Imagina tener la oportunidad de reiniciar tu vida, de borrar el pasado y empezar de cero. ¿Qué harías? ¿Cómo te reinventarías?
Me encuentro en ese punto, con la posibilidad de comenzar de nuevo. Me pregunto qué camino tomaría, qué decisiones cambiaría y qué oportunidades aprovecharía.
¿Me esforzaría por reconstruir mis relaciones, o me enfocaría en construir nuevas? ¿Seguiría los mismos pasos o tomaría un nuevo rumbo?
La posibilidad de empezar de nuevo es emocionante y aterradora al mismo tiempo. Pero estoy listo para enfrentar el desafío y ver hacia dónde me lleva este nuevo comienzo.
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Un día normal
La noche pasó como una suave brisa, silenciosa y tranquila, envolviendo mi habitación en una manta de oscuridad. Pero el sol, como todos los días, estaba ansioso por salir, impaciente por iluminar el mundo con su cálido resplandor. Y tan pronto como los primeros rayos de luz salieron, mis ojos se abrieron, anunciando una nueva mañana llena de posibilidades y promesas.
La luz del sol se filtró a través de las ventanas, bañando mi habitación en un cálido resplandor dorado. Me estiré en la cama, sintiendo el fresco aroma de la mañana y escuchando el canto de los pájaros fuera. Era un nuevo día, lleno de oportunidades y aventuras esperando ser descubiertas.
Me levanté de la cama, sintiendo la energía y la vitalidad de la mañana. Me dirigí a la ventana, abrí las cortinas y dejé que la luz del sol entrara, iluminando mi rostro y mi alma. Era un nuevo día, y estaba listo para enfrentarlo con una sonrisa y un corazón abierto.
Me dirigí al baño, ansioso por sentir el agua fría en mi cuerpo y poder despejarme por completo. La ducha fue refrescante, y el agua helada me ayudó a despertar mis sentidos y a sacudir el sueño. Me masajeé el cuerpo, sintiendo cómo el agua fría me tonificaba la piel y me llenaba de energía.
Luego de esa refrescante ducha, me sentí revitalizado y listo para empezar el día. Me sequé con una toalla suave y me puse ropa cómoda y fresca. Me miré en el espejo y sonreí, sintiendo que estaba listo para enfrentar lo que el día me deparara.
Con el estómago gruñendo, me dirigí a la cocina para prepararme el desayuno. Me esperaba un delicioso platillo, y mi madre ya había preparado todo para que yo solo tuviera que sentarme y disfrutar. Me senté a la mesa, y el aroma del café y los alimentos me hizo agua la boca. Estaba listo para empezar el día con energía y entusiasmo.
El desayuno fue un grato momento, lleno de charlas y risas con mi familia. Después de terminar, ayudé a limpiar la mesa y los platos, y luego me dirigí a mi habitación para sumergirme en la lectura. Me encantaba perderme en los libros, y además, sabía que era fundamental estudiar para el examen de ingreso al instituto, que se acercaba rápidamente, dentro de un mes.
Mientras abría mi libro de texto, pensé en lo afortunado que era. Mi padre se encargaría de pagar todas las cuotas y gastos relacionados con la inscripción, lo que me permitiría enfocarme en mis estudios sin preocupaciones económicas. Me dije a mí mismo que aprovecharía al máximo esta oportunidad, que trabajaré duro y haré todo lo posible para ingresar al instituto y cumplir mis sueños.
Con determinación y entusiasmo, comencé a leer y a tomar notas, sintiendo que estaba un paso más cerca de alcanzar mis metas. La lectura me absorbió por completo, y las horas pasaron volando mientras me sumergía en el mundo de los libros y el conocimiento.
Llegó la hora del almuerzo y, como siempre, fue un momento lleno de risas y conversaciones interesantes con mis padres. Cada momento con ellos era único y divertido, y me sentía afortunado de tener una familia tan amorosa y unida.
Después de ayudar a limpiar la mesa y los platos, me dirigí a mi habitación para continuar estudiando, pero de pronto mi madre me pidió que fuera a hacerle un encargo. "Hijo, un favor, ¿puedes ir al mercado a comprar papas? Las necesito para hacer la cena más tarde", me dijo con una sonrisa.
Yo, con la misma sonrisa, respondí: "Claro, madre, no hay problema". Me alegraba poder ayudarla en algo, y además, me gustaba ir al mercado, era un lugar lleno de colores, olores y sonidos que me hacían sentir vivo.
Así que salí de la casa, con la lista de la compra en mano, listo para cumplir con el encargo de mi madre y disfrutar del paseo al mercado.
Mientras caminaba hacia el mercado, como si fuera el destino, me encontré con Rin. Estaba caminando en la misma dirección, y parecía tan absorta en sus pensamientos que no se dio cuenta de mi presencia. Me acerqué a ella, con una sonrisa en el rostro, y la llamé suavemente por su nombre.
"Rin", dije, tratando de no asustarla.
Ella se detuvo y se volvió hacia mí, con una expresión de sorpresa y luego de alegría. "¡Oh, hola!", me dijo, sonriendo.
Nos detuvimos en el medio de la acera, charlando y riendo como si no hubiera pasado nada desde nuestro último encuentro. Me enteré de que ella también iba al mercado, a comprar algunos ingredientes para la cena de su familia.
"¿Qué casualidad?", dije, sonriendo. "Parece que el destino nos ha reunido de nuevo".
Rin se rió y asintió. "Sí, parece que sí". Y juntos, continuamos nuestro camino hacia el mercado, disfrutando de la compañía del otro.
Mientras seguíamos caminando hacia el mercado, Rin me contó que la otra semana tenía su examen de ingreso a la universidad. Me pareció emocionante y un poco nervioso por ella, ya que sabía lo importante que era para ella ingresar a la universidad.
Pero también me dijo que, en caso de que no ingresara a la universidad, planeaba dar el examen de ingreso al instituto, justo donde yo lo daría. Me sorprendió un poco, pero me alegró saber que, de alguna manera, nuestros caminos podrían cruzarse de nuevo.
"¡Qué coincidencia!", dije, sonriendo. "¿Te parece que el destino nos está uniendo de nuevo?"
Rin se rió y asintió. "Parece que sí. Bueno, en cualquier caso, tenemos que estudiar duro para nuestros exámenes. Yo tengo que asegurarme de ingresar a la universidad, y tú a tu instituto".
Me gustó la idea, y asentí con entusiasmo. "¡Claro! Estoy seguro de que lo lograremos. Vamos a trabajar duro y a apoyarnos mutuamente en este proceso".
Seguimos hablando y planeando, y me di cuenta de que, sin importar lo que sucediera, nuestra amistad seguiría creciendo y fortaleciéndose.