En un mundo donde los Alphas están arriba de todo y los Omegas abajo, Aria Vance una trabajadora de un club exclusivo para Alphas dominantes, donde se ofrecen servicios para ayudarlos a liberar la carga de sus feromonas, siendo que todos los empleados de la servidumbre estrictamente son Betas, por lo cual ella tuvo que mentir en su sub genero para poder trabajar allí, escondida en la cocina como ayudante. Todo iba bien hasta que un día de trabajo una serie de eventos inesperados la pusieron frente a Liam Vidal, un Alpha dominante, que llevado por sus instintos se abalanza sobre ella. Después de allí comienzan a ocurrir sucesos que la obligan a correr lejos de la vida de aquel hombre, entre ellas es el hijo que ahora llevaba en su vientre.
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Capitulo 10. El orgullo de un Alpha
Los días eran rutinarios, de principio a fin, sin importar donde se encontrará, siempre era más de lo mismo; despertar temprano, hacer algo de ejercicio, después arreglarse para ir a la oficina, desayuno, en algunos días eran en solitario otros, acompañado de algún socio o inversionista, después encargarse de todos los pendientes en su ajustada agenda de trabajo, algo que terminaba casi llegadas las diez de la noche, hora en la que iba a casa a cenar, se duchaba e iba a la cama, antes de dormirse revisaba su correo, al notar que todo estaba en orden, ponía el teléfono en la mesa de noche junto a la cama y se acomodaba para conciliar el sueño.
En ocasiones, al cerrar sus ojos y comenzar a soñar, podría ver claramente a aquella mujer, la cual ha buscado durante años y cada vez parece más imposible, como si solo allí en su mente hubiera existido y no en la vida real. Tocarla, sentirla entre sus brazos, besar sus labios y saborear su aroma de una manera vivida, como si de la realidad se tratara, pero al despertar todo aquello se iba, incluso el recuerdo de su rostro, sus manos rosando su piel y el tono de su voz al gemir.
- Ya han pasado seis años, y es como si pudiera sentir su calor – dice suspirando luego de reponerse de aquel sueño recurrente
Vio el reloj de mesa que se encontraba al lado de la cama. Ya eran las cinco y media de la mañana, debía levantarse para comenzar con su rutina, respiró profundo, contó hasta tres en su mente y se levantó, al cabo de unos minutos su teléfono empieza a sonar.
- ¿Qué quieres? – le dice Liam al contestar
- ¿te parece que esa es la forma adecuada de hablarle a tu prometida? – le dice Valeria Lonkhart
- Si no es nada importante, colgare – le dice Liam en tono agrio
- Tenemos la entrevista con la prensa el día de hoy – le dice suspirando y rindiéndose a que el hombre era todo un patán al hablar
- Eso ya lo sabía – le dice serio
- Te llame para saber si te gustaría reunirnos antes – le dice continuando – es bueno que sepamos que debemos responder dependiendo de la pregunta – le dice
- No lo necesito- le dice antes de colgar
- No, espera…- no la dejo siquiera terminar, simplemente colgó la llamada.
Valeria Lonkhart, esa mujer solo representaba otra de las imposiciones de Darius por controlar a Liam, quien se veía renuente a la unión con alguna Omega, así que, para preservar el linaje su padre se dio a la tarea de hallar a una mujer Alpha que pudiera cumplir con la tarea de convertirse en la esposa de Liam. Más insoportable que el deber soportar las feromonas de otro Alpha, era aguantar a la mujer, por suerte el desagrado era mutuo, por lo que facilitaba las cosas, permitiéndoles ver aquella unión como un simple negocio que los beneficiarios a ambos, sin estorbosos sentimientos de por medio, enfocados en un solo objetivo.
Dos Alphas, quienes, aunque eran hombre y mujer, por el simple hecho de pertenecer al mismo eslabón jerárquico se mantenían a la defensiva, volviendo imposible el que pudieran crear algún tipo de vínculo real, al menos no sin que uno se incline ante el otro, algo que ninguno de los dos estaba dispuesto a hacer.
Dejando de lado cualquier pensamiento en el cual tuviera algo que ver su compromiso o la mujer con la cual debía casarse, comenzó a prepararse para comenzar su día. Al estar listo y salir, recibió una llamada de su asistente recordándole toda su agenda para ese día, incluyendo por supuesto la hora de encuentro y el lugar para realizar la entrevista con la prensa, en ella debía dar rienda suelta a su supuesto amor mutuo y la forma en que se amaban el uno al otro, vender el producto bien empaquetado, decorado y servido al público.
Aunque hubiera deseado que las horas se alargaran para no tener que sentarse al lado de aquella mujer, tomarle la mano, sonreírle y fingir amarla frente a las cámaras, mientras respondía las preguntas de la presentadora con respuestas endulzadas que obviamente fueran atractivas para las personas a quienes les interesaba engañar de su supuesto amor. La hora de fingir llego más rápido de lo que esperaba.
- Pase por aquí señor Vidal – le dice la organizadora – lo van a maquillar, ¿quiere que le traigan algo? – le dice en tono cordial
- No – le responde tomando asiento
- Bien – le dice la mujer sonriéndole antes de retirarse
La maquilladora se acercó a él, trayendo consigo una pequeña mesa de trabajo
- Si quiere, puede cerrar los ojos para que se sienta más cómodo – le dice la mujer preparando sus herramientas
Liam cerro los ojos y comenzó a sentir el toque de las brochas e implementos de maquillaje utilizados por la mujer, a pocos metros escuchaba a Valeria pelear con su maquilladora por su tono de piel – “Que mujer tan ruidosa”- pensó para sus adentros. Unos pasos acercándose junto con una risa.
- Servicio – dice una mujer de forma animada
- Ja, ja, ¿Qué sucede? – dice la maquilladora sin dejar de trabajar en Liam
- Abrió una nueva pastelería en la esquina, están de promoción – le dice mostrándole una caja llena de donas - ¿quieres una? – le dice acercándola
- Déjala en la mesa – le dice la maquilladora concentrada
Aunque la conversación de las mujeres no era de su interés, algo en particular llamó la atención de Liam en el momento en que la mujer acerco la caja de las donas. Rápidamente abrió los ojos y le arrebato la caja a la mujer, ambas se asustaron por la forma repentina en que Liam actuó, después se sorprendieron al verlo olfatear la caja.
“Este aroma sin duda es” aunque habían pasado seis años y no podía recordar siquiera el rostro de aquella mujer, su voz y mucho menos su nombre, jamás podría olvidar su aroma.
¿Dónde compararon esto? – le dice viendo fijamente a la mujer a la cual le había arrebatado la caja