Las verdades de su primer amor distorcionaron su mente por un engañó y ella lo mató. Su hermano menor busca justicia sin saber que después de un tiempo empieza a enamorarse de la asesina de su hermano.
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Vestido
Perdí el control, tire todas las fotos de Darío al piso.
—¿Qué es lo que estás haciendo loca de mierda?— me gritó Enzo sosteniendo mi cintura para que dejara de hacer desorden.
—¡Suéltame hijo de puta, eres un maldito falso!— le grité y escape de sus brazos.
—¿Realmente pensaste que me iba a enamorar de una criminal?. ¡Que tonta que eres!
No quería escucharlo más, di la vuelta para dirigirme a la puerta, quería salir de ese infierno, pero el vino de tras de mí y me tomó del brazo antes de que abriera la puerta.
—¿Dónde crees que vas?— apretaba mi brazo con fuerza.
—Quiero el divorció— le grité en su cara.
—Ja, ja, ja... ¿Y vos crees que te la voy a dar?
—Enzo, deja que me valla por favor.
—Hace unas horas frente a un altar juraste que siempre estarías a mi lado, ¿Qué pasó?, ¿te retractas ahora?
—Hace unas horas atrás no sabía que era un hijo de puta.
—Lo siento mucho, pero tendrás que convivir con este hijo de puta, si no quieres que tu padre vaya a la cárcel por una mala inversión.
Respire profundo, tenía los ojos irritados y la decepción me mataba por dentro.
—¿Desde un principio lo planeaste todo verdad?
—¿Creías que después del crimen vivirias como si nada?, sin pagar ningun precio.
—Desde un principio ese era tu plan, me mentiste.
—Tu vida de princesa terminó. Ya es tarde, ve a dormir, mañana será un día nuevo— dijo empujándome al sofá— ¡María... !—Grito después.
—Si señor— Maria apareció. Una señora de unos 50 años.
—Lleva a la señorita a su habitación—ordenó.
—Señorita sígame por favor— me dijo María amablemente y algo asustada a la vez.
Sin ninguna objeción la seguí, pero antes le clavé una mirada de odio a Enzo, una parte de mí lo odiaba por haberme mentido de la manera más descarada, pero otra parte de mí lo amaba realmente. Me dolía ver realmente quien era.
—Señorita, ¿está bien?—me preguntó María al ver que lloraba.
—Estoy bien, no te preocupes, esto me pasa por confiar en el enemigo.
—Enzo es una buena persona, solo que ahora está dolido, dale un poco de tiempo.
—Tiempo es lo que no tengo.
—Está es tu habitación— abrió una puerta, era un cuarto frío y sin ventanas, era como si volvería a estar en la cárcel.
—Gracias por traerme hasta aquí María.
—¿Necesita algo?
—No.
Me senté en esa cama horrible y recordé mis días en esa celda, preferiría estar ahí nuevamente que en este lugar. Aún era joven y me tocaba vivir estas atrocidades de esta sociedad contaminada. Tenía ganas de quitarme la vida, pero ya había causado mucho desorden en varias vidas, era momento de poner algunas cosas en su lugar.
Enzo se fue a la habitación donde supuestamente pasaríamos nuestra noche de bodas, ahí estaban todas mis cosas, su plan era decirme quien era después de unos días, pero su madre se adelantó con lo planeado, para él también fue una sorpresa.
Enzo después de la ceremonia y la fiesta termino cansado, pero al acostarse en la cama se sintió solo, las últimas noches antes de la boda habíamos dormido juntos, recordó esas noches. Deambula de un lado a otro en la cama intentando entrar en un sueño profundo, pero todo intento era inútil. Se levantó a las cuatro la madrugada y vino a verme, me vio dormida, de tanto llorar por la decepción me dormí sin taparme, el tomo una cobija y me tapo, sentí su presencia, al abrir mis ojos vi su rostro hermoso, quería pensar que todo era mentira, y cobijarme entre sus brazos.
—¿Qué haces aquí?— le pregunté.
— Vine a serciorarme que no te hayas escapado—respondió irónicamente.
— Ya que viste que estoy aquí, ¿por qué no te vas?, no aguanto ver tu rostro falso.
— No entiendo que fue lo que te vio mi hermano, porque yo no veo nada.
Fue muy hiriente con esas palabras, sentí que un cuchillo muy afilado me atravesaba por el corazón.
No aguante más, le di una gran cachetada.
—En tu puta vida vuelvas a golpearme, hija de tu puta— me gritó y me devolvió el golpe.
—¿Sabes cuál es la diferencia entre vos y Darío?, que Darío era más hombre que vos, solo eres una copia barata que pronto se va a arrepentir de todo lo que me estás haciendo.
—No tienes ni idea de lo que te repara a mi lado Aurora.
—Ya veo como vendrán las cosas, y no tengo miedo Enzo.
—Pues deberías tenerlo, porque voy a arrasar con todo—grito y tiro la puerta antes de irse.
Al día siguiente muy temprano me despertó con un balde de agua muy fría.
—¡Despierta!...— retumbó mis odios con sus gritos.
Me quedé en silencio, solo lo observaba, nada me nacía decirle. Tenía que matar el amor que sentía por él.
—Tus cosas están en mi cuerpo ve a bañarte y a cambiarte que tenemos una junta muy importante.
Salí tras de él, con el dedo me apunto la puerta del cuarto.
En silencio entre, era una habitación muy hermosa, como yo le había pedido que quería antes de casarnos, las paredes estaban pintadas con mi color favorito, un coral muy bajito, lástima que en vez de amor, solo odio nos rodeaba.
Me quité mi vestido de novia, amaba este vestido, porque cuando me lo puse creí que mis sueños acerca del amor serían maravillosos, pero ahora solo quería quemarlo.