La Venganza De La Emperatriz

Cómo sabe que aquel hombre tiene alguna información, ella camina hasta la esposa del hombre y le toma por el cabello con bastante fuerza.

—Tu esposita es quien va a sufrir si no me das información— dice ella y saca una daga con la disposición de herir a la mujer, pero aquella mujer, decide hablar.

—Hablaré, tus padres eran emperadores de un imperio llamado Goten, pero ya no existe gracias a que la familia imperial le declararon la guerra al emperador del imperio Hilton. Aquel hombre sin misericordia exterminó a la familia real y conquistó ese reino, y ahora este es parte del imperio de Hilton. Quien te trajo a este imperio, fue un viejo sirviente que escapó contigo, pero este murió hace mucho tiempo, lo que significa que tú eres solo una huérfana— dice la mujer asustada.

El ministro solo gruñe.

—Ya escuchaste a mi esposa, ese reino no existe, apenas pudimos localizar a ese sirviente, quien no dijo toda la historia. Tú solo eres una malagradecida, una hija mala, eres una huérfana sin familia, y para colmo has destruido a la familia que te dio de comer— dice el hombre muy enojado.

Ella en vez de enojarse, solo ríe con burla.

Aun riendo, ella camina hacia el hombre, moviendo la daga de un lado a otro.

—Padre, o mejor dicho, señor ministro de justicia, me alegra saber esta información, así me ahorro las molestias de mandar a investigar. Soy una huérfana, pero eso no me importa en lo absoluto, lo que importa es quien soy ahora, y tengo que agradecerte el no ser mi padre, porque de otra manera, no podría hacer esto— dice ella y clava la daga en el costado del hombre, quien dejó salir un grito de dolor.

Acto seguido, ella vuelve a atacar en otras partes del cuerpo, y como acto final, le cortó el cuello al ministro, luego fue donde su esposa y la mató también.

Al finalizar, ella en compañía de su amiga limpió toda el área, y después, fue a ver cuántos soldados murieron, para luego poner en orden todo.

Posteriormente, sacó a los guardias del capullo, y tras ver que todos estaban bien les dijo.

—Por su bien, aquí nadie vio nada, solo sufrimos un ataque de mercenarios y ya— dice ella con mala cara, y los guardias dijeron al unísono.

—¡Si emperatriz!— dicen todos y ella solo ordena iniciar nuevamente con su ida del lugar.

De camino al palacio, ella y Yanet se limpiaron, puesto que, estaban hechas un desastre.

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Luego de un tiempo, Samanta llegó al palacio, el cual se encontraba en movimiento.

Las sirvientas estaban de un lado para otro.

Eso se debe, a que el estado del emperador ha empeorado, y la emperatriz madre, mandó a mantener todo organizado, porque este en cualquier momento muere.

Un tanto curiosa, ella va hasta la habitación del emperador, y ve a su madre llorando al lado de su hijo. Yanet por su parte fue a investigar lo que ella le pidió.

Samanta de inmediato, comenzó a llorar también, claro fingiendo.

La madre emperatriz al verla sintió más tristeza, porque ahora el imperio, sería Samanta, quien en cualquier momento, puede echarla como a una basura.

—Qué tristeza tan grande, el emperador siendo un hombre tan joven, está por partir de este mundo, pobre de mí— dice ella llorando.

La mujer lloró aún más.

—Quisiera estar sola con él, aunque no fuimos la mejor pareja del mundo, le tomé cariño— dice Samanta fingiendo estar demasiado triste, y la mujer no muy convencida sale de la habitación.

Todos salen del lugar, y dejan a la joven emperatriz sola con su esposo, quien al sentir la puerta cerrar, se seca las lágrimas y comienza a bailar feliz.

Cuando se cansó de bailar, fue a la cama del emperador y se acerca a él y le habla.

—Hola rata, sé que te vas a morir, y quiero que sepas que me alegra mucho que te mueras, al fin tome venganza por los inocentes, pero no te preocupes, en el más allá están esperando por ti tus zorras, y pronto tu arpía madre— dice ella y jala el cabello del emperador con violencia, quien despertó y comenzó a sentir dolor.

Al ver eso, ella se aleja de la cama, y llama a los que están afuera, quienes entraron apresurados a la habitación, solo para ver al emperador quejándose de dolor, quién escupía sangre por montón.

Allí había un médico, quien revisó al emperador, y solo negó con la cabeza.

—El emperador no pasará de esta noche, será mejor que todos sus allegados a él, estén para darle su último adiós— expresa el doctor con tristeza.

Todos allí comenzaron a llorar, mientras el doctor hacía lo que podía para aliviar las dolencias del hombre, pero al final, pasó tal cual dijo el doctor, y el emperador dejó de gritar de dolor, solo para dar su último aliento.

Él sufrió mucho durante sus últimos días de vida, ya que ni siquiera los mejores magos y los doctores imperiales lograron darle un verdadero alivio.

Sus órganos internos ya no funcionaban bien, y de ahí sus dolencias.

Al final, la vida de la verdadera Samanta fue vengada, y quienes le hicieron daño, pagaron al doble que ella.

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Nota.

Nos vemos pronto.