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El Calabozo De Moff.

El Calabozo De Moff.

Status: En proceso
Genre:Yaoi / Comedia / Ángeles / Mundo mágico / Mitos y leyendas / Fantasía LGBT
Popularitas:1.4k
Nilai: 5
nombre de autor: Xie Lian.

BL.

⚠️ Para mayores de 18, la novela puede contener escenas no aptas para menores. ⚠️

Alfred es un hombre que se dedica a desmentir leyendas junto con su hermano. Toda su vida ha sido relativamente tranquila o así lo cree él, en realidad no tiene casi ningún recuerdo. Estos parecen estar tapados con una espesa niebla blanca.
Jamás sintió demasiada intriga sobre el por qué sus recuerdos habían desaparecido, hasta que una extraña leyenda llega a sus manos, de hecho, fue muy conveniente para poder solucionar también el desastre en el cual su hermano se había metido.

Esta leyenda trataba sobre un Ángel y ofrecía una muy buena recompensa, junto con su hermano se embarca en su nueva aventura, que sin que Alfred lo supiera, se convertirá en el camino para desenvolver su pasado y encontrar a alguien que lo ha estado esperando en secreto.

Pd: La imagen de la portada NO me pertenece.
Newt y Thomas son solo una representación.

NovelToon tiene autorización de Xie Lian. para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 19: Este Ángel es un poco particular.

Las horas para marcharse estaban contadas, cada segundo era valioso considerando que aún tenían que buscar alguna pista sobre el paradero de las alas del Ángel.

Alfred se puso de pie, con intención de ir a buscar un viejo mapa en su mochila, hasta que recordó que esta misma se quedó en Moff, sepultada bajo grandes piedras junto con Andy.

Suspiro con tristeza eh impotencia. Sus ojos picaron con lágrimas asomándose, por lo menos su ropa estaba guardada en el armario...

— ¿En verdad no tienes ningún recuerdo?— Inquirió tratando de distraerse.

—Pasé muchos años encerrado, ni siquiera sé cuántos con precisión. La última vez mis alas estaban en Glichjing, pero ahora...

— ¿Qué?— Volteo a verlo, el ser "celestial" estaba acostado perezosamente en la cama mientras hablaba con lentitud, sus ojos se encontraron y Alfred desvió la mirada rápidamente para que no notara su anormalidad. — ¿Es alguna ciudad o algo?— Jamás había oído hablar de ella.

—Un país... ¿dónde estamos?—, preguntó con duda.

¿Un país?, ¿de qué época era este hombre?

—Moet, déjame decirte que ningún país se llama Glich...—, fue directo, pero no pudo terminar de pronunciarlo ya que su lengua se enredaba y salía con una entonación extraña.

La expresión tranquila del Ángel se contrajo y se enderezo un poco.

—¿Moet?, ¿Layare y Eura siguen existiendo?

—Si.

—Muchas cosas han cambiado—, un vago suspiro dejo sus finos labios. —Pero no importa, estas aquí.

—Por favor, nos conocimos hace nada, en circunstancias terribles. Y esperaba que...

Que no existieras.

Pero por alguna razón se tragó sus crueles palabras antes de que pudieran salir por completo.

—Alfred, yo...

—Tenemos que concentrarnos en tus alas por el momento, deja de ser coqueto—. En poco tiempo había descubierto que la personalidad del otro hombre era algo difícil de manejar. — ¿Si logro conseguir un mapa podrías identificar en donde quedaba ese país?

—Quizá.

Ese quizá era mejor que un no.

—Levántate, tenemos que salir.

Elast se puso de pie, su largo cabello cayó en cascada sobre sus hombros, hoy estaba vestido completamente de negro. De hecho era ropa que Sea le había dado, antes pertenecía a su hermano y naturalmente este ya no la necesitaría.

— ¿A dónde me llevaras? Permiso— Sus manos rodearon la cintura de Alfred y apoyo descaradamente la cabeza en su hombro para así poder susurrarle: —Se en que circunstancias nos encontramos. Lamento que hayas tenido que ver y vivir eso, pero ahora estoy aquí.

Sus orejas enrojecieron y rápidamente se apartó, como si hubiera sido quemado por algo, todo su sistema nervioso picaba.

—Agradecería que no vuelvas a hacer eso—, habló mientras se apresuraba a salir de la habitación. Más bien estaba huyendo de la habitación.

Un "lo siento" floto hasta sus oídos y Elast salió detrás de él.

—No lo sé, recorreremos los alrededores— Finalmente logró calmarse y le respondió al Ángel.

— ¿Existirá alguna biblioteca por aquí?, recuerdo que cada país tenía una gran biblioteca en donde archivaban todo los sucesos...

Alfred se detuvo en los escalones de golpe, el Ángel casi choco contra él. Sus hermosos ojos verdes examinaron su rostro.

— ¿Por qué no dijiste eso ayer cuando estábamos con Sea y Hugo?, ¿crees que exista algún archivo que contenga información sobre tus alas?

—No estoy seguro. Loc apareció junto con Bea, ¿por qué esperar a que tú abrieras la puerta?, quizá ese archivo ya no exista. Después de todo fue hace muchos años.

Retomando sus pasos, pregunto: — ¿Por qué la puerta sellada de la cueva se abrió con mi sangre?

Elast negó mientras se ponía a su lado, al abrir la puerta el aire cálido movió sus cabellos.

—Eres mestizo o...—, sus ojos recorrieron el rostro del contrario. —No eres quien crees que eres.

— ¿Qué quieres decir?, ¿cómo que mestizo?— Elast despertaba su curiosidad, pero siempre dejaba sus preguntas a medias. ¿A qué se refiera?

Todo esto era un dolor de cabeza.

—Primero centrémonos en buscar un mapa y ubicar mis alas, prometo que luego responderé todas tus preguntas sin excepción alguna.

Sentía que si Elast decía eso era porque en verdad lo haría.

¿Estaría confiando demasiado rápido en él?

No, estaba bien confiar en él.

Elast lo había salvado y estaban en este dilema juntos.

¿Pagaría la benevolencia con traición?, no.

Ambos caminaron por las concurridas calles hasta poco a poco alejarse de la posada, la cual ahora parecía un puntito a la distancia. Muchos pares de ojos se estaban posando sobre ellos y el menor trato de no darle mucha importancia.

Junto con Elast, Alfred paso por el puesto en donde Andy había tenido la amabilidad de comprarle un collar, instintivamente se llevó una mano al pecho cuando vio los diversos artículos en el suelo, pero recordó con tristeza que el objeto se había perdido cuando no sintió nada más que la tela en su piel.

Estaría eternamente agradecido con Andy, pero era muy joven. Tanto le quedaba por vivir, en cambio él ya era viejo. ¿Qué hubiera pasado si él hubiera sido aplastado?, ¿Hugo habría podido saldar la deuda solo?, quizá sí. Estaba seguro que Andy le hubiera dado el dinero.

Su hermano por lo menos hubiera vivido bien, ¿verdad?

Sus ojos picaron, un recordatorio de que las lágrimas amenazaban con salir. Desvió la mirada y su vista se topó con la espalda del Ángel, el cual estaba mirando con curiosidad un juguete de madera. Su corazón sintió una leve opresión.

¿Qué hubiera pasado con Elast?, ¿Andy lo ayudaría a buscar sus alas?, ¿su hermano buscaría justicia por él?

Sus bulliciosos pensamientos y emociones se mezclaron con el barullo de la calle, de repente se sintió asfixiado y jalo un poco el cuello de su remera.

—Mira es...—, Elast se volteo con una sonrisa enorme, en una de sus manos tenía un títere de trapo con una cabeza de madera chistosamente pintada. Al ver a Alfred sus ojos destellaron y se acercó a él. — ¿Qué pasa?, ¿te duele algo?

—Yo...—, rápidamente se pasó el dorso de la mano por los ojos y respiro hondo, tratando de reprimir sus emociones mientras le mostraba una suave sonrisa al otro hombre. —Estoy bien, que bonito títere. ¿Te gusta?, ¿alguna vez habías visto uno?

Elast lo miro con una expresión en blanco, aceptando el cambio repentino de tema.

—No soy de la época de los dinosaurios, claro que he visto de estos antes. ¿A ti te gusta?

En ningún momento se habían tratado de "usted", directamente fue "tú", y a Alfred esto no le incomodaba.

—Es bonito, si—. Respondió mientras miraba el trabajo de pintura en el pequeño títere del tamaño de una muñeca, se trabada de un payaso con una sonrisa juguetona en sus labios, por lo cual él sonrió ante esta vista.

Elast no pronuncio palabra, se volteo directo al puesto ambulante de juguetes de madera de nuevo, tuvo una conversación con la vendedora, esta había abierto sus ojos de par en par mientras él Ángel le entregaba algo. Alfred quería ver, pero el otro vio su intención y utilizo su grande espalda para tapar su campo visual. Refunfuño.

Aún se asombraba por la capacidad del Ángel para "copiar" idiomas, Alfred no sentía que los aprendiera del todo, sino que poco a poco iba incorporando los acentos y el modo de hablar a él sin llegar a comprenderlo del todo.

El hombre de cabello rubio, casi plateado, volvió a su lado, aún con el títere, el cual lo deposito en sus manos.

— ¿Lo compraste?, ¿con qué dinero?—, estaba confundido.

—Tengo mis métodos, Alfred. Es para ti, en el futuro si algo más que te guste, ¡dímelo! Me encargare de que lo tengas.

—No hay necesidad—, aclaro su garganta, algo avergonzado. Ni siquiera se atrevió a preguntar los "métodos" de Elast. —Muchas gracias.

Miro el títere en su mano, entonces por mero impulso se lo puso, descubriendo que sus dedos podían subir hasta la cabeza del payaso, haciendo que este abriera la boca. Una emoción infantil lo invadió y levanto su brazo, posicionando el títere frente a la cara del Ángel para que este viera. Luego, sintió que su comportamiento no era correcto, así que se apresuró a quitarse el payaso, apretando la suave tela con la mano mientras esta descansaba en el costado izquierdo de su cuerpo.

Alfred a veces solía comportarse así con Hugo, pero rara vez. Solo cuando algo en verdad lo emocionaba o quería compartir algún descubrimiento, su hermano lo catalogo de infantil en algunas ocasiones. Haciéndolo sentir avergonzado y algo estúpido, se esperaba una reacción desfavorable por parte de Elast, pero este lo miro mientras soltaba una risilla.

—No sabía que podía hacer eso, en mis tiempos no había tal mecanismo para que abriera la boca—, Alfred murió de la vergüenza ante sus palabras, pensando que una reacción más cruel hubiera sido mejor. Se adelantó unos cuantos pasos mientras soltaba un "sigamos".

Elast volvió a reír mirando su espalda.

...•••°•••°•••°•••°••••°•••°•••°•••°•••°•••°•••°•••°•••°•••...

La tarde en algún momento había caído, los rayos del sol ya no eran insoportables como en la mañana. La brisa cálida había sido reemplazada con una más fresca que venía acompañada con el sutil aroma de algunos establecimientos de comida.

No habían encontrado ninguna biblioteca, Elast se desoriento por completo, y era más que comprensible. En todos esos años que él había estado recluido se habían construido muchas infraestructuras, ya nada era como la imagen en sus recuerdos. Alfred esperaba ver algún indicio de miedo en sus facciones, en cambio solo se encontró con un rostro inmutable eh impecable que miraba sus alrededores casi sin pestañas, Elast estaba más ocupado mirando las cosas nuevas que preocupado por no haber encontrado la biblioteca.

Era como un niño.

De hecho, después de que le hubiera regalado el títere a Alfred, el ser "celestialmente anciano" no había dejado de parar en puestos y de preguntarle si algo le gustaba. También, cuando se topaba con algún objeto que jamás había visto, le preguntaba que era y para que servía. Él, que originalmente había estado triste al salir, se encontraba con sus ánimos rejuvenecidos, Elast tenía algo que lo hacía olvidar por un momento sus preocupaciones en el mundo.

Era extraño, teniendo en cuanta que recién se habían conocido, pero a su lado sentía que solo estaban ellos dos y nadie más.

No lograba sentirlo como un extraño, una rara sensación de hormigueo se apoderaba de su cuerpo cada que lo veía. No sabía que era, pero con el correr del día esa sensación disminuyo hasta desaparecer.

— ¡Alfred, ven!—, una voz entusiasmada lo saco de sus pensamientos. Giró en su lugar buscando a Elast, el cual en algún momento se había separado de su lado. Lo encontró unos metros por delante sobre el carril derecho, en donde un carro con caballos había pasado, tapándolo por un momento. Alfred cruzo la calle y se acercó a él con una interrogante en su rostro. —Ella sabe en donde esta Glichjing...o bueno, en donde estuvo.

Alfred frunció su ceño al escuchar esto, sentía que el Ángel había sido algo imprudente al preguntar. Claramente levantaría sospechas, pero aún más sospechosa era la persona frente a ellos dos, sonreía de una forma extraña, era una sonrisa que no llegaba a sus ojos oscuros, totalmente falsa. Un escalofrío se apodero de su espalda cuando la anciana lo miro directamente.

—Jovencito—, esperaba que su voz fuera carrasposa y vieja, en cambio sonaba como agua cristalina fluyendo. Su voz no pegaba con su rostro en lo absoluto. —Desprendes una energía especia, oh—, pronuncio con suavidad, la sonrisa de Elast vacilo y finalmente desapareció.

—Gracias—, era un cumplido, ¿verdad?

—Mayor, háblanos sobre Glichjing, ¿qué fue de ese antiguo país?, ¿cuál lo remplaza ahora?— Por primera vez desde que salieron el tono del Ángel era algo urgente.

— ¿Mayor?, crees que es correcto que me llames así—, rió la mujer. —Cómo has de saber, toda información tiene un precio.

Todo esto le daba mala espina, ¿qué tanto sabia esta anciana?

— ¿Cuál?—, el tono del otro hombre se había vuelto helado. Alfred se sorprendió, pues recordó cuando Elast casi estrangulo a Hugo hasta la muerte. De repente la anciana lo señalo con su dedo marchito.

—Quiero sangre de tú acompañante.

—Eh, ¿qué?

—Ni hablar—, Elast se posiciono frente a él, Alfred estaba confundió, ¿su sangre?, ¿para qué?

¿Por qué lo estaban tratando, literalmente, como una bolsa andante de sangre?

— ¿Seguro?, es realmente una pena que te niegues, pero aun no le he preguntado a él—, en un abrir y cerrar de ojos, la anciana, que parecía que ni podía sostenerse con sus propias piernas, estaba frente a él. Una afiliada uña levanto su mentón, Alfred trago saliva antes de ser jalado hacia atrás por el Ángel.

—No lo toques.

¿No debería decir yo eso?

Toda esta situación lo había tomado por sorpresa, su tiempo de respuesta fue demasiado lento.

—Elast, espera—, Alfred salió de detrás de él, ya era un hombre adulto. Sabía defenderse, aunque nunca había estado en tal situación. — ¿Para qué necesita mi sangre en primer lugar?

—La sangre de los mestizos es única y más la de alguien de su edad—, la mujer se relamió sus labios secos, dándoles un tinte de rojo. Alfred quedo con la mente en blanco, ¿en verdad era un mestizo?, ¿pero de qué?, esta "nueva" información no lo estaba impactando tanto como él creía que lo haría.

Se estaba asustando de sí mismo.

Miro a Elast en busca de alguna respuesta, pero este estaba mirando fijamente a la anciana.

—Cuanta—, esos ojos escalofriantes se fijaron en él. — ¿Cuánta necesita?

La mujer no se hizo esperar, a grandes pasos se acercó de nuevo a su puesto ambulante, en donde tenía diversos objetos extraños que Alfred sintió que no se utilizaban necesariamente para cosas buenas. Del interior de una caja de madera saco un excéntrico frasco de vidrio, su tamaño era pequeño.

—Por lo menos necesito llenar esto hasta la mitad—, miro el frasco mientras lo movía un poco, Alf también lo miro. La idea de que le sacaran sangre no era muy tentadora, pero tampoco le asustaba. Segundos después la mujer apoyo el frasco sobre una caja y saco una aguja grande, esta estaba hueca, él supuso que eso se insertaba en la piel y la sangre fluiría a través de ella.

—Bien.

— ¿Bien?—, el Ángel que había estado callado a su lado de repente hablo y lo sujeto de un dedo, impidiéndole avanzar. —No necesitamos la información, no sabes para que la usara más tarde.

La anciana, viendo que todo se estaba yendo por el caño, intervino: —La beberé.

Alfred y Elast la miraron al mismo tiempo.

—Esta sangre es perfecta para el rejuvenecimiento. ¿Cómo creen que he mantenido mi excelente aspecto? No me miren así, me veo así porque no he podido encontrar ningún mestizo de su clase, hasta ahora.

— ¿Qué edad tienes?

—Casi doscientos años—, se crispó. ¿Qué era esta anciana?, ¿una bruja?, ¿si existían?

Bueno, ya debería dejar atrás su vieja creencia, ¿verdad? Si Elast, un Ángel existía, ¿por qué las brujas no podían?

—No vale la pena, Alfred. Ni siquiera sabemos si su información es válida...

—Un Ángel de más de doscientos años—, Elast la miro, sus pupilas se encogieron. —No sé qué es más triste: Que hayas estado encerrado solo o que sigas con vida.

—Cállate.

Ella sonrió con satisfacción, el dedo que sostenía el de Alfred se zafo, la mano del Ángel colgó a su lado mientras una vena sobresalía de su cuello, claramente estaba molesto...

Sin previo aviso se abalanzo sobre el puesto ambulante, tomando a la vieja mujer por el cuello. Las cosas se esparcieron por el suelo, el frasco de vidrio cayó y se hizo añicos. El hombre más joven pensó que era una verdadera lástima, era bastante bonito.

— ¡Elast, podemos resolver esto hablando!

—La charla no sirve al hablar con personas como esta—, su voz era suave cuando hablaba con Alfred, pero cuando lo hacía con la anciana adquiría un tono oscuro. —Habla si no quieres que te rompa el cuello.

La mujer luchaba, su rostro amarillento se encontraba rojo, casi azul por la falta de aire. Sus manos como pasas de uvas sostenían la de Elast, tratando de alejarlo.

¿Debería ayudar?

Se acercó, rodeando las cosas esparcidas por el suelo, se puso junto a Elast y miro a la anciana.

—Suéltala.

—Pero...

—Suéltala.

Elast finalmente la dejo ir, la mujer cayó al suelo de rodillas mientras jadeaba por aire, sus ojos estaban rojos y llenos de odio dirigido hacia quien la había estado ahorcando.

— ¿Eres un Ángel o un Demonio?, maldito bastardo—, los ojos de Alfred se abrieron como platos cuando en la palma de una de las manos de la mujer se condensó una luz violácea, ¿qué era eso?, ¿magia?

Él jamás había golpeado a alguien que no fuera Hugo... ¿Lo de Elast se podía catalogar como un golpe? ¿Lo de Bea? En todo caso golpear a una anciana..., no se podía imaginar haciendo eso, así que estiro apresuradamente su mano y en una fracción de segundos tomo una manta doblada que estaba en el suelo, para después arrojarla arriba de la mujer. Quizá Elast pudo haber detenido su ataque, pero decidió mirar maravillado al otro hombre, con una expresión de "me salvaste, te seguiré a todos lados desde ahora mi benefactor".

Alfred no sabía si reír o llorar.

— ¿¡Ah!?—, la anciana fue tomada por sorpresa antes de que el Ángel tomara uno de sus cabellos para usarlo como una cuerda dorada, la cual ato alrededor de la tela. Así atrapando a la mujer.

— ¿La llevaras con nosotros?

—Si, gracias. Actuaste muy rápido.

¿Esto no era un secuestro?

Miro a su alrededor para cerciorarse de que no había nadie, para su suerte por estos lares estaba todo tranquilo. Sin testigos todo sería menos complicado.

El Ángel comenzó a caminar mientras cargaba a la mujer como un costal de papas, sin cuidado alguno. Alfred sonrió mientras "el costal con patas" se movía de un lado a otro.

Luego bajo la mirada al títere que tenía en la mano, sintiendo su corazón cálido.

1
𝑳𝒖 𝑮𝒖𝒂𝒏𝒈
Elast y Alfred logran interponerse en el camino del Príncipe y así evitar que este fuera a un destino atroz.
¿Esto solo logro facilitar o dificultar más las cosas?
¡Te invito a seguir leyendo para descubrirlo! 💗
𝑳𝒖 𝑮𝒖𝒂𝒏𝒈
Finalmente Elast y Alfred se embarcaron en la verdadera aventura. ¿Sus lazos se fortalecerán o se volverán aún más flojos?
¡Te invito a leer para descubrirlo!
Annx
Me encanta me está cautivando mucho está historia🥰
𝑳𝒖 𝑮𝒖𝒂𝒏𝒈
Alfred está a nada de encontrarse con el amor de su vida, aunque nada asegura que después de eso las cosas sean más fáciles. 🕺
🥦🐞chatbug💥🐈‍⬛
amooo hermoso
𝑳𝒖 𝑮𝒖𝒂𝒏𝒈: Muchas gracias. 💗
total 1 replies
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