"Guardianes"

En un instante, tanto el sacerdote como Alex intentaron cubrirse mientras resbalaban tratando de salir de las tinas.

Pero fue tarde. La puerta se abrió de golpe, y una joven de porte regio, de cabello recogido y mirada determinada, portando una refina armadura de color celeste brillante con detalles negros entró con voz firme:

—Temerio, necesito hablar contigo de inmediato sobre… ¡Ah!

Su frase quedó suspendida en el aire al ver la escena. Los tres se quedaron congelados: Alex y Temerio desnudos, aún empapados, y ella petrificada en medio del cuarto. Un incómodo segundo pasó… luego otro… y de pronto los tres estallaron en carcajadas nerviosas.

Minutos más tarde, ya vestidos y más tranquilos, se sentaron en una pequeña sala. Alex y Temerio pusieron al corriente a la princesa sobre todo lo ocurrido: desde el encuentro con Rei hasta el juramento de Mamon y el despertar del poder de Alex.

—De hecho —dijo Temerio al final—, nos dirigíamos al castillo para hablar con su majestad. Pero bueno… —miró alrededor, señalando a los niños, a Eleonora y al ambiente aún ligeramente caótico— nos desviamos un poco.

Eleonora intervino de inmediato, cruzándose de brazos con firmeza.

—¡Y no pienso permitir que dos andrajosos se presenten ante el rey y la familia real con ese aspecto! Antes se me cae el orfanato.

Los tres intercambiaron miradas… y volvieron a reír, sabiendo que aquella excéntrica, pero amorosa anciana tenía toda la razón.

La risa de la princesa se apagó lentamente, dejando en el aire una sensación de alivio y cercanía. Con un porte elegante y una voz firme, se puso de pie y se inclinó ligeramente. —Soy la primera princesa del reino de ReindHart, Franchesca De ReindHart, primera comandante del escuadrón “Alas de Luz” que protege a Su Majestad.

Alex, aún con el rubor en las mejillas por lo ocurrido antes, se irguió con nobleza. Llevó la mano derecha a su pecho, justo sobre el corazón, e hizo una reverencia tan firme como refinada, como si fuera un joven noble de un reino lejano. —Mi nombre es Alex —dijo con voz clara—. Vengo del reino de Reminen. Solo soy un estudiante de preparatoria, hijo de una familia humilde y trabajadora.

La princesa sonrió, sorprendida por su educación y su porte. Le agradaba la cortesía de aquel joven. Con un gesto amable, le invitó a acompañarla al castillo para presentarse ante el rey. Alex aceptó sin dudar, pero Temerio intervino. —Debemos esperar al gato —dijo con calma—. Tiene algo importante para él.

Mientras esperaban, la noche brilla como un manto silencioso sobre la ciudad. Alex jugaba con los niños bajo los árboles de manzanas, sus risas se mezclaban con el susurro de las hojas. Temerio y Franchesca lo observaban a distancia. Con voz baja, el sacerdote le preguntó: —¿Qué planeas hacer con él, ahora que sabes que lleva el poder de Rei?

La princesa guardó silencio unos instantes antes de responder. —Por ahora, nada. Aún no está listo para el campo de batalla. Si Mamon fue detenido, pasará un tiempo antes de que haga su próximo movimiento. Aprovecharemos ese tiempo para entrenarlo.

Franchesca se giró hacia Temerio con determinación. —Quiero que regreses a la Academia de Exorcistas. Necesitamos a nuestros mejores maestros, y tú eres uno de ellos.

Temerio asintió con serenidad. —Ya lo había pensado. Me encargaré personalmente de entrenarlo. Lo convertiré en un exorcista digno para las batallas que vendrán.

En ese momento, el gato apareció caminando lentamente hacia la casa. En su espalda traía un paquete envuelto con sumo cuidado. Se acercó a Eleonora, que lo esperaba sentada en su mecedora, y saltó suavemente sobre su regazo. Ella lo acarició con cariño, como si acariciara a un hijo. Con manos firmes, desató el paquete y reveló una pistola de un plateado celestial, de diseño intrincado y aura sagrada.

Alex, al verla, sintió un calor punzante en la palma de su mano izquierda, como si su alma reaccionara al instante. La anciana soltó el arma, que flotó unos segundos en el aire, suspendida por una fuerza invisible. Entonces, sopló suavemente hacia ella.

Como obedeciendo un destino sellado, el arma voló directamente hacia Alex.

Él la sostuvo en el aire, y en cuanto sus dedos la rozaron, una onda de fuego azul envolvió todo su brazo izquierdo. La carne se iluminó sin dolor alguno, solo una calidez profunda lo invadió. En él dorso de su mano quedó grabado un símbolo angelical de color azul brillante.

La anciana murmuró en el oído del gato: —Tu amo ya no está con nosotros. Puedes elegir ser libre o encaminarte de nuevo, hacia un nuevo amo digno de ese poder.

El gato no dijo nada.

En su mente aparecieron recuerdos de su antiguo amo, Marlon, un hombre sabio y de avanzada edad, el mejor Gunslinger del reino. Había muerto días antes del ataque de Mamon, y su partida había sido una pérdida irremplazable. Si él hubiera estado allí… tantas vidas se habrían salvado.

Sin emitir palabra, el gato saltó al hombro de Alex, que seguía en estado de asombro. —Esa es Celestia, una Reliquia Sagrada de rango SS —le dijo con tono solemne—. Te ha elegido. Ha formado un vínculo con tu alma… y con la de Rei. Su poder ahora es incomparable. Debes aprender a dominarla, cueste lo que cueste. Será el arma que te ayudará a acabar con Mamon.

Desde el porche, la princesa y Temerio observaban boquiabiertos. No podían creer lo que habían presenciado. —Esa… era el arma de Marlon —susurró la princesa. —Y simplemente lo eligió a él… —añadió Temerio con asombro.

Eleonora se levantó con calma de su mecedora. —Ya es hora —dijo con voz firme pero dulce—. Los niños deben ir a dormir. Y ustedes, deben ir a ver al rey.

XintaRo.

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