—Divorciémonos.
La voz de Alessio Albrecht cortó el silencio como un bisturí, precisa y sin emociones. Ni siquiera se dignó a mirar al hombre que había sido su esposo durante ocho largos años. Frente a él, Enzo Volkov entrecerró los ojos, cruzándose de brazos con frialdad.
—¿Quieres separarte mi ahora?
Ocho años atrás, Alessio, quien no era el verdadero villano. Solo era un hombre que despertó atrapado en el cuerpo del antagonista de una novela BL escrita por su compañera de oficina. En ese mundo ficticio, su personaje era cruel, obsesivo y dispuesto a cualquier cosa para separar al protagonista de su verdadero amor.
Se enamoró de Enzo Volkov y lo obligo a comprometerse y contraer matrimonio con él. Finalmente, después de 8 años, su amor no fue correspondido, Y así, un día, harto del eco de su propia culpa y su amor no fue correspondido, solicitó el divorcio.
Un día sucedió un accidente. Un segundo de descuido. Un camión. Y entonces, la segunda oportunidad.
NovelToon tiene autorización de Alexa_san❣ para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
06
El teléfono de Alessio volvió a vibrar, interrumpiendo el incómodo silencio que se había instalado entre él y Enzo. Esta vez, era una llamada. En la pantalla aparecía el nombre: Ignat. Sin pensarlo mucho, deslizó para contestar.
—¿Aló?
—¡Alessio! —la voz de Ignat sonaba clara, viva, envuelta en el bullicio y risas de fondo de sus compañeros—. ¿Dónde demonios estás? ¡No puedes dejarnos aquí solos con la cuenta!
Una sonrisa genuina se formó en los labios de Alessio, inevitable, cálida, casi olvidando la tensión en la que estaba envuelto.
—Ya voy, ya voy —respondió con un tono divertido—. No escapé, solo me retrasé un poco.
Del otro lado de la mesa, Enzo observaba, con el ceño fruncido, su mirada afilada como una daga. No podía escuchar del todo la conversación, pero captaba el tono. Y eso bastaba para encender su mal humor.
La forma en la que Alessio sonreía. La ligereza en su voz. Definitivamente, era ese “omega”.
Alessio colgó la llamada con una pequeña risa y colocó el teléfono sobre la mesa. No pasó ni un segundo cuando escuchó la voz de Enzo, suave, pero cargada de una calma artificial.
—Vaya… entonces ese era el omega.
—¿Hmm? —Alessio lo miró, parpadeando.
Enzo esbozó una sonrisa que no llegaba a sus ojos.
—Espero conocerlo pronto. Me muero por ver quién fue capaz de hacer que Alessio Albrecht sonría así.
Luego de las palabras de Enzo, sin decir nada más, se levantó de su asiento y se retiró del lugar. Alessio no intentó detenerlo. Solo observó su espalda alejarse hasta que la puerta de cristal se cerró tras él. Soltó un largo suspiro, sintiendo que la tensión por fin abandonaba su cuerpo.
—¿Estás bien? —preguntó una voz suave a su lado.
Era Artem, quien se acercaba con el ceño fruncido y un dejo de preocupación en sus ojos oceánicos. Alessio alzó la vista y, al verlo, esbozó una pequeña sonrisa, cansada pero sincera.
—Sí… puedes empacar todo, por favor. Me lo llevaré a casa —dijo, refiriéndose al café y los postres que apenas había tocado.
Artem asintió con una leve inclinación, tomando los platos con delicadeza mientras evitaba cualquier pregunta innecesaria. Mientras se alejaba, Alessio lo observó por unos segundos y luego preguntó:
—¿A qué hora sales?
Artem giró el rostro desde el mostrador y respondió:
—En una hora, más o menos.
Alessio asintió, tomando su abrigo mientras se ponía de pie.
—Iré un momento con Ignat —dijo—. Luego volveré por ti. Podemos ir juntos a la casa de nuestros padres.
—Está bien —respondió Artem con una sonrisa más ligera, y volvió a centrarse en su labor.
Alessio salió de la pastelería con la cabeza más despejada, aunque sabía que lo peor aún no había terminado. Pero por ahora… necesitaba respirar, y quizá reír un poco con Ignat antes de enfrentarse nuevamente al pasado.
Al llegar al restaurante, el bullicio de risas y conversaciones se interrumpió brevemente cuando notaron la presencia de Alessio. De inmediato, soltaron vítores y carcajadas, dándole la bienvenida como si hubiera regresado de una larga ausencia.
—¡Al fin llegas! —gritó uno de los del equipo, alzando su vaso.
Ignat se acercó a paso ligero, con una sonrisa traviesa en el rostro.
—Pensé que ibas a huir y dejarme en la quiebra —bromeó—. ¡Pidieron lo más caro del menú!
—¡Mentira! ¡Fuiste tú quien dijo “pidan lo que quieran”! —gritó otro desde el fondo, ganándose una carcajada general.
Alessio entrecerró los ojos con una sonrisa mientras observaba al culpable de la “extravagancia” correr entre risas hacia un grupo que se había acorralado alrededor de la mesa de bebidas. Negó con la cabeza, divertido, antes de finalmente tomar asiento.
La noche transcurrió ligera, entre bromas, brindis y anécdotas que hacían eco en las paredes del lugar. Alessio, aunque algo distante al inicio, se fue relajando, permitiéndose disfrutar del momento.
Cuando la reunión comenzó a disolverse y los miembros del equipo se despidieron uno a uno, Alessio e Ignat se quedaron de pie frente al restaurante. Intercambiaron una mirada silenciosa antes de caminar juntos hacia la pastelería. La brisa nocturna acariciaba las calles mientras se acercaban. La luz cálida del local aún brillaba desde el interior. Artem los esperaba.
Ingresaron a la pastelería justo cuando las luces comenzaban a atenuarse y el letrero de “cerrado” era girado por la encargada en la puerta. Aun así, dentro, se percibía la calidez que quedaba después de una jornada. Alessio fue el primero en notar a Artem, quien terminaba de guardar unas cajas detrás del mostrador. En sus manos llevaba cuidadosamente empaquetado el pedido de Alessio.
Alessio recordó de pronto que no había pagado aún por ello, así que sin decir nada, sacó un billete y lo dejó sobre el mostrador con tranquilidad. Al percatarse de su presencia, Artem levantó la vista y su rostro se iluminó de inmediato con una sonrisa sincera.
—¡Hermano! —saludó alegremente—. ¡Volviste!
Luego su mirada se posó en Ignat, y su expresión se tornó aún más animada.
—¡Ignat! ¡Cuánto tiempo!
Ignat cruzó el pequeño espacio entre ellos y lo abrazó con entusiasmo.
—¡Tiempo sin verte, Artem! ¿Sigues robando corazones con esos pasteles?
El comentario provocó una pequeña risa en el trío. Artem asintió con una leve carcajada, su sonrisa brillando bajo las luces cálidas del lugar. Alessio los observaba en silencio, con una expresión suave, como si apreciara el momento desde fuera.
Artem, al ser el protagonista, tenía esa calidez natural que lo hacía querido por todos. Era fácil notar por qué tantos lo apreciaban y amaban.
Alessio, luego de un breve silencio, sacó su teléfono móvil.
—Llamaré a papá, para que venga por nosotros —mencionó tranquilamente—. No traje el carro esta mañana.
Ignat asintió, aún conversando con Artem, mientras Alessio se alejaba unos pasos hacia la entrada para hacer la llamada. La noche afuera se sentía tranquila, como si todo finalmente comenzara a encontrar su lugar.
Marcó el número de su padre mientras se alejaba de la pastelería. No tardó en responder.
—¿Sí, hijo?
—Papá, ¿puedes venir por nosotros? Ya estamos listos —dijo en un tono tranquilo—. Ah, también está Ignat con nosotros. Tendríamos que dejarlo en su casa antes de ir a la nuestra.
Hubo un breve silencio del otro lado de la línea, seguido por un suspiro.
—Está bien, llegaré en unos minutos.
—Gracias —respondió Alessio antes de colgar.
Con el celular aún en mano, dio media vuelta y regresó al interior del local. Artem e Ignat estaban recargados en el mostrador, conversando sobre viejos tiempos. La escena era tranquila, casi doméstica, como si el tiempo no les hubiera cambiado demasiado.
—Mi padre viene en camino —comentó Alessio al acercarse—. Y haremos una parada para dejarte, Ignat.
—Perfecto —dijo Ignat, sonriendo—. Aunque si siguen demorándose, me mudo aquí con Artem.
—Y yo te cobro el alquiler con pasteles —respondió Artem entre risas.
Los tres compartieron una pequeña carcajada que alivió los últimos rastros del día tenso.
La conversación fluyó de forma natural. Hablaron sobre los postres de la vitrina, sobre anécdotas pasadas, incluso sobre lo caro que estaba el transporte últimamente. El ambiente era cálido, como una burbuja aparte del mundo exterior. En algún momento, Alessio se quedó mirando a los otros dos, con una leve sonrisa y el corazón un poco más liviano. No sabía cuánto duraría esa paz, pero por ahora, se permitía disfrutarla.
Afuera, las luces del auto de su padre se acercaban lentamente, iluminando el borde de la acera.
De pronto, el sonido agudo de un pitido rompió la tranquilidad del momento. Los tres se giraron hacia la puerta de la pastelería: el coche ya había llegado.
—Es mi padre —murmuró Alessio.
Rápidamente, salieron del local, asegurándose de apagar las luces y cerrar con llave. Los colegas de Artem, que aún estaban cerca, se despidieron entre risas y palmadas ligeras antes de marcharse en otra dirección.
Alessio, Artem e Ignat caminaron juntos hacia el auto.
—Buenas noches, señor Adler —saludó Ignat con una formalidad algo rígida, haciendo un gesto de cabeza.
—Buenas noches a todos —respondió el padre de Alessio, con su típica voz firme pero cordial. Observó brevemente por el retrovisor y para decir.
— Abróchense los cinturones.
Una vez lo hicieron, el auto comenzó a avanzar por las calles tranquilas de la ciudad, cruzando avenidas aún iluminadas por faroles anaranjados. El primer destino fue la casa de Ignat, ubicada en la zona opuesta a la que ellos vivían.
—Gracias por todo —dijo Ignat mientras se despedía desde la puerta del auto—. Buenas noches.
—Que descanses —respondió Alessio con una sonrisa, al igual que Artem, que alzó la mano en señal de despedida.
La puerta se cerró suavemente, y el coche retomó su rumbo. Ya solo quedaban ellos dos. El silencio entre Alessio y Artem no era incómodo; al contrario, tenía algo de complicidad, como si compartieran un pequeño secreto sin necesidad de palabras. Afuera, las luces seguían pasando una a una, y el camino a casa se sentía, por primera vez en todo el día, tranquilo.
la pregunta es el es el de la novela cundo hizo que se separen o era el hermano original el que hizo que se separen ?