Lucía, luego de morir despierta en la última novela que leyó, pero lo más extraño de todo eso fue que despertó en el personaje que más odiaba...
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capítulo 16
En la capital el barón Lauren se encontraba furioso mostrándole la carta, que su hija le había dejado, al duque Milton. Fabián no podía entender por qué su hija había hecho todo aquello, pero esperaba que el duque pudiera darle algo de información.
— No se preocupe barón Lauren, enviaré un escuadrón a buscarla y otro a la frontera norte. Si es verdad lo que dice en esta carta, seguramente los hermanos Ferreira ya la habrán llevado allí. Ellos no permitirían que nada malo le pase...
— ¿Y si se perdió en el camino? ¿O de pronto fue atacada? Esas rutas son conocidas por ser muy inseguras, tal vez...
— O tal vez ya llego a la frontera y el ministro esperará a que amanezca para regresar a la luz del día. Créame barón la señorita Lauren es muy habilidosa, si de algo estoy seguro es que ella logró llegar a salvo, y mis ex aprendices son todos unos caballeros, ellos la va a proteger, regrese a sus actividades que yo me encargo de enviar a un grupo por ella.
— Iré con ellos, es mi hija...
— Barón entiendo lo que dice, pero su otra hija también lo necesita, además como le acabo de decir confío en las habilidades de Dayana, estoy seguro de que ya se debe encontrar en la base junto con los demás soldados.
El barón al ver tan tranquilo al duque agradeció su ayuda y se dispuso a ir a su hogar nuevamente... Por otra parte, el duque Milton ni viene vio que el barón dejaba el ducado fue en busca de su hijo y en cuanto lo encontró dijo.
— Víctor... debes adelantar tu viaje, ocurrió algo grave...
Víctor al oír esas palabras de su padre, dejó su entrenamiento de lado y lo siguió para qué le seguirá explicando que era lo que sucedía...
***
Mientras tanto en la base norte.
Dayana se encontraba dentro de una tina de agua helada, la fiebre había escalado a tal punto que el doctor recomendó meterla dentro de la bañera, puesto que sus hierbas poco habían logrado hacer, temía que los hermanos Ferreira no pudieran encontrar el antídoto a tiempo.
Mientras que la chica se encontraba delirando de la fiebre sus fantasmas del pasado volvieron a aparecer y pronto vio a uno de sus enemigos apuntandola con un arma. Lucia miró al hombre con miedo y grito.
— Maldito bastardo... ¿como me encontraste?
El médico al ver que la chica se había alterado, intento calmarla, pero fue inútil, Lucía en su inconsciencia empezó a luchar con un enemigo de su pasado, quien en una oportunidad había logrado atraparla y la había torturado por meses hasta que la familia Vitale logró encontrarla. Ella había quedado traumada después de esa experiencia y cada vez que se sentía en situaciones de mucho estrés revivía esa experiencia. De pronto vio como su fantasma tomaba de una mesa una especie de manopla con ganchos y su cuerpo se tenso. En su cabeza ya podía imaginarse en ese horrible lugar donde ese hombre la había torturado día y noche, al ver como este se acercaba, su corazón empezó a latir errático, y rápidamente se levantó de la tina y alejándose de su captor grito.
— Aléjate... vete... tú no eres real, no estás aquí...
El doctor quiso acercarse a calmarla, pero Lucía al pensar que el médico era el hombre que tanto daño le había hecho, empezó a alejarse de él y corriendo hacia la puerta salió de la habitación. Lucía se encontraba perdida en sus alucinaciones, corría por los pasillos de la base sin saber dónde se encontraba y prácticamente desnuda, solo traía puesto un camisón blanco el cual estaba todo empapado. Los soldados que se encontraban en la base pronto pudieron ver como la mujer huía por los pasillos y uno de ellos fue a informarle este hecho a los hermanos Ferreira, quienes llevaban horas torturando a los bandidos en busca de respuestas.
Cuando los hermano por fin habían logrado sacarle a la fuerza a uno de ellos donde estaba el antídoto, un soldado llegó corriendo y anunció.
— Ministro la señorita que vino con usted hoy... ella está huyendo.
Tanto Cristian como Stefan, tomaron el antídoto que el bandido tenía guardado en una de sus botas y corrieron a ver que era lo que estaba sucediendo. Al llegar a la entrada pudieron ver una escena de lo más sorprendente. Dayana estaba luchando cuerpo a cuerpo, con los soldados que la intentaban detener, tanto Cristian como Stefan estaban más que impresionados, jamás habían visto ese estilo de pelea, la chica solo atacaba las zonas vitales y también utilizaba sus piernas como si fueran un arma...
— Señores que bueno que ya están aquí... la señorita Lauren está delirando, no sé contra quién o que pelea, pero... esta situación ya es crítica...– Dijo el doctor exaltado.
Cristian— Tenemos el antídoto.
– Muy bien hay que sujetarla para que lo beba.
Tanto Cristian como Stefan caminaron hacia Dayana y al ver que la chica había notado su presencia, Stefan fue el primero en hablar.
– Señorita Lauren, no queremos hacerle daño...
Dayana soltó al soldado que tenía ente sus piernas, y levantándose del piso se puso en posición de pelea nuevamente y con una sonrisa contestó.
— Es una pena... porque yo si quiero hacerte daño.
Sin más Dayana corrió con dirección a Stefan y sin que este pudiera hacer mucho, escalo por su cuerpo y al llegar a sus hombros enredo sus piernas en el cuello del ministro. Ambos cayeron instantáneamente producto del repentino acto y aunque el ministro no quería hacerle daño a la chica al sentir la fuerza con la que apretaba su cuello, bajo su cara, mordió su muslo y al sentir como esta lo soltaba aprovecho la posición y subiéndose encima de ella la redujo, tono sus muñecas y la llevó por encima de su cabeza para poder calmarla, al ver que Dayana parecía estar fuera de sí, gritó.
— Es suficiente.
Tanto Cristian como todos los que estaban viendo lo sucedido no podían creer la fuerza y las habilidades que tenía esa mujer, se había necesitado a más de diez hombres para reducirla y aun así seguía teniendo fuerzas para luchar contra el ministro. Si bien él no tenía intenciones de hacerle daño, se notaba que la mujer le había dado pelea. Pronto Cristian se acercó con el antídoto y abriendo la boca de Dayana le vertió parte del líquido en su boca, pero esta rápidamente se lo escupió en la cara del ministro. Stefan quien ya se encontraba más que furioso, sujeto sus muñecas con una de sus manos y con la otra apretó la mandíbula de la chica para hacer que esta abriera nuevamente su boca, cuando Cristian vertió nuevamente el líquido, Stefan sujeto su mandíbula y llevando su cabeza hacia atrás obligó a la chica a beber el antídoto. Pronto Dayana sintió como su cuerpo perdía todas sus fuerzas y terminó por desmayarse finalmente.
El ministro aún con su respiración algo agitada por toda esta situación miró a Dayana y al ver que en verdad estaba inconsciente se levantó de encima de ella y fue justo en ese momento donde noto su desnudez. La joven estaba en paños menores y la tela que traía puesta no dejaba nada a la imaginación, rápidamente se sacó su camisa y cubriendo el cuerpo de la chica la cargo en brazos, mirando furioso al médico dijo.
— Vamos, en el camino me explica que fue lo que paso...
Cristian al ver que todos los soldados de la base ya se encontraba allí miró mal a todo el mundo y hablo.
— Aquí ya no hay nada más que ver, todo el mundo vuelva a sus actividades.
Sin más siguió a su hermano y al médico, puesto que él también esperaba oír una buena explicación para todo lo que había sucedido...