Yeong, líder implacable de una peligrosa mafia en Corea del Sur, no cree en el amor y vive en un mundo donde los sentimientos se pagan con sangre. Tae-Joon, un brillante estudiante de derecho, cree en la justicia y sueña con cambiar el mundo.
Cuando el destino los cruza, secretos y lealtades serán puestos a prueba.
¿Puede el amor sobrevivir cuando se construye sobre un crimen?
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Capitulo XXII (Entre rejas, pero libre por dentro).
A la mañana siguiente, los primeros rayos de sol empezaron a entrar por la ventana del hospital. TAE apenas había dormido, Pero no le importaba.
Había pasado la noche entera junto a Yeong, tomándole la mano, mirándolo respirar. De vez en cuando, cuando creía que estaba dormido, le acariciaba el cabello con delicadeza.Deseando quedarse justo en ese momento, el sabía que en cuanto le dieran el alta Yeong tendría que ser llevado detenido...y eso lo aterraba.
El reloj marcaba las 7:30 a.m cuando la puerta se abrió de nuevo. Está vez entro un médico con una carpeta en mano y una expresión satisfecha.
_ Señor Ji Yeong(dijo dirigiéndose a él). Sus signos vitales son estables, y su recuperación avanza mejor de lo esperado. Podemos darle el alta hoy.
Yeong asintió con calma. No dijo nada. No era un hombre de muchas palabras , pero su mano busco la de Tae apenas él médico se retiró.
Tae lo miró, está vez no sabía cómo consolarlo. O quizás el que necesitaba consuelo era él, aún no podía aceptar que estaba viviendo sus últimos minutos antes de volver a separarse.
_: ¿Estás listo?(preguntó con voz baja)
Y: Nunca se está listo para ir a prisión (volteando la mirada hacia la ventana), Pero está vez no lo veo como un castigo... Sino como un comienzo.
Tae apretó su mano.
_: Lo sé. Cuándo salgas, ya nada será igual. Te prometo que voy a hacer que tu mundo sea distinto, todo será mejor. Y ya no tendremos que obligarnos a separarnos.
Y: No me importa cuan oscuro sea ese mundo, si tú estás ahí.
20 minutos después, dos agentes especiales estaban esperándo en la entrada del hospital; No eran fastidiosos, de hecho parecían incómodos. Casi respetuosos. Tal vez sea por lo que Yeong había hecho durante el juicio, tal vez por la presencia de Tae, cuyo nombre era sinónimo de justicia incorruptible...o quizás por qué era su primera vez escoltando a un criminal que ya no parecía uno.
Antes de salir del hospital Tae ayudo a Yeong a ponerse su chaqueta negra que tanto lo caracterizaba. El silencio entre ellos era denso, cargado de palabras no dichas. Pero en lugar de llenar ese espacio con más promesas, Tae simplemente lo abrazó. Lento, firme, cargado de amor.
T: Voy a solicitar llamadas (dijo con la voz a punto de quebrarse). Te voy a visitar cada semana. Vas a estar tan harto de mí que vas a querer escaparte solo para que deje de molestarte.
Y: (con los ojos aguados) No podría hartarme de ti ni en mil vidas más.
Cuando salieron por esa puerta, los flashes de las cámaras estallaron como una tormenta. La prensa estaba allí, como siempre.
Los agentes actuaron rápidamente ayudándolo a subir a una camioneta negra, sin esposarlo. Como una muestra silenciosa de respeto.
Antes de cerrar la puerta, Yeong miro por última vez a Tae. Y Tae , con una media sonrisa que ocultaba un corazón que rompía por dentro, levanto su mano para despedirse.
_ Dos años pasan en un cerrar de ojos (dijo)
Y: Solo si tú estás al final de la espera (Con una última mirada intensa)
El vehículo arranco. Tae lo siguió con la mirada hasta que desapareció en la distancia. Y solo entonces, cuando estuvo seguro de que nadie lo veía, dejo que sus lágrimas cayeran, en silencio.
Pero no era tristeza, Era esperanza.