Para heredar la millonaria empresa familiar, el implacable y perfeccionista CEO August debe cumplir la última exigencia de su padre: casarse con otro hombre, el hijo del mejor amigo del magnate, sellando una promesa hecha décadas atrás.
El contrato es claro: el matrimonio debe durar exactamente un año. ¿El divorcio? Solo será posible si la otra parte solicita la separación.
Decidido a poner fin a esta “locura” lo antes posible, August está dispuesto a todo para mantener sus emociones bajo control y garantizar el dominio total de la empresa.
Pero su plan comienza a desmoronarse cuando la convivencia forzada con su inesperado esposo empieza a despertar sensaciones que juró no tener…
¿Podrá mantener su corazón cerrado durante todo un año? ¿O terminará prisionero de un sentimiento que nunca planeó experimentar?
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Capítulo 8
Gael
Me dolía la cabeza, mi cuerpo parecía haber sido machacado de tan pesado que estaba. Ya debería haber escuchado a Matthew sobre el vino que produce una resaca fuerte al día siguiente. Pero valió la pena, aunque me muera de vergüenza.
Todavía resienten los recuerdos en aquel sofá, la manera en que August me tocaba como si realmente estuviera deseando a pesar de ser hétero. Aquel beso, fue tan... sensacional que no consigo olvidarlo. Ahora entiendo por qué August es considerado el mayor ligón de encuentros casuales. Tiene sentido. Él es el hombre capaz de hacer que las mujeres se vuelvan locas.
Después de haberme arreglado intentando renovar mi estatura, fui a la cocina. Era como si estuviera pisando un vidrio cuando vi a August sentado a la mesa sosteniendo su iPad de trabajo. Él parecía concentrado, calmado, como si nada hubiese pasado. Sería mejor así, pues mi plan no era llegar a aquel punto ayer.
Respiro hondo y voy directo al punto. Hasta porque quien tenía que empezar a explicarse por las actitudes de ayer era yo.
— Sobre anoche… yo… — hice una pausa, buscando coraje — fui estúpido. Dejé que el vino subiera, fui impulsivo. No debí haberme lanzado así aún más sabiendo que tú me odias y estás siendo obligado a convivir en este matrimonio. Como mi deber, pido perdón.
August no me miró de inmediato, apenas continuó lo que estaba haciendo.
— No fuiste solo tú, también dejé que mi impulsividad tomara el control de la situación.
Eso me sorprendió al punto de encararlo fijamente.
— Entonces… ¿vas a relevar lo que pasó ayer?
— Sí — August respondió seco — pero tampoco voy a fingir que es algo que se puede olvidar tan fácilmente. Admito que fue buena la experiencia a pesar de que seas hombre. Eso es extraño.
Me aproximé a la mesa, tiré de la silla y fui sentándome poco a poco.
— No tienes que preocuparte. Yo no espero que te forces a besarme o a gustar de mí. Pero pretendo de alguna forma poder conquistarte, sin ser apenas por un capricho de contrato.
August alzó la ceja.
— ¿Estás intentando hacer que yo empiece a gustar de hombres es eso?
— No. Solo estoy recordando que nuestro contrato exige convivencia, respeto… y quién sabe un poco de cariño. Yo soy paciente, August. Y admito que tú me atraes de alguna forma.
Un silencio reinó por algunos instantes hasta que August sin comentar nada levantó de la silla y viró de espaldas.
— Eres más insistente de lo que imaginé Gael.
— Y tú eres el hombre más huraño y frío que ya vi.
De alguna forma escuché su sonrisa graciosa por primera vez. Tal vez él esté cayendo de alguna forma. Pero no puedo cantar victoria aún.
Después del efecto de los analgésicos que tomé, mejoré de la resaca y pasé un cierto tiempo haciendo las tareas domésticas ya que no contratamos empleada. Resolví que iba a hacer la cena. Soy óptimo en culinaria. Pretendo agradar a August con mis habilidades.
Por más que no sea un matrimonio real, yo quiero hacer que se parezca. Si August empieza a gustar de mí, él verá que ese contrato fue la mejor cosa que ya existió para aproximar a nosotros dos.
Matthew siempre habla que voy a acabar machucándome al fin de todo esto. Pero yo no creo que eso vaya a pasar nuevamente, de esta vez yo no voy a fallar.
Al final como al CEO medio que le gustó nuestra química anoche, aún sin querer admitir, es señal de que lo atraje.
