Ayuna Sekar, una chica huérfana, sincera y trabajadora, es traicionada por su propio prometido, el hombre al que mantuvo y ayudó a terminar la universidad. En el día que debía ser el más feliz de su vida, es humillada y despreciada hasta sufrir un ataque al corazón.
Pero el destino le concede una segunda oportunidad: vuelve tres días antes de ese fatídico día. Esta vez, Ayuna cambia su destino. Cancela la boda y, en un acto de valentía, se casa con un apuesto guardia de seguridad llamado Arjuna.
Sin saberlo, Arjuna en realidad es un multimillonario disfrazado. Su matrimonio, sencillo pero lleno de amor, risas y sorpresas, demostrará que el verdadero amor no necesita riquezas... solo un corazón leal.
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Capítulo 24
Unos años después del nacimiento de Nayla, la casa se volvió más animada. Las risas y los pasos corriendo casi nunca faltaban cada día. Sekar ya se había convertido en una jovencita casi adulta, ocupada con la escuela y las actividades de la organización. Sin embargo, siempre reservaba tiempo para sus hermanos menores.
Nauval, que antes había estado celoso al escuchar la noticia del nacimiento de Nayla, ahora se había convertido en el principal protector de su hermana menor. A menudo llevaba a Nayla a jugar al parque cerca de casa, se aseguraba de que no se cayera mientras montaba su triciclo y se aseguraba de que su cabello siempre estuviera bien atado.
"¿Estás orgullosa de tener un hermano como yo?", preguntó Nauval una tarde mientras le ataba los cordones de los zapatos a Nayla.
"Orgullosa... pero a veces Kak Nauval es un fastidio", respondió Nayla con inocencia, haciendo que Sekar se echara a reír a carcajadas en la terraza.
Arjuna y Ayuna simplemente se miraron desde la cocina, sonriendo al ver su interacción. La abuela Amalia, cuyo cabello ahora era completamente blanco, estaba sentada en la mecedora tejiendo. De vez en cuando miraba por la ventana, observando a sus nietos jugar en el patio.
Un día, Arjuna invitó a toda la familia a unas cortas vacaciones en la playa. Su viaje estuvo lleno de canciones, risas e historias. En la orilla de la playa, Sekar invitó a Nayla a hacer un castillo de arena, mientras que Nauval intentaba atrapar pequeños cangrejos. Ayuna se sentó en la estera con la abuela Amalia, preparando la comida mientras fotografiaba esos momentos de vez en cuando.
Al caer la tarde, se sentaron juntos en la arena, mirando el sol que se ponía lentamente. La brisa del mar traía un aroma salado y el sonido relajante de las olas.
"El tiempo pasa muy rápido, ¿verdad?", dijo Ayuna en voz baja, apretando la mano de Arjuna. Arjuna asintió, con los ojos fijos en los rostros de sus hijos que reían delante. "Porque estamos ocupados llenándolo de amor".
Nayla corrió hacia ellos, abrazando a sus padres. "¡Quiero seguir teniendo vacaciones como esta!".
"Podemos", respondió Arjuna mientras levantaba a Nayla en su regazo.
"Siempre que estemos juntos", continuó Ayuna.
Esa noche, regresaron al alojamiento con el corazón lleno. Afuera, las estrellas brillaban en el cielo oscuro. Adentro, la familia dormía profundamente con la sensación de que, dondequiera que fueran sus pasos, el verdadero hogar siempre estaría en la unión.
La vida de la familia comenzó a entrar en una nueva etapa. Sekar ahora se había graduado de la escuela y había sido aceptada en la universidad de sus sueños en otra ciudad. La noticia fue recibida con orgullo y una sensación de emoción que era difícil de ocultar.
Una noche, después de la cena, Arjuna invitó a Sekar a sentarse en la terraza. La tenue luz y el sonido de los grillos acompañaron su conversación.
"Sekar... más tarde, cuando estés en la ciudad, no olvides llamar a papá y a mamá, ¿sí?", dijo Arjuna mirando a su hija. Sekar sonrió, tratando de ocultar su nerviosismo. "Por supuesto, papá. Pero... se siente raro, ¿sabes? Ya no me levantaré en la misma habitación todas las mañanas". Arjuna respiró hondo. "Eso significa que estás creciendo. Esta casa siempre estará aquí para que vuelvas".
Dentro de la casa, Ayuna estaba ocupada doblando la ropa que Sekar se llevaría. Nayla ayudó, aunque abrazaba a su hermana con más frecuencia que ordenar la ropa. Nauval, que ahora era un adolescente, escribió en secreto una pequeña carta para Sekar, una carta que luego deslizaría en el bolso de su hermana antes de partir.
Llegó el día de la partida. La abuela Amalia estaba parada frente a la cerca, secándose los ojos húmedos. Ayuna abrazó a Sekar con fuerza, durante mucho tiempo, como si quisiera guardar el aroma y la calidez de su hija.
Cuando el auto comenzó a alejarse de la casa, Sekar miró hacia atrás. Allí, vio tres figuras saludando: Ayuna, Nayla y Nauval, sus rostros mezclaban orgullo y anhelo. Arjuna condujo en silencio, solo sonriendo ocasionalmente para contener sus emociones.
En el camino, Sekar abrió su bolso para tomar un trago de agua, luego encontró un pequeño trozo de papel doblado de Nauval:
"Hermana, no olvides volver a casa. La casa no será la misma sin ti".
Las lágrimas de Sekar cayeron suavemente. Ella sonrió, dándose cuenta de una cosa: aunque la distancia los separaría, el amor que tenían siempre sería la cuerda que los conectaría.
Esa noche, en una casa un poco más tranquila, Ayuna se sentó en la mecedora con Nayla, mientras que Nauval estaba pensativo en la terraza. Arjuna vino con té caliente.
"No todas las pérdidas son tristes", dijo suavemente. "A veces, es nuestra forma de dar alas a las personas que amamos".
Y se sentaron juntos, esperando el momento en que esas alas llevarían a Sekar de regreso a casa.