendo algo para cuando Nico estuviera mejor.
- Ya me voy Helena, si puedes, quédate un poco con él. - le pidió a la chica.
- Bien, no te preocupes, y gracias por llegar tan rápido.
- Es mi trabajo, si necesitas algo más, estoy un piso más abajo, adiós. - salió de allí y fue hacía su casa.
Un momento después Nico decidió bajar y se encontró que Helena seguía en la cocina, la estuvo mirando un poco sin que ella se diera cuenta, se había recogido el pelo y estaba descalza, seguramente le molestaban los tacones que usaba, a él aquello le pareció una escena muy tierna.
- Una vez te dije que no me importaría despertar y encontrarte en mi cocina, será que se me están cumpliendo los deseos.- habló él y ella brincó asustada con su voz, se giró a mirarlo y casi se atraganta con la saliva cuando lo vio, con el pelo mojado, una camiseta blanca y un short.
- Perdón, solo estaba haciendo algo para que coma.- habló cuando pudo.
- ¿Y porqué pides perdón por eso?- le dijo él mientras se acercaba a ella hasta acorralarla contra la nevera, ya no quería aguantar más lo que lo estaba volviendo loco.
- No sé, es solo una manera de hablar.-respondio ella tratando de respirar por tenerlo tan cerca.
- Ahora que dices hablar, nosotros tenemos una conversación pendiente- le dijo pasando su nariz por el cuello descubierto de ella, provocándole un escalofrío a la chica que él notó.
- Señor Parisi, por favor.- se escuchó a Helena casi en un susurro.
- Nico, Helena, dime Nico, que me muero de ganas de escuchar mi nombre en tu boca.
- Nico- casi gimió ella.
- Helena, quiero pedirte una cosa- ella no dijo nada, esta vez no estaba en condiciones de hacerlo- ¿Puedo besarte?- le preguntó con la boca contra su cuello, mientras la tenía agarrada por la cintura, ella tragó grueso y movió su cabeza en afirmación, en ese momento no podía pensar en otra cosa que en los labios que la estaban torturando.
El subió su mano hasta la nuca de ella y la sostuvo como si tuviera miedo que ella escapara, la miró a los ojos y juntó sus labios, aquellos labios le sabían a cielo, él había soñado tantas veces con probarlos que no le parecía verdad tenerlos pegados a los suyos, había querido tener su lengua dentro de su boca tantas veces que le parecía que no le iba a alcanzar el tiempo, había esperado tanto que su aliento y el de ella fueran uno que le parecía que se iba a ahogar.
El beso duró muy poco para el gusto de él, pero se quedó abrazándola, tratando de que no se le escapara su olor.
- Señor Parisi- le dijo ella casi temblando- Creo que es hora de que me vaya.
- No Helena, no, por favor, si no te gustó el beso te pido perdón, prometo no volver a hacerlo, pero no te vayas, por lo menos no todavía. - casi le rogó él.
- Es que...
- Espera un poco, ven y acuéstate un momento a mi lado, necesito dormir y necesito hacerlo contigo, te juro que es solo dormir, te lo juro, después te vas si quieres, pero no me dejes solo ahora, te lo suplico.
- Bien, no lo voy a dejar solo.- ella pensó que a lo mejor estaba cometiendo el error más grande de su vida y él respiró como si hubiera estado aguantando el aire en sus pulmones.
- Gracias.- la tomó de la mano para ir a su habitación y entraron a una muy grande - ven, acuestate aquí- le dijo indicando su cama- ¿Puedes poner tu cabeza en mi pecho? Por favor- le pidió cuando estuvieron los dos sobre la cama, ella se pegó a él y recostó su cabeza como le pidió- ¿ No te molesta el sonido de mi corazón? Es que siento que se me va a salir del pecho, si te molesta solo dilo.
- No, no me molesta- dijo avergonzada, era la primera vez que estaba con un hombre en una cama y para colmo aquel hombre era su sexy jefe.
- Este será el sueño más placentero de mi vida- dijo ajustando sus manos alrededor de ella y cerró los ojos para sentir su cercanía y el olor de su pelo. No había pasado mucho rato cuando ella notó que su respiración se había hecho más pausada, indicando que ya se había dormido. Por un momento pensó en irse, pero a ella también le apetecía la cercanía del hombre, y el sonido de su corazón le pareció relajante, así que, aunque estaba segura que aquello era un error, se quedó en los brazos de su jefe, esos brazos con los que había soñado más de una vez.
dónde tiene la vivacia y la astucia