Rechaza y humillada por la sociedad y por las personas que ama, muere injustamente; pero ¿Qué sucede si te van una nueva oportunidad?
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CAPÍTULO VIII
Por órdenes específicas del joven médico, tenía que estar en reposo hasta una hora después que el sol saliera. Me sentía como un garbanzo que está en remojo 12 horas para poder ser devorado. La luz de la luna atravesaba como una flecha, mi entrada de la pared. No podía dormir, detestaba saber que el lucero de la mañana me ganaría para desenvolver mis actividades, quería ganar las batallas más pequeñas para conquistar mi guerra. Al ver solamente la luz nocturna y observar que las estrellas habían desaparecido, me hizo recordad a algo que escuché hace unos años antes de morir. Se decía, que cuando el cielo se encontraba despejado era porque las estrellas habían caído en forma de lluvias, y se introducían en las conchas marítimas. Con dolor y amor, creaban las más valiosas perlas. Tan hermosas, que miles de marinos habían buscado en todos los rincones conocidos y por conocer para obtenerlas. Había oído decir que esto era el amor y el nacimiento, pero desde mi punto de vista. Este era mi renacimiento, donde me volvía la consecuencia de derramar mis estrellas lagrimales y volverme una perla invaluable. Donde nadie sería mi dueño, y jamás podrían obtenerme. Mi recompensa serían las cabezas colgadas de las personas que me hirieron e hicieron injusticias de acuerdo a sus deseos. Yo sería la ley y la justicia para este imperio.
Una figura visitó mi mente, era él, el que alguna vez había batallado. No recuerdo su figura ni su temperamento. Solo haber visto un copo de nieve que se asemejaba al pelaje de un zorro de montañas.
Tal vez en la distancia del futuro le veré, o su cabeza rodará por mis pies. Un destino incierto a decir verdad. Solo nos queda estrellarnos en el presente para derrotar el futuro.
-Maestro, ¿sabés que puedo sentir hasta tu respiración?- estiré mi brazo señalando su dirección-
Su adorable risa causó que mis labios se estirasen hacia arriba levemente, era alguien que enviaba comodidad. Era un ser del quién preocuparse.
-Mi princesa, ¿desde cuándo sabe que estoy a su lado?- saltó desde la sombra a la pequeña luz que ingresaba-
-Desde el momento que cerré mis ojos. Me he dado cuenta de que rendí ante tus pequeños trucos, ¿me decís tu nombre?- me reincorporé sobre mi cama-
-A pesar de que las estrellas están ausentes, se lo diré- rodé los ojos al sentir su extravagancia- Mi pequeña princesa, mi pequeña duquesa- sus afirmaciones traerían problemas si alguien lo escuchaba hablar así-
Era una afirmación de que era duquesa, coronada y nombrada por la realeza. Una cosa era que yo lo dijera, una niña pequeña y otra muy distinta, un joven que estaba por alcanzar la edad de la adultez lo afirmara.
-Mi nombre es Lu Clien- puedo adivinar que mencionaba su nombre con una sonrisa empalagosa-
-Bien- murmuré antes de cerrar mis ojos-
Una nieve que astillaba los huesos de la columna, tapaba mi visión. Parecía una anciana con mis cabellos cubiertos por las gruesas capaz de nieve. Mientras mi ejército, corría detrás del los enemigos, mi misión era capturar al grande: el líder. Una flecha atravesó mi muslo izquierdo, recuerdo no haber emitido sonido de dolor, pero las lágrimas de sangre de mi corte no cesaban. Corrí hacia él, y con la misma flecha atravesé su hombro. Sus ojos estaban incrustados en mí, y su toque era delicado. Aunque me había herido, la flecha no tocó puntos vitales: solo carne. En cambio, lo hice sufrir, y lo dejé en libertad. No recuerdo sus ojos, pero sentía su vista en mí. Sentía su tacto cálido. Dentro de unos años sentiré su nombre y lo recordaré. ¿Será esta una variable de mi vida? ¿Será una incógnita sin resolver? ¿Qué cuenta deberé sacar para obtener el resultado?
-¡Señorita!- los gritos de Miel me trasladaron al presente- ¡El príncipe está de regreso con un decreto!-
De un salto me paré de la cómoda cama. ¿Qué estaba haciendo el hedor en mi hogar?
-Miel, buscame la ropa más sencilla y varonil. Después quiero que busques a las personas donde el opresor los violentaba. Quiero traerlos acá, debo hablar con ellos-tomé un sorbo del amargo té-
¿Por qué él estaba acá? Estaba segura de que el caso llevaría, por lo menos, medio mes o el mes completo. Pero habían pasado muy pocos días, y ya su majestad me daba una "recompensa".
Con suma dignidad, caminé a su encuentro. Por ahora dejaría que me humillara, si es que esa era su intención. Lo vi, vestía sus ropas blancas de seda fina. Su cabello dorado, parecían largos hilos de oro que daban mayor esplendor a su aura. Sonrío por lo que creí ver, delicadeza.
-Bienvenido a nuestra humilde morada- me incliné con reverencia- Espero que el día de hoy pueda descasar con tranquilidad para que mañana pueda retomar su viaje a salvo- sonreí mientras el maestro Lu me extendía un abrigo extra-
Los ojos de él se abrieron levemente de sorpresa, con un aniñado puchero reclamó.
-Ask, ¿no querés que me quede unos días?- se acercó despacio-
De pequeña me había manipulado, ahora era un momento distinto. No dejaría que ahora me influenciara en sus actos. Ya no era débil, ahora era un escudo de piedra.
-No me atrevo, príncipe- sostuve la mano del maestro- Pero como verá, soy una persona que trabaja para esta comunidad-
Él asintió, y procedió a leer lo que el emperador había enviado.
-El decreto del emperador ha sido abierto. Askary West, acepta este decreto-
Todos los presentes nos arrodillamos, extendí mis brazos para recibir la gracia del emperador.
-Por luchar firmemente con los bandidos que atormentaban las tierras imperiales, se te dan mil piezas de oro refinado y blanco. 600 piezas de jade blanco, 147 perlas rosadas y se te concede el regimiento azul- mi corazón se emocionó-
Hasta mi muerte fueron las personas que estuvieron a mi lado, e incluso abogaron por mí. Ahora nuevamente regresaban a mi lado.
-Acepto la gracia del emperador- todos nos pusimos de pie-
Miel se acercaba con la señora que me ayudaría a construir mi cascada y con la familia que había ayudado.
-Miel, por favor, envía al príncipe a descansar o si desea ducharse. Dentro de una hora me reuniré con él para llevarlo a recorrer el ducado-
Vi marcharse a la feroz bestia.
-Señores- me incliné a donde estaban las visitas- Soy Askary West, la princesa menor de la familia del ducado. Perdón por no recibir a todos de la forma esperada, surgieron situaciones que me impidieron hablar con ustedes.
Le pedí al maestro que hablara con la señora que construiría el lugar. Quedándome a solas con la pequeña familia. Los llevé al lugar donde solo las personas más importantes podían entrar. Quería demostrarle al príncipe que él, nunca entraría allí.
-Princesa, estamos agradecidos que nos recibieras tan amablemente- habló el padre-
-No se preocupen, haré todo lo posible por pagar lo que se les quitó. Mi familia es responsable que ustedes sufrieran. Si me permite, ¿me podría decir su apellido?-
-Princesa, nosotros somos la familia Lucio- sonrió el pobre hombre-
No pude evitar mostrarme complacida.
-Señor Lucio, le ofrezco la oportunidad de quedarse con su familia en esta casa. Sus hijos pueden estudiar a mi par. Para ser sincera, me siento sola, nadie se acera a mí por mi apellido; sin embargo, solo soy una pequeña niña- unas falsas lágrimas salieron de mis ojos-
Te encontré Flexv Lucio.