Mi Amor Arrogante

Narrador omnisciente.

Después de llegar al restaurante, Sofía empezó a distraerse y a dejar de lado sus pensamientos, que para ella eran sin sentido.

Tania la notaba algo extraña, pero no se acercó a hablarle porque sabía que no le diría la verdad, por lo tanto buscó a María por todo el lugar, hasta que la encontró en la cocina.

Solo ella la ayudaría a averiguar qué es lo que por su mente pasaba.

Le propuso hacer una salida, María encantada aceptó, el único problema era que Sofía no estaría de acuerdo, por lo que Tania le tendría que mentir.

Salen de la cocina y Tania la busca con la mirada, cuando logra encontrarla, cambia su expresión y camina rápido hasta donde está.

— ¡Sofía! ¿¡Tienes que ayudarme!? — dijo a gritos y la sacude de los hombros mirándola con angustia.

Sofía al verla de esa manera, se sorprende y le pregunta confundida.

— Tania, ¿por qué estás así? ¿qué pasó?.

— ¡Ay Sofía! Cristina me va a matar — respondió con las manos en su cara.

Sofía le da unas palmaditas en la espalda para que se calme.

Tania se empieza a sentir mal por mentirle, aunque se repite que es por su bien.

— ¿Cómo así? No entiendo Tania, explícame, pero primero trata de calmarte — sugirió ella mientras le ofrece una silla a su lado.

— ¿Te acuerdas del broche de brillantes que Gerardo le regaló por su cumpleaños?

Sofía asintió con duda

— Pues resulta que lo tomé prestado, obvio sin decirle, y ahora no lo encuentro.

Al decir eso, abre grande los ojos y suelta palabras que Tania no llega a escuchar, hasta que la mira molesta y le reclama.

— No puedo creer lo que hiciste Tania, ese regalo es muy valioso para ella. ¿Cómo se te ocurrió llevártelo sin su permiso y lo peor, perderlo? ¿en qué estabas pensando? — cuestionó con enojo.

Tania baja la cabeza.

Aunque se trata de una mentira, tiene mucho de verdad, ya que ese broche sí lo había perdido, pero terminó encontrándolo antes de que su hermana se diera cuenta.

— Por favor Sofía, no me hagas sentir más culpable y ayúdame a arreglar las cosas — pidió haciendo un puchero.

— Ajá, ¿y cómo vas a hacer eso? — alzó una ceja mientras cruza los brazos.

— Comprando otro, así ella no se va a dar cuenta, será hasta mejor, tendrá algo nuevo por algo viejo — comentó con un deje alegre.

Sofía lleva las manos al cielo como pidiendo algo de paciencia, para después negar con la cabeza y decirle.

— Está bien, vamos a buscar en el centro comercial, a ver si conseguimos uno igual, aunque no será lo mismo — aceptó resignada.

Tania le da un abrazo y muchos besos en su rostro para después ir a buscar sus cosas e irse.

María, quien las miraba desde lejos, estaba riéndose de la actitud inocente de Sofía, ella siempre se deja manipular fácilmente por cualquiera de las tres.

Cuando ya estaban listas, salen del restaurante y piden un taxi para ir al centro comercial.

Estando allí, cada una se separa para buscar el broche que "supuestamente" Tania había perdido.

Pasaron algunas horas y Sofía decidió ir por algo de comer en la cafetería que estaba a dos cuadras de su posición, hasta que Tania y María terminarán de ver unos bolsos y zapatos en la tienda de al lado.

Al llegar, pide un café y unas donas, sale y sigue su camino, pero termina tropezando con alguien y le derrama casi todo el café encima de su ropa.

— ¡Oh por Dios! Lo lamento, no fue mi intención hacer eso, déjeme ayudarlo — exclamó angustiada.

Busca rápidamente una servilleta para secarlo, pero cuando lo iba a hacer, él sujeta su mano para impedir que lo haga.

Ella estaba temblando y lo mira a los ojos mordiéndose el labio de manera nerviosa.

En ese momento, una corriente pasó por su cuerpo dejándola sin palabras.

Él, al ver sus ojos grises con un brillo asustado, en un rostro que muestra inocencia como el de ella, lo conmovió, y un deseo arrasador surgió dentro de él; solo una frase le llegó a la mente, no supo por qué, ni cómo se atrevió a pensarlo, pero bajo todo pronóstico y a como diera lugar, ella tenía que ser suya.

Suya y de nadie más.

Un encuentro tan esperado y con muchas sorpresas.