NovelToon NovelToon
"Entre La Justicia Y El Deseó"

"Entre La Justicia Y El Deseó"

Status: En proceso
Genre:Malentendidos / Reencuentro / Escuela / Amor-odio
Popularitas:978
Nilai: 5
nombre de autor: Ari Alencastro

“Lo expuse al mundo… y ahora él quiere exponerme a mí.”

NovelToon tiene autorización de Ari Alencastro para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capitulo 21:Mensajes, promesas y mentiras piadosas

El sol pegaba en las canchas y parecía acomodar las sombras en el orden correcto: unos alumnos entrenando, otros jugando fútbol, y en una banca apartada, Isabella y Lucas riendo como si no existiera el mundo entero. Por primera vez en horas, ella había olvidado la rutina de órdenes, recados y humillaciones. Lucas la había arrancado de ese remolino y la había dejado, por un par de horas, siendo ella misma: torpe, graciosa y cálida.

Desde un coche, a varias calles del colegio, Damián Montenegro caminaba hacia la salida apresurado. Un mensaje urgente de su madre le había llegado en la mañana: “Vuela a la reunión. No falles.” El mundo de los Montenegro no perdonaba retrasos. Aun así, cuando pasó por la puerta principal y la brisa le trajo, como un disparo, la visión de Isabella junto a Lucas, algo en su pecho se le tensó.

La escena le dolió con una puntualidad casi física: Isabella recostada en la banca, riendo, la cabeza ladeada mientras Lucas imitaba de mala gana la voz de su profesor de Historia. A diferencia de las veces que la veía bajo su mando —sumisa, torpe en los recados—, ahí ella lucía feliz, despreocupada. Un nudo le apretó la garganta y por primera vez en mucho tiempo, la imagen del control le dio un tirón.

No tenía tiempo para juegos, pero reaccionó como siempre: con estrategia. Sacó el teléfono, el pulgar temblando apenas, y junto a una frialdad estudiada redactó un mensaje que convenciera a la otra parte de que él seguía siendo quien mandaba.

Damián: Mañana, 7:00 a.m. Espera fuera de la escuela. Ven bien vestida. Ni un minuto tarde.

Atentamente, D. Montenegro — tu dueño.

Antes de enviar, su pecho se apretó. Era un mandato, frío, que no permitía réplica. Pulsó “enviar” como quien deja caer una ficha en un tablero.

Isabella, sin darse cuenta del gesto del otro lado del patio, dejó escapar una risa por una imitación especialmente mala de Lucas. El móvil vibró dentro de su bolso. Al ver la pantalla, su sonrisa se cortó. El remitente, el nombre que odiaba ver: Damián Montenegro. Leyó en voz baja, con los dedos fríos:

Mañana a las 7:00 a.m. fuera de la escuela. Ven bien vestida. Ni un minuto tarde. —D.

Su reacción fue instantánea: la sangre le subió a la cara, una mezcla de ira, vergüenza y humillación. ¿Dueño? ¿En serio? ¿Se había creído el rey de algo? No pudo evitar contestar, con el impulso de quien recoge una bofetada y la devuelve verbalmente.

Isabella: ¿Qué te crees? ¿Quién te da derecho a escribirme así? No soy tu propiedad. No me amenaces.

No tenía demasiada pausa entre las palabras. Fue un mensaje en caliente, más uno que gritaba a si misma que no iba a dejarse. Lucas, distraído, notó el movimiento y clavó la vista en su pantalla.

—¿Todo bien? —preguntó, divertido, mientras veía que ella escribía algo con furia.

Isabella, nerviosa por mostrar más de lo debido, borró a medias y trató de que aquel gesto quedara en anonimato. Pero Lucas ya leía la última línea que había escrito: “No soy tu propiedad”. Sus cejas se tensaron. A los pocos segundos, el teléfono de Isabella vibró de nuevo. Otro mensaje. Breve. Contundente.

Damián: Esto queda entre tú y yo.

El “entre tú y yo” tenía un peso que la hizo enrojecer de nuevo; era una mezcla entre amenaza velada y orden privada. Isabella sintió que el mundo se estrechaba. Repasó lo que tenía en las manos: su bolso, la mochila, la sensación de estar expuesta. No quería arrastrar a Lucas a ese peligro, ni compartir los detalles de la mansión, ni repetir que la habían “traído” hasta allí.

Lucas, viendo la inquietud en su cara, dejó escapar ese punto de desconcierto que apenas contenía:

—Isa… ¿qué pasa? ¿Quién te escribe así?

Isabella respiró hondo. Pensó en contarle todo, pensó en soltar la verdad como quien suelta un globo para que se pierda en el cielo: dejarlo ir. Pero la idea de poner a Lucas frente a Montenegro, de entregarle esa arma que Damián ya tenía en su poder, la paralizó.

Con decisión rápida, que fue tanto cobardía como protección, respondió con la primera mentira que se le ocurrió.

—Spam —dijo con una mueca y guardó el teléfono. —Probablemente algún loco. No te preocupes.

Lucas la miró con dudas —había en su mirada la claridad de quien conoce a la otra persona desde pequeña— pero decidió no presionar. Aspiro con fuerza, sonrió con esa ternura que le salía sin querer.

—Bueno… si es spam, entremos a clase —dijo, alargando la mano para acompañarla.

Caminaron juntos entre los pasillos. Las voces en el colegio seguían a ratos: algunos alumnos levantaban la vista, otros cuchicheaban, y en un grupo cercano Sofía alzó la mano para fingir que saludaba.

Ella había visto el intercambio de miradas, había detectado la vibración, y una sonrisa de victoria le trepó al rostro. La semilla que plantó empezaba a echar raíces.

Isabella guardó el teléfono en la mochila, pero antes de dejarse arrastrar por la normalidad de las aulas, escribió mentalmente una lista de lo que debía evitar:

Mantener en secreto lo que había pasado con Damián y ella en la mansión a Lucas aún.

_no permitir que la obligaran a presentarse ante Damián sola mañana y hablar con su madre en cuanto pudiera; preparar un plan B si el “dueño” quería convertir la mañana en un acto público de humillación.

_En eso_

La campana sonó. Las sillas chirriaron. En clase, Isabella se sentó con la espalda recta y la expresión de quien tiene una tormenta acumulada.

_Lucas la miró un par de veces, todavía entre preocupado y confiado. A su lado, la vida siguió con su ritmo escolar: exámenes, bromas, susurros.

_ Pero bajo esa superficie, algo se cocinaba: un encuentro forzado a primera hora entre dos mundos distintos —el de la riqueza, la reputación y el control; y el de la torpeza, el cariño y el afecto que Isabella personificaba.

Mientras la clase comenzaba, en otro lugar, Damián ya había arrancado su coche con la cabeza puesta en la reunión pero los sentidos clavados en lo que ocurriría a las 7:00. Si Isabella iba, su orgullo tendría que decidir si la aplastaba o si la moldeaba a su imagen. Si no iba, le añadiría otra mancha al día: desobediencia. Ninguna de las dos opciones le gustaba.

Y en la banca, entre bostezos de los alumnos y el lápiz cruzando hojas, Isabella intentó concentrarse en una explicación de historia, mientras en su mente repicaban las palabras: “tu dueño”. Fue la última vez que se permitió no pensar en ello durante más de cinco minutos.

1
Rocio araceli
no me gusta elogiar nada cuando dejan sin terminar una novela excusarme 🤣🤣🤣🤣
Rocio araceli
🤣🤣🤣🤣🤣🤣🤣
Rocio araceli
en serio eso fue todo lo k escribiste
Rocio araceli
no me gustan las novelas k no terminan
Desi Oktafiani
Increíble, no dejes de escribir
Khansarila Adisoga
¡Me encanta, sigue así!
REIN
¡No puedo más! 😵 Tu historia me ha tenido completamente enganchada y necesito saber qué pasa después, por favor actualiza pronto.
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play