Te daré un millón de dólares por pasar 30 días con tu mujer- dijo con ese tono altanero que lo caracteriza desde el primer día que lo escuche hablar.
Debes estar loco- contesto mi esposo sin dudar un solo segundo.
Acepto- dije recibiendo las miradas de todos los presentes. Quizás nadie lo entendería pero era la única manera de salvarla y darle todo aquello que luego de la operación necesitaría.
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capitulo 2
El trayecto al aeropuerto fue en silencio, mi suegra sabía que no había mucho de que hablar y mi suegro, gracias al destino, no se metía en donde no se lo llamaba, aparte de que siempre me dijo que su hijo era un idiota por las cosas que hacía. Hannah iba dormida en el asiento con su cabeza apoyada en mis piernas y yo mientras miraba por la ventanilla la nada misma, acariciaba sus cabellos y tarareaba su canción de cuna favorita, esa misma que mi abuela me cantaba al dormir cuando tenía terribles pesadillas poco después de irme a vivir con ella.
Estaba exhausta tanto física como emocionalmente y mi cuerpo había empezado a pasar factura. El pelo se me caía y había bajado tanto de peso que tuve que comprarme ropa nueva en tallas mucho más chicas.
Siempre ame la combinación de mi color de pelo con mis ojos claros, pero ahora el cansancio y el estrés habían empezado a hacer desastre en mi, pero ella lo valía. Cada hora sin dormir, cada pelo que se desprendió de mi cabeza y cada kilo bajado habían sido por velar su salud y su bienestar.
Mi hija era la perfecta combinación de ambos. Su hermoso cabello rubio como el de su padre y el mismo color de ojos qué los míos. De ambos heredó la tez blanca y puedo decir que su alegría, a pesar de estar conectada a máquinas, era algo que destacaba en ella.
Mientras que Antony era todo lo contrario a nosotras, él era más reservado con lo suyo, no era de sonreír muy seguido y siempre tendía a molestarse si algo no salía como quería. Pero debo reconocer que jamás lo vi desmoronarse como lo hizo el día que nos dijeron de la enfermedad de Hannah. Aun recuerdo que lo encontré dentro de la bañera de nuestra casa llorando como un niño que acababa de perder su juguete. Supongo que eso hace que no pueda perdonar qué haya salido corriendo a buscar en otros brazos lo que yo por obvias razones no le daba, pero tampoco lo culpo. Una noticia así desarma a cualquier familia y más cuando tome la decisión de quedarme 6 meses encerrada en el hospital sin salir, a pesar de que él varias veces me dijo que aunque sea fuese a casa a comer y a descansar en una cómoda cama y no en la silla de la habitación. No lo justifico, pero quizás no era nuestro destino seguir juntos y esta era la prueba de fuego qué obviamente él no paso.
Los pensamientos iban y venían por mi cabeza, en un momento miré de reojo a mi esposo y vi que se había dormido con una mano sobre la espalda de mi pequeña. Si había algo que hacer bien era seguir velando por ella. Nosotros éramos adultos y sanaríamos rápido, pero a ella ver a la familia separada quizás le haría mal, así que tome la decisión de que al volver a casa de su operación, hablaría con un psicólogo para ver cuál sería el mejor modo de explicarle a ella lo que desconocía.
El cumpleaños número 4 de Hannah sería dentro de dos meses y siendo sincera los costos de su operación eran abismales, así que decidí vender la camioneta y parte de mis acciones en la empresa de moda, así como también Antony vendió su moto favorita y había puesto en venta el auto. Mis suegros y mis cuñadas también ayudaron a recaudar los fondos, pero aun así nos faltaban 10 mil dólares y el reloj corría en nuestra contra.
Cuando mi suegra me dijo del viaje me enoje y mucho porque gastar en algo así sabiendo que necesitábamos para algo más importante, era demasiado estúpido. Pero en algo si tenía razón, necesitamos ese descanso para poder enfrentar bien lúcidos lo que se viene.
Mi suegro y Antoni descargaron el equipaje del baúl mientras tenía en mis brazos a mi pequeña dormida profundamente, el vuelo salía en dos horas y como aún era de noche habíamos decidido pasar el tiempo en una cafetería dentro del aeropuerto.
Querida, mi esposo no quería que se enteraran, pero el viaje lo consiguió pidiendo favores que le debían. No se gastó un solo peso, intenten recomponer su hermosa relación- me dijo mi suegra cuando quedamos solas.
Helena sabes que él me engaño, toda la familia lo sabe y dejaron que me vieran como una tonta mientras mi hija sufría en el hospital- le dije sin mirarla. Había un poco de resentimiento en mis palabras, pero enterarme de que toda su familia sabía de su romance y que a veces hasta lo cubrían me dolió lo suficiente como para entender que no importara que fuese la esposa legal, jamás pertenecería a su círculo.
Sabes que las cosas no fueron así. Intenté hablar muchas veces con él, pero jamás me escucho y no podía entrometerme en su relación- me dijo y desvié mi mirada a la de ella. Estaba a punto de llorar.
No quiero que llores Helena, pero un corazón rotó no sana con un simple perdón- le dije sonriéndole.
Seguí caminando a la cafetería, dormiría en el avión así que ahora prefería comer algo y hacer que mi pequeña comiese antes de tomar su medicación. Entramos y buscamos una mesa amplia para los cuatro, antony y su padre entraron riendo de algún tema entre ellos.
Nos despedimos en cuanto anunciaron que era hora de abordar el avión a Roma, mi suegro me abrazo al despedirme y suavemente me susurro al oído que siempre sería su hija. Sus palabras cargadas de amor puro me hicieron derramar un par de lágrimas. Abrazaron a Hannah y la llenaron de besos, nos embarcamos en este nuevo viaje que prometía darnos al menos un poco de paz.