BL.
⚠️ Para mayores de 18, la novela puede contener escenas no aptas para menores. ⚠️
¿Quieres saber de que trata la novela? Te invito a leerla.
NovelToon tiene autorización de Xie Lian. para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 8: Ni el Emperador es tan Emperador....
🌼
22/05/2025
...Eura, Palacio....
—Hermano Imperial —la voz alegre del joven resonó por todo el recinto mientras cargaba una bandeja con té y bocadillos—.
Poco a poco vio cómo el Emperador volteaba a verlo; su rostro era suave, pero sus ojos, oscuros.
—¿Qué te he dicho sobre hacer esta clase de cosas? ¿Puedes entrar libremente en mi habitación? —Trató de controlar la molestia en su voz mientras miraba ese par de ojos azules brillantes.
El muchacho, de alrededor de diecisiete años, detuvo su andar. La bandeja en sus manos tembló un poco, generando ondas en el té. Sabía que su hermano lo estaba regañando; aun así, le sonrió. Se notaba que el Emperador acababa de regresar de la corte; aún tenía el atuendo oficial de esta: un conjunto bastante holgado de color azul —el cual representaba al Monarca— hecho de la más fina seda con peonías bordadas en hilo dorado. Un cinturón negro con incrustaciones de joyas rodeaba su cintura. El sombrero, que a él se le hacía un tanto ridículo, estaba tirado sobre la cama, al igual que una fina capa blanca.
No pudo evitar alabar el porte de su hermano para sus adentros: unos profundos ojos negros, una nariz recta, al igual que sus cejas, que al estar fruncidas le daban a su pálido rostro mucha severidad. Era una belleza.
—Hace días que no veo a mi hermano Imperial, naturalmente quiero pasar tiempo con él —habló finalmente, su voz tan clara como el agua—. Escuché en los pasillos del palacio que había solicitado té y bocadillos. Antes de que su sirvienta personal tuviera la oportunidad de salir de la cocina, tomé la bandeja y vine yo mismo. ¿Está mal? —Caminó hasta la mesa de la habitación, que era tan grande como para que una familia se sentara a comer. Apoyó la bandeja con té y bocadillos en ella.
La habitación de su hermano era la más grande del palacio. Tenía cortinas bermellón bordadas con hilo de plata y oro; su cama estaba casi en el centro de la habitación. Cortinas de seda, tan blancas como las nubes, no dejaban ver el sinfín de cojines que había en esta.
En el suelo había una suave alfombra roja oscura de forma cuadrada que abarcaba los alrededores de la cama, haciendo que pareciera que de esta se había derramado sangre. Era un poco inquietante, pero sin duda la habitación cuadraba con la personalidad de su hermano.
—Por supuesto que no, por favor. Adelante —le señaló que podía tomar asiento mientras él mismo lo hacía. Por su parte, se tomó la molestia de acercar la taza de té a su hermano junto con tres bocadillos, mientras que él mismo solo tomaba la taza de té fragante y se sentaba a su lado—. Agradezco al príncipe Kang.
—Agradezco al hermano Imperial que me permita quedarme en su humilde habitación.
Este par de hermanos se trataba con mucha cortesía, casi como si fueran desconocidos. A Kang no le gustaba mucho ser llamado por su título, pero aun así no expresó esto en voz alta; trataría de disfrutar el tiempo que pasara con su hermano, aunque este continuamente quisiera construir una barrera para separarlos.
—¿Cómo ha estado el hermano Imperial estos días? Oí que hubo algunos disturbios.
—Cuando el pueblo está descontento con algo, hará oír su voz. Nada que no se pueda resolver —habló superficialmente. Él no tenía la intención de presionarlo para que hablara más—. ¿Qué tal ha estado el príncipe?
—Perfectamente. Hace unos días aprobé el examen en la academia de arte. No sé si el hermano Imperial se ha enterado de eso; las notas están por todo el país.
—Naturalmente —se tomó su tiempo para darle un sorbo al té. Como Monarca, conocía las tres cosas esenciales que un príncipe debía dominar: el arte, la lucha y la administración del Estado—. ¿Qué hay de los otros dos exámenes?
El joven miró a su hermano, quien no le regresó la mirada. Por unos segundos se sintió muy avergonzado como para hablar.
—Sabes que es lo esencial para un futuro Monarca.
—Hermano...
—Soy tu mayor, trátame de usted.
Se atragantó con el té. No importaba cuánto tratara de acercarse a este miembro de su familia —que ya de por sí era el último que quedaba vivo—, siempre saldría lastimado.
Se encogió en su asiento.
—Su Majestad el Emperador —su voz era baja y cargada de tristeza—, en el futuro gobernaré el país correctamente. Su Majestad no debe preocuparse por estos exámenes. Los pase o no, siempre tendré a los ministros que me brindarán su apoyo.
El Emperador se enojó tanto que arrojó la taza de té contra el piso; la fina porcelana se hizo añicos.
—¡Ignorante! ¡Confías mucho en los demás! ¿Acaso no sabes hacer nada por ti mismo? —Estaba asombrado por este cambio de conducta de su hermano. No pudo evitar temblar; la taza casi cayó de sus manos, lo que provocó que el líquido tibio se derramara sobre su ropa—. ¿Crees que los ministros te brindarán ayuda? ¡Ellos solo están esperando a que cometas algún error para condenarte! ¡No son más que víboras llenas de veneno en sus fauces!
—¡Hermano Imperial! —se puso de pie de un salto, dejando la taza sobre la mesa. ¿¡Cómo actuarían los ministros si escucharan algo así!?
¡Sin duda no seguirían más a este Emperador!
—¿¡Qué!? ¿Acaso estoy equivocado? —Al mirar la expresión aterrada del príncipe, se pasó una mano por los alborotados cabellos y recobró la compostura—. Lo siento, fue un arrebato.
—El hermano Imperial está cansado... este príncipe se retirará —tragó saliva y se acercó a la puerta. Sentía que ya era tiempo de dejar a su hermano; en otra oportunidad lo visitaría.
—Chris... espera. Lo siento.
Sus ojos se abrieron como platos. Era la primera vez en muchos años que su hermano lo llamaba por su nombre. Se quedó estático en donde estaba; sus ojos azules miraron los orbes negros como obsidianas.
—Hay algo que debo pedirte. Estoy muy ocupado últimamente y no puedo hacerme cargo de los demás países como me gustaría —se dejó caer nuevamente en la silla mientras suspiraba. Chris pudo ver lo agotado que parecía su hermano. Después de todo, era muy joven aún y ya estaba “condenado” a gobernar.
—¿Qué es?
—Necesito que viajes a Moet. Hace tiempo no voy por esos lares. Me han llegado informes de las finanzas; no va bien.
—¿Quieres que vaya hasta el país de Moet? —preguntó, algo incrédulo—. ¿Qué pasó con el rey Edgar?
—Últimamente ha estado muy enfermo y no ha podido hacerse cargo de nada. Quiero que corrobores la situación allí y luego me hagas un informe detallado. ¿Crees que puedas lograrlo?
Su pecho se hinchó; su hermano jamás le pedía nada. Esta era una oportunidad para ayudarlo. ¡No lo defraudaría!
—La orden del hermano Imperial William será tomada por el príncipe Chris —pronunció con entusiasmo, sin preocuparse por decir deliberadamente el nombre del mayor, mientras se inclinaba levemente y salía con una sonrisa de la habitación del Emperador. Este último suspiró y la amargura se acumuló en su corazón.
Él sabía lo que su hermano más deseaba. Tristemente, no podía dárselo. En el trono no había lugar para sentimientos, y menos familiares. Podría mostrar piedad filial, pero jamás sería dada con sinceridad, aunque quisiera hacerlo.
No podía encariñarse con su hermano menor y hacer que este fuera un blanco para sobornarlo.
El trono era un lugar solitario.
Lo siento, Chris. Cualquier sentimiento que tengas hacia mí nunca será recíproco.
Una espeluznante risa provino de a través de las cortinas de su cama.
—Bien hecho.
—No le toques ni un pelo, por favor. Solo déjalo vivir.
—Sabes que ya lo has condenado a muerte.
La oscuridad lo envolvió por completo.