En una mezcla de desesperación y determinación, Abigail, una Santa casada con el Duque Archibald, se enfrenta a un oscuro giro del destino. Luego de una confesión devastadora por parte de su esposo sobre su infidelidad con una plebeya, Abigail toma una decisión drástica: pedir el divorcio y romper con el matrimonio que la ha oprimido por años. Sin embargo, esta vez no es una simple víctima. Tras una misteriosa reencarnación, ha regresado al pasado con el conocimiento de su fatídico futuro.
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Capítulo 8
—¿No te dije que te alejaras de mi hermana, príncipe?
—¡Vamos, Lewis! No sabía que tenías complejo de hermanitis.
—Alteza, no haga ese tipo de bromas de mal gusto.
—Jajaja, veo que ustedes dos se llevan muy bien.
—Así es, Santa.
—No es necesario que sea cortés.
—En ese caso, ¿cómo le gustaría que le llame?
—Bueno, realmente no lo pensé bien, pero como usted se sienta más a gusto.
—... Bien, en ese caso, ¿estaría bien que me dejara llamarla solamente Abigail?
—Si usted está bien con eso, por mí no hay problema.
—Muchas gracias, pero, Abigail, ¿podrías cambiar ese "usted" y "alteza" por solamente Arthur?
—Si eso es lo que desea, así será.
(Lewis piensa)
"¿Por qué esta situación está avanzando demasiado rápido? Parece un cuento de hadas romántico."
—Disculpa, Arthur, hay algo de lo que quisiera hablar.
—Estaría más que encantado de hablar con usted, pero me temo que este no es el momento ni el lugar. ¿Qué tal si acordamos una cita en la tarde para poder tocar su tema deseado? Además, creo que sería más prudente que usted descanse y también cambie sus prendas de vestir.
—Tienes razón, en ese caso, le tomo la palabra.
(Lewis interrumpe)
—En ese caso, Abigail, ¿por qué no decides pasar la noche aquí? También le daremos una habitación al Duque Archibald, así que acepta descansar aquí.
—Muchas gracias por la invitación, Lewis.
—Bien, deja que te lleve a la habitación.
(Lewis y Abigail se dirigen a una habitación muy grande y espaciosa)
—Oye, Abigail, dime, ¿cómo te ha ido en tu matrimonio?
—Bueno, hermano, como sabes, Archibald no me quiere aceptar el divorcio, y eso que ya tiene a alguien más.
—Eso lo sé muy bien, a eso no me refería. Lo que quiero decir es que si tú aún lo amas.
—No, ya no lo amo. La verdad es que yo ni siquiera entendí por qué me enamoré de alguien tan asqueroso como él.
—Bueno, de hecho, siempre has sido de las chicas que tienen mala suerte con los hombres. ¿Recuerdas que de pequeña una vez te caíste y apareció un niño de cabello negro que te extendió la mano? También te enamoraste de él y él te rechazó ni bien se enteró. Jajaja, aún recuerdo que llorabas mucho y nuestro padre te regañaba, y como no dejabas de llorar, al final te llevó a una tienda de postres.
—Realmente no me acuerdo de nada de eso, pero hermano, dime una cosa, ¿de verdad nuestro padre no me odia?
—Nuestro padre siempre ha sido de carácter fuerte, pero creo que desde que madre murió, se volvió alguien muy tranquilo. Madre decía que cuando eran jóvenes, padre era conocido como "La espada del fin", siempre con una mirada fría y sin emociones. Pero una hermosa mujer de cabellos plateados como la luna logró domarlo y calmó esa bestia indomable que destruía a diestra y siniestra en el campo de batalla. Pero cuando tú naciste, por primera vez pude ver una sonrisa en el rostro de padre. Cuando te fuiste de casa, solo se le veía amargado y siempre pedía reportes de cómo te encontrabas. Así que, respondiendo a tu pregunta, creo que padre te ama más de lo que te puedes imaginar.
—Siempre creí que padre me odiaba por haber sido muy caprichosa y una muy mala hija, pero si tú dices que él, aun después de todo lo malo que he hecho, me quiere, intentaré volver lo más pronto posible.
—Esa es la actitud, Abigail. Creo que ya es hora de que me vaya. Descansa, mañana tienes que reunirte con el príncipe.
—Hermano, espera, quisiera que tú estuvieras ahí también. Es que lo que quiero hablar con el príncipe también te concierne a ti.
—Está bien, Abigail, ahí estaré. Buenas noches, Abigail.
—Buenas noches, querido hermano.
pero asi va ser