NovelToon NovelToon
EL PRECIO DE MI MANO

EL PRECIO DE MI MANO

Status: En proceso
Genre:Diferencia de edad
Popularitas:6.3k
Nilai: 5
nombre de autor: N. Garzón

Abril es obligada a casarse con León Andrade, el hombre al que su difunto padre le debía una suma imposible. Lo que ella no sabe es que su matrimonio es la llave de un fideicomiso millonario… y también de un secreto que León ha protegido durante años.
Entre choques, sarcasmos y una química peligrosa, lo que empezó como una obligación se convierte en algo que ninguno puede controlar.

NovelToon tiene autorización de N. Garzón para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capitulo 16

León

Cuando entré a la cocina y la vi ahí, con esa pijama que más que ropa parecía una provocación con encaje, sentí que se me secaba la garganta.

Piernas tonificadas, piel suave, esa cara de recién despierta… y esos pechos.

Perfecto. Excelente. Maravilloso.

Ahí estaba yo, convertido en un imbécil que mira demasiado.

Mis ojos y mis pensamientos fueron interrumpidos por Mauro, que entró justo detrás de mí como si la casa fuera de él. Normalmente no me molesta, pero esta vez casi le cierro la puerta en la cara.

—Patrón, hoy salen dos cargas más. Y lo de mañana lo adelantamos, porque…

Yo asentía. No escuché ni la mitad. ¿Cómo iba a hacerlo, si tenía a Abril cerca, con esa pijama que le ajustaba como si se la hubieran cosido encima?

Me reprendí en silencio.

Es de la edad de Mateo. Podría ser mi hermana. Deja de mirarla, imbécil.

Respiré profundo y me forcé a volver al tema del trabajo.

Y, como todos los días, ignoré a Amalia. La mujer no disimulaba ni un poquito. Era incómoda, insistente y esa mirada que me lanzaba era suficiente para mandarla a trabajar a Mongolia. Pero no podía ponerla lejos… no por ahora. Necesitaba a alguien de confianza en el segundo piso que no hablara del matrimonio falso.

Perfecto: mi vida era una telenovela.

En la tarde fuimos a la finca de su padre. Verla tomar decisiones me sorprendió más de lo que admití. Estaba enfocada, seria, preguntaba lo necesario, daba instrucciones… y los trabajadores la respetaban.

Si Mateo tuviera la mitad de ese sentido común, yo no viviría con gastritis crónica.

A Abril le faltaba experiencia, sí, pero se podía pulir.

Y por primera vez en todo el día, no habíamos discutido.

Aleluya.

Claro, la paz nos duró exactamente cinco minutos.

En el camino de regreso

Apenas subimos a la camioneta, Abril cruzó las piernas —otra vez poniéndome a prueba— y me lanzó una mirada acusadora.

—¿Y por qué no me dijiste que ya habías decidido tumbar la casa?

—Porque es tu casa —respondí—. Tú decides.

—Sí, pero tú ya sabías que era lo mejor.

—No sabía si estabas lista para escucharlo —dije encogiéndome de hombros.

Me miró como si estuviera admitiendo un crimen.

—¿Estás diciendo que no soy madura?

—Estoy diciendo que eres impulsiva —corregí.

—¿Impulsiva? ¿Yo? ¡Por favor! —bufó—. ¿Y tú qué? Eres un dictador agrícola.

—¿Qué demonios es un dictador agrícola? —pregunté sin poder evitar reír.

—Tú. Tú eres. Todo lo quieres mandar, controlar, supervisar, opinar. Eres insoportablemente meticuloso.

—Eso se llama eficiencia.

—Eso se llama fastidio.

—Ir a terapia con esa actitud, verá cómo te va —le dije con ironía.

—Ay sí, pobrecito León —respondió imitando mi voz—, tan víctima, tan incomprendido.

Rodé los ojos.

—Te recuerdo que tú también estás obligada a ir.

—Sí, pero yo disfruto más ver cómo te incomodas —soltó con una sonrisa malévola.

Y ahí supe que el día solo iba a empeorar.

Johanna nos esperaba con su libreta, su taza de té y esa sonrisa que daba más miedo que paz.

—¿Cómo se sintieron conviviendo estas primeras 24 horas? —preguntó.

Abril me miró. Yo la miré. Los dos seguimos mirando.

Y Abril habló primero… para mi desgracia.

—Pues yo muy bien, doctora. Aunque él me mintió.

Johanna abrió mucho los ojos.

—¿Sobre qué te mintió, Abril?

—Sobre la habitación —respondió ella cruzándose de brazos—. Me dijo que dormiríamos juntos. Y luego me botó al cuarto de invitados como si yo fuera un mueble viejo.

—No te boté —respondí, exasperado—. Te asigné tu espacio.

—¿Ven? —dijo Abril levantando un dedo—. Dictador agrícola.

Johanna levantó la ceja.

—¿Dictador agrícola?

Abril asintió con solemnidad.

—Sí. Le gusta mandar hasta a los árboles.

—¡Yo no mando a los árboles! —me defendí.

—Ajá, sí, claro. Que se alineen en fila india y a producir. —Ella hizo un gesto militar ridículo.

Johanna sonrió, claramente disfrutando esto demasiado.

—León, ¿por qué crees que Abril se sintió así?

—Porque es dramática.

—¡No soy dramática!

—Subjetivo —respondí.

Johanna intervino:

—León, ¿qué sentiste cuando Abril te reclamó?

—Gastritis —dije sin pensar.

Johanna rió. Abril también… con demasiada satisfacción.

—Perfecto —dijo la terapeuta—. Conflictos normales. Vamos bien.

Y ahora… cuéntenme algo que hayan admirado del otro hoy.

Abril me miró, entrecerrando los ojos como si estuviera buscando en una lista inexistente.

—Admiro… —dijo finalmente— que no chocas la camioneta a pesar de tu mal genio.

—¿Eso es un elogio? —pregunté.

—Para mí sí.

Suspiré.

—Yo admiro que… —tragué aire, detestando cada segundo— …que eres inteligente con las decisiones de la finca.

Se quedó quieta. No lo esperaba. Y por un segundo vi algo distinto en su expresión.

—Bueno… —dijo bajando la mirada— …gracias.

Johanna sonrió satisfecha, como si hubiera cerrado un trato multimillonario.

—Perfecto, pareja. Vamos avanzando.

Y yo solo pensé:

Si así son todas las sesiones… voy a necesitar doble dosis de antiácidos.

1
Gómez Martínez juaniss
🥰😍😍😍😍👏
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play