La juventud es la etapa de nuestros mayores miedos, pero también de nuestros más escandalosos amores.
¡Ven y acompañame en esta historia donde la religión y el amor hacen estragos!
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El corazón de un guerrero
Al terminar los asuntos de clase…
Diana todavía sumamente triste se armó de valor y recorrió rápidamente los pasillos de la escuela dirigiéndose hacia la entrada trasera. Sabía que sus antiguas amigas se quedaban allí unos momentos después de las clases, por lo que decidían quedarse a chismear cerca del tanque de agua que ofrecía algo de sombra.
-Esa chica es una caza hombres ni pensar que fue nuestra amiga – dijo una sin percatarse siquiera que Diana se acercaba
-Le enseñamos una lección que tal vez le baje los sumos de cristianita – dijo una de las otras con repulsión
Diana lo había escuchado todo e inconscientemente apretó los puños para contenerse. La batalla acababa de comenzar. Nada sería fácil a partir de ahora.
-¡Qué bueno que me han bajado los sumos! – exclamó ella saliendo de su escondite
Las dos muchachas que hablaron quedaron asombradas y quisieron echar para atrás lo que habían dicho. Las otras prefirieron ni meterse en el asunto que se desencadenaría.
-Diana, nosotras estábamos hablando de otra persona… nosotras… –
Diana contrajo una carcajada
-¡No seáis hipócritas, no os queda bien chicas! – Dijo ella con indignación – sé que ustedes fueron quienes le dijeron a Samuel de mi pasado
-Pero… pero… - dijo una
Diana alzó la voz para callarlas, cuando habló sus ojos color miel lanzaron chispas de fuego.
-En los años que ustedes fueron mis amigas nunca consideré decirle a nadie de vuestros secretos, ni siquiera los comenté con mi madre que es la persona más confiable para mí, por temor a pensar que las estaba traicionando. Pero tuve que soportar incluso que al iniciar el curso ni me conocieran por ser cristiana.
Se acercó a ellas y tomó la mano de una que se llamaba Alexa
-¿Qué te parecería si les dijera a todos en la escuela que no eres virgen? – Alexa palideció y se creyó morir
Diana esbozó una sonrisa falsa para ocultar su tristeza y soltó la mano de ella con furia; después retrocedió mirando a las dos personas más traidoras que ojos humanos hayan visto dentro del círculo de hembras que chismeaba a la sombra del tanque esa tarde.
-¡Eso pensé!….
La joven se retiró con los ojos aguados y salió por la misma puerta trasera. Se puso una mano sobre el corazón. Increíblemente no se sentía ya tan mal, se sentía libre del peso que la mantenía atada a no hablar lo que su corazón decía.
-¡Diana!…Diana… - sintió los gritos y se volteó
Alexa había corrido hasta ella para disculparse
-¡Lo siento!… lo siento tanto Diana… podrías perdonarme, no me había dado cuenta de lo valiosa que eras, solo que ahora nuestros mundos tan diferentes nos han separado.
Diana sin temor alguno derramó delante de ella muchas lágrimas
-Te perdono… te perdono por que Jesús en su palabra me dice que debo perdonar, aunque ya no seremos las mismas nunca más, aun así algún día quiero que experimentes lo que estoy sintiendo ahora al lado de mi Señor –
Su antigua amiga también lloró y luego con el corazón compungido por lo que había dicho le abrazó. Diana tenía razón ya no serían las mismas pero no había razón para no perdonar.