Cuando estas al borde de la muerte y sientes el olor a sangre por todos lados el miedo se va alejando de ti, fui expuesta ante un grupo de depravados, quise morir, pero en el camino encontré una nueva oportunidad para amar...
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Su respiración es agitada y siento su nerviosismo.
... Las señoras aquí son muy amables, hay tres trabajadoras dentro de la casa.
(Linda) Pero señorita usted no puede estar aquí, la señora me regañará si la ve.
(Varela) No te preocupes, quiero ayudarte, lo haré siempre que pueda.
... Veo que va entrando a la señora Sofía con una canasta llena de huevos. Que bonitos colores tienen estos.
(Sofía) ¿Té sientes mejor ahora Varela?
(Varela) Sí señora Sofía, le pido disculpas que en mi primer día de haber llegado pues paso esto.
(Sofía) A todos nos puede pasar, sabes estoy invitada a una reunión en la ciudad y tenemos que ir, te llamaré a las ocho para que bajes ya lista y preparada.
(Varela) ¡Hoy!
(Sofía) Sí.
(Varela) ¿Cómo debo de ir vestida?
(Sofía) Es una reunión informal, es para tratar la venta de ganado a la nueva fábrica de embutidos.
Yo creo que unos jeans y alguna casaca estarían bien. Además, que eres muy guapa y no te harás problema en escoger algo para la reunión, recuerda que es informal.
(Varela) OK, bueno, señora algo en lo que le pueda ayudar ahora.
(Sofía) Bueno... Mira que Maria desocupe la canasta de los huevos y la llevas a Gastón para que te dé la leche para hacer el dulce.
A Gastón lo encuentras en la parte trasera de la casa donde se guarda los becerros.
(Varela) Bueno iré ahora mismo.
... Salgo a llevar la canasta y traer la leche como me pidió la señora Sofía, voy tarareando una canción y cuando levanto la mirada hacia la fachada de la casona, miro a ese tipo bruto que está mirando hacia la profundidad del campo, con los codos sobre el barandal.
Cierro mis ojos, y miro hacia otro lado. Llamo al señor Gastón y nadie sale, decido entrar y veo los depósitos de leche, pero son muy pesados para poder llevarlos, trato de hacerlo y nada. No puedo hacerlo.
(Gastón) Señorita.
(Varela) O disculpe, vine por la leche.
(Gastón) Ahora se la acomodó en el depósito o mejor llévelo en estos galones así será mas fácil, ¿puede usted llevarlo o prefiere que la ayude?
(Varela) No sé ve muy pesado, yo lo haré, pierda cuidado.
... Me voy con los dos galones en cada mano y disfruta de la fría brisa del campo, todo verde 💚.
Al llegar le doy ambos galones a Maria y Orencia, estoy por subir y escucho una discusión. Voy despacio con mi espíritu de chismosa ...
(Sofía) Dime a que viniste... A olvidar a esa mala mujer o para ser alguien mejor, dime si puedo creer en tus palabras...
No puedo creer lo que haces con tu vida.
(Gabriel) Ya no tengo cinco años, soy un adulto y sé que decisiones son algo correctas para mi.
Veo que a mi no me das tanta importancia, más te preocupa una extraña que no sabes si entro a robar a tu casa o para cometer un crimen.
... ¡Estará hablando de mi!
Seré yo aquella extraña de la cual ese hombre habla, no, no lo creo.
(Sofía) Se quién es ella, estudie muy bien su ficha hasta el último momento y créeme que la cuidaré igual que a mis hijos.
(Gabriel) ¡Pero esa mujer no es tu hija! Yo si lo soy...
Mamá si tanto te fastidia mi presencia, pues me iré, total ya tú tienes a alguien quien te haga compañía, yo aquí solo soy un cobarde, flojo, borracho, que despilfarra el dinero de su familia.
(Gabriel) Ahora estás contenta por el golpe que me has dado.
(Sofía) Quieres irte... Vete, yo no te voy a retener. Eres un adulto, pero te diré algo. El día en que esa tipeja, mala mujer te lleve hasta la profundidad de sus vicios y te veas perdido. No vuelvas a esta casa ni tampoco a llamar a ninguno de tus dos hermanos.
Vete ya, que tengo que salir con Varela.
(Gabriel) Tanto te preocupa esa mujer que ni siquiera conoces bien.
(Sofía) VETE ya.
... Voy escuchando los pasos y silenciosamente voy bajando los tres primeros escalones que subí.
Me siento en la silla que está en la cocina y Orencia ríe por mi comportamiento.
(Sofía) Varela... Varela...
(Varela) Sí señora.
(Sofía) Por favor que Maria te indique donde están mis pastillas para los nervios y me la traes con un té de tilo, por favor.
(Varela) Sí enseguida señora.
... Ya escuchaste Maria, dime donde están la pastillas que yo misma las llevo.
(Maria) Casi te atrapan...
(Varela) Por poco ... Muchas gracias 😘.
María, María, perdón, pero cuáles son las pastillas.
(Maria) Son unas de color celeste,
... Busco las pastillas color celeste y las pillé, saco una y le llevo un vaso con agua.
La veo con su rostro muy cansado, cómo quisiera agarrar por el cuello a ese mal hijo.
Señora Sofía, aquí tiene sus pastillas.
(Sofía) Gracias hija.
(Varela) Me permite hacerle un masaje, se ve tensa.
(Sofía) Sí, eso es lo que necesito en estos momentos.
(Valera) Iré por mi crema a mi habitación... Por cierto...
... Me voy y ya no pregunto por la habitación lo solucionaré yo misma.
Subo y la otra puerta está abierta.
Dudo un poco, pero al final decido entrar. Y allí está el mal hijo, tirado en su cama con el pecho descubierto y él olor a alcohol que está en el ambiente.
Oye tú... Puedes regresar a la que dices que es tu habitación.
(Gabriel) Y si ya no quiero hacerlo...
(Varela) Pues no lo hagas... Te lo decía porque hiciste la tremenda pataleta por esa habitación.
...Veo que se para y se va acercando hacia mi... Yo retrocedo y el con su mano cierra la puerta...
(Varela) ¡Que estás haciendo!
(Gabriel) ¿Tienes miedo?
(Varela) Quítate y déjame salir.
(Gabriel) Y si no lo hago.
(Varela) Me voy a desmayar por el olor a alcohol que traes encima.
(Gabriel) Una chica como tú, que hace aquí en el campo, de que huyes... O que hiciste para que vinieras hasta aquí, a un lugar lejano.
(Varela) No te lo diré, déjame...
... Él solo se presiona más y atrapa mis manos, estoy sin poder moverme, su pierna la coloca en medio de mis piernas y yo estoy presa.
Veo que sonríe levemente como si algo hubiese ganado.
Claro cuando no, yo de tonta creyendo que un extraño me iba a oír...
Suéltame o tendré que gritar...
(Gabriel) Eso quieres... Pues hazlo, ya me han regañado lo suficiente como para preocuparme por otro regaño más.
... Veo que el rostro de esta mujer es muy bello y sus ojos tan profundos... Su respiración es agitada y siento su nerviosismo. Me acerco más a ella y mi instinto me lleva a robarle un beso, lo hago y la suelto.
Ella está parada con la cara en blanco, no lo esperaba y aquí yo parado para recibir la cachetada por lo que acabo de hacer.