El Hermano Silencioso

El señor Hawthorne, superado por el chantaje de Alexander, se había retirado a su estudio, sumido en una furia fría y calculada. La amenaza de un escándalo social que involucrara a su heredero y a una "amante conspiradora" era un golpe directo a la base de su poder.

Ethan me había sacado del vestíbulo y me había llevado de vuelta a la terraza, nuestro único refugio. La propuesta de matrimonio había sido un trueno en medio de la noche, y ahora necesitábamos analizar la jugada de Alexander.

—Es brillante —admití, sintiendo el aire frío de la noche calmar mi piel caliente. —No solo asegura su reputación como el novio engañado, sino que te obliga a casarte, blindando los activos Hawthorne bajo tu nombre.

—Y lo más importante —dijo Ethan, apoyándose en la barandilla de piedra, la tensión palpable en sus hombros—, es que consigue que su padre retire todas las pruebas de fraude que yo había recolectado. Si me caso, él borra todo rastro de su suciedad. Para el mundo, será un final limpio.

—Y tú no tendrás nada para demandarlo legalmente.

—Exacto. Me obliga a casarme, me obliga a usar mi energía en la defensa pública del apellido, y él se va libre, limpio, con una reputación impecable. Es el peón más sucio que ha jugado.

La realidad era cruda. Alexander no solo me quería fuera; me quería atada a Ethan, para controlar la única parte impredecible de la ecuación.

—¿Y qué pasa con las fotos? ¿Es verdad que las tiene? —pregunté, sintiendo un escalofrío de vergüenza. El momento que había sido una liberación desesperada en la terraza, ahora era un arma.

—No lo sé. Pero sabiendo lo meticuloso que es, lo más probable es que sí. O al menos, que tenga suficientes pruebas circunstanciales para hacer creíble su historia de que saliste de mi suite en la madrugada. Su palabra contra la tuya, con el historial de violencia que acabo de darle.

—Entonces, ¿cuál es el plan ahora? El matrimonio es inevitable si quieres evitar el escándalo que desheredará a tu familia.

Ethan se giró, y me tomó los hombros. Sus ojos no tenían el brillo de un hombre a punto de casarse, sino el fuego de un guerrero.

—El plan es casarnos. Mañana. A primera hora, en el registro civil de la ciudad, con un juez de paz. Pero el matrimonio es solo el inicio de la trampa.

—¿Una trampa para Alexander?

—No. Una trampa para mi padre. Alexander no ha calculado que al obligarme a casarme, me ha dado la única cosa que me faltaba: un frente unido y legal.

Ethan me arrastró hasta la puerta de la terraza, la abrió y me condujo de vuelta al pasillo.

—Clara está en su habitación, supongo que con el acuerdo. Ahora, necesito que hagas una última cosa antes de que seamos marido y mujer.

Llamó a la puerta de Clara, y ella abrió, con los ojos hinchados por el llanto, pero con el contrato de Alexander aún en su mano.

—Clara, tienes que hacer una cosa por nosotros —dijo Ethan, su voz firme y autoritaria—. Vete a la oficina de Papá y saca todas las copias del acuerdo de fusión que puedas encontrar. No te las lleves. Solo léelas. Necesito que veas si hay alguna cláusula que diga que la fusión debe completarse antes de que yo me case.

Clara, confundida, asintió y se fue de nuevo.

Ethan me arrastró a su suite, una habitación austera y moderna que reflejaba su personalidad. Cerró la puerta con llave.

—Alexander pensó que me había acorralado. Pero si nos casamos en menos de doce horas, y si logramos que mi padre firme la fusión antes de que la noticia de la boda se haga pública... Alexander perderá el control de su propia jugada.

—¿Cómo?

—Si me caso, legalmente, soy el cónyuge de Alexander... en términos de la sociedad en la que invertirá. Y, como mi esposa, tú adquieres una posición de control total sobre mis bienes. Pero si la fusión se completa antes de que Alexander pueda usar la noticia de la boda como chantaje, él habrá invertido todo su capital en una empresa que ya está en mis manos, no en las de su supuesto "futuro cuñado".

La estrategia era compleja, jugando con el tiempo y las jerarquías de propiedad. Pero requería que el señor Hawthorne, totalmente engañado, firmara el acuerdo con Alexander antes de la boda.

—Pero, ¿y si tu padre no quiere firmar, ahora que sabe que Alexander es un fraude?

—Firmará. Le diré que Alexander accedió a retirar las fotos y el testimonio solo si firma la fusión para salvar la cara de los Hawthorne. Mi padre no dudará en firmar para evitar el escándalo de la prensa. Pensará que es la única manera de silenciar a Alexander.

Clara regresó una hora después, con las copias del acuerdo en sus manos. Sus ojos estaban inyectados en sangre por el esfuerzo.

—No hay ninguna cláusula que relacione mi matrimonio con la fusión. Pero... hay una línea que dice que si uno de los firmantes es hallado culpable de un delito financiero, la fusión queda anulada sin costo para los Hawthorne.

La revelación fue la llave maestra.

—¡Lo tengo! —Ethan apretó los puños, el alivio inundando su rostro—. Si nos casamos, y Alexander borra el chantaje, firmamos la fusión. Entonces, yo le entrego a mi padre las pruebas del fraude de Alexander que Clara encontró, y él anula el trato. Alexander se va sin un centavo, y mi padre aprende la lección.

—¿Y las fotos? —pregunté.

—Se borran con el acuerdo. Alexander no arriesgará el trato por unas fotos.

Nos miramos. El plan era perfecto, pero requería una farsa épica y un voto matrimonial en menos de un día.

—Bien, cómplice. Duerme. Mañana te convertirás en la señora Hawthorne.

Ethan me acompañó a mi habitación, pero antes de dejarme, me tomó por la cintura y me acercó.

—No lo olvides, Liv. Esto es un matrimonio de conveniencia para todos los demás. Pero para mí, es la única forma de tenerte aquí, para siempre. Yo te amo. Y esta vez, no te lo pido. Lo tomo.

Me besó con una convicción que no dejaba lugar a dudas. Mañana me casaría con el hermano silencioso, no por amor, sino para salvar una empresa. Pero para mí, el matrimonio era la única forma de quedarme con el hombre que me había enseñado que la lealtad podía ser más peligrosa que el amor.