Yo antes era una espía y asesina respetada por todos, temida por todos, la más importante y reconocida por todos aquellos que oían mi nombre temblaban del terror y la desesperación que sentían al oír de mí. Creía que lo tenía todo, incluso creía que tenía a mi lado a un hombre que me amaba y respetaba como mujer y compañera de equipo. Desgraciadamente estaba muy equivocada y terminé por ser traicionada por él y por la gente que creía que me era leal, pero ni siquiera eso.
Ese día perdí todo y terminé por ser arrestada, humillada, maltratada, casi violada por uno de los custodios que me llevaba a ser finalmente encarcelada, sin juicio alguno en cual pudiera defenderme; era frustrante dado que yo fui una de las personas que propuso que todo criminal, sin importar su rango no tendría un juicio sino que en cambio iría directamente a "Azgaard" la más cruel y sanguinaria cárcel clandestina que el mismo maldito Hitler autorizó sin haber consultado a sus generales y consejeros.
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Capítulo 7.
MAXWELL
En cuanto ella y yo cruzamos la puerta doble de mi oficina, la liberé de su brazo izquierdo, pero aún así sentía el calor de brazo y la sensación de esta. Cerró las puertas a sus espaldas y luego se quedó de pie, con la mirada en el suelo.
Con una actitud relajada tomé asiento en el living, en uno de los cómodos sofás individuales de piel negra suave. Ella miró a su alrededor en un intento de mantenerse serena. Era evidente que ella estaba tratando mantener una postura desafiante y valiente en un intento de no parecer asustada e intimidada por mí.
Su mirada era arrogante y exasperante. Algo natural en ella pero a la vez era algo que había sido impuesto en ella para que fuera natural y no fingido. Definitivamente había sido bien entrenada para eso y por lo visto para muchas más cosas.
Noté la sorpresa en sus ojos cuando miró mi oficina con detalle, que era lujosa pero elegante.
Era un lugar bastante amplio y acogedor. A toda luz da la masculinidad.
El enorme escritorio negro con una lámpara de lectura, estaba repleto de ciento de carpetas de color gris y café oscuro que contenían datos importantes y clasificados de los militares concernientes a Azgaard.
Miró dos los cuadros que tenía colgados en la pared con motivos romanos. A su izquierda estaba una puerta doble gris que era mi habitación. Siendo el Alcaide de Azgaard debía vivir allí.
Entonces me miró buscando adivinar mi origen o algo parecido. Estaba casi seguro de que ella pensaba que pertenecía a una familia muy bien acomodada, suponiendo que creía que tenía una actitud de príncipe arrogante o algo parecido.
Y no estaba del todo equivocada, mi actitud de "príncipe" según ella pensaba. Y en realidad eso no era una representación de acuerdo a mi rango, sino más bien a la crianza que tuve en una cuna de oro.
Me atrevía a decir que ella no pertenecía a una familia alemana obrera, nada más por el color de su piel blanca siendo ligeramente más oscura que la mía y sus ojos azules como topacios, intensos y brillantes, era cierto que ella era alemana pese al color de su largo cabello negro. Era una mujer aria-mediterránea por su cabello.
Era muy clara la diferencia entre ella y yo. Ella era una prisionera que fue capturada de quién sabe dónde y por qué. Había leído su expediente pero nada más decía que había sido abandonada en una iglesia católica y junto con una nota que decía su nombre pero nada nada más.
Sin embargo al ver su postura era evidente que había sido entrenada como militar, por lo que supuse que ella no era alguien común y mucho menos normal en todos los sentidos de la palabra.
Era muy claro que quienes la habían abandonado tenían mentes retorcidas y malvadas, además de astutas. Ella era un misterio y yo iba a descubrir de qué se trataba.
Apretó los puños con furia e indignación a los costados de su cuerpo cuando la invité a tomar asiento en un alguno de los sofás con un ademán de la mano derecha. No dejé estudiar su mirada y su apariencia.
Se acercó con confianza y tomó asiento en el largo sofá. Después se atrevió al decirme valientemente y de forma temeraria lo que pensaba de mí y del gobierno tirano al cual servía.
—Debo decir que usted no es parte de los alemanes de baja clase, que creen realmente en la ideología Nazi. Una ideología racista que implanta la Tercer Reich. ¿No es así?
Tengo la absoluta certeza de que usted es aristócrata o más bien es hijo de aristócratas alemanes. Por lo que está al tanto de todo la verdad acerca de la Tercer Reich.
Supongo que ha de ser divertido para gente como usted, el tener a miles de soldados y ciudadanos alemanes comunes que darían sus vidas por el Führer y claro que también por su ideología.
Además tiene que ser muy satisfactorio el hecho de que en la Tercer Reich haya tanta gente con el cerebro lavado. Personas que fácilmente se dejan mnipular, llenos de rabia a causa de la pobreza y a la desigualdad económica que hasta hace nada se vivió en el país.
Persona que sólo son peones. Admiradores que aún están cegados por el odio hacia los judíos y a todo aquel que no es simpatizante de la causa Nazi y por lo tanto... es que estos justifican el arresto y el exterminio masivo de judíos y de disidentes políticos y religiosos del Partido político opresor reinante desde hace ochenta años.
