Balas de Venganza del Mafioso (Amarte o Matarte)

"¿Cómo está el bebé? ¿Lo estás disfrutando?", la pregunta hizo que la chica se diera cuenta de que no debía dejarse llevar por el juego de León.

"Señor, por favor, no…", la chica suspiró cuando León comenzó a juguetear con la lengua allí abajo.

León hundió la cabeza entre sus muslos, su lengua continuaba jugueteando, provocando la pequeña protuberancia en el centro, succionándola y haciendo que la chica se retorciera de cosquillas.

"Señooor…", desafortunadamente, la chica ya no tenía fuerzas para resistirse a León. Él era un experto en dar placer a las mujeres, prefiriendo hacerlo con gentileza para que ambos pudieran disfrutar.

"Ahh... Señor." La mujer acabó gimiendo, deseando poder reprenderse a sí misma por estar disfrutando tanto del juego de León.

León deslizó su lengua hacia arriba, haciendo que la mujer se contorsionara, era una sensación tan excitante y embriagadora. La estaba volviendo loca.

"Señooor…", susurró ella, su respiración aún irregular.

León quería seguir jugando, besándola como si estuviera besando sus labios.

"Señooor…", ella finalmente alcanzó su clímax, "Ahh…" Su cuerpo se estremeció como si hubiera sido electrocutado cuando la ola de placer la recorrió.

Sin dudarlo, León la penetró.

"Aaahhh…"

La mujer sintió un dolor agudo cuando él la rompió con una sola embestida.

"Esto duele, señor, pare", gritó ella.

"Qué idea la tuya pedirme que pare, por supuesto que tenemos que satisfacernos mutuamente. Esta es tu primera lección. Si no puedes satisfacer a los clientes, también te daré la segunda lección", dijo León mientras comenzaba a moverse rápidamente.

El dolor inicial desapareció, siendo reemplazado por una ola de placer. Ella estaba comenzando a disfrutar el ritmo de León.

¡Toc! ¡Toc! ¡Toc!

El sonido de alguien golpeando la puerta interrumpió su concentración. "Mierda, ¿quién se atreve a interrumpirnos?"

León aumentó la velocidad, determinado a terminar lo que había comenzado.

¡Toc! ¡Toc! ¡Toc!

"Señor", se oyó la voz de Andreas desde el otro lado de la puerta.

Pero León no podía parar, no mientras estaba tan cerca. Aceleró aún más, perdido en la belleza del cuerpo de la mujer. Ella ya no tenía fuerzas para luchar, su cuerpo ahora rindiéndose completamente al placer.

Finalmente, ambos alcanzaron el clímax, gemidos de placer escapando de sus labios.

León se vistió rápidamente, dejando a la mujer desnuda en la cama, lamentando el día en que se cruzó en el camino del mafioso.

León abrió la puerta y lanzó una mirada severa a Andreas, su mano derecha. "¿Qué pasa?", Sus ojos se volvieron hacia la joven que Andreas había traído consigo. "¿Quién es ella?"

Jenny se escondió detrás de su padre, intimidada por la mirada intensa de León. Había preferido enfrentar lo desconocido del bar que quedarse sola con el hombre aterrador en el coche.

"Esta es Jenny, mi hija", respondió Andreas, un mal presentimiento apoderándose de él.

"He terminado todo", dijo Andreas, prefiriendo entregar los informes personalmente a tener que llamar o enviar mensajes. La mirada fija de León en Jenny lo estaba incomodando cada vez más.

Jenny no entendía de qué estaban hablando.

"Hmmm, ¡buen trabajo!" León parecía incapaz de apartar los ojos de la joven.

Andreas le hizo un gesto a Jenny para que se apartara. "Espera allí", dijo él, señalando una silla.

Jenny obedeció, caminando hacia la silla y sentándose.

"Le eché la culpa a un joven y dejé un rastro de pruebas falsas que apuntaban hacia él. ¿Podrías enviarle un abogado para que no reciba una sentencia muy dura?". Andreas siempre fue honesto en sus informes para León.

"Jajaja… eres realmente bueno en lo que haces, Andreas. Nunca te atrapan, nunca dejas rastros. Un verdadero profesional. Pero deja al chico, rompió las reglas, esa es la consecuencia." León parecía satisfecho con el trabajo de Andreas.

"Sí, señor", respondió Andreas, inclinándose ante la voluntad de su jefe.

León volvió su atención hacia Jenny, que estaba sentada en silencio, observándolos. Era muy joven, pero ya era evidente que se convertiría en una mujer hermosa. "¿Cuántos años tiene?", preguntó León.

Andreas se sintió incómodo con la pregunta, "Quince, señor. ¿Por qué?".

León suspiró, aún mirando a Jenny. "Sabes que necesito un heredero, necesito continuar mi linaje. Quiero que mi hija se case con la tuya."

Andreas se quedó impactado, "Pero…"

"Esperaré hasta que sea mayor, por supuesto, y entonces nos casaremos. Serás mi suegro, tu hija será la Señora Leonardo, ¿eso no te agrada?"

Andreas no se opondría si León tomara a Jenny como su esposa, legítimamente. De hecho, eso garantizaría su futuro, una perspectiva mucho mejor que... otras que no quería considerar.

"... **** ...