Angélica, una mujer fuerte y determinada de 40 años, ha enfrentado la adversidad con valentía. Pero cuando siente que ha perdido su motivación y las ganas de seguir luchando por salir adelante, un inesperado encuentro con un apuesto hombre llega para cambiar su destino.
Axel es mucho más joven que ella, pero aunque es arrogante y poderoso, a sus 25 años su pasión y devoción la hacen sentir viva de nuevo.
¿Podrá Angélica dejar atrás sus cicatrices y creer en el amor nuevamente?
Descubre esta historia de amor, desamor y mucha pasión, donde la edad no es un obstáculo para encontrar la felicidad.
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Capítulo Seis
Axel se debatía entre buscar a Angelica o dejar las cosas así.
Estuvo un rato en silencio, tanto que ya tenía a la señora Ramona más nerviosa que cuando se transformó en Hulk.
—Señor Darko, entonces, si no es más, ¿me puedo retirar? —Ramona preguntó cautelosa.
—¡No! —Ramona se sobresaltó con el grito de su jefe y Axel después de pensarlo, tomo una decisión —. Necesito que reintegre a la empleada y la asigne a esta área. Pero que su hora de entrada sea en la tarde.
Ramona no lo podía creer, ese hombre que no es nada más y nada menos que su jefe le está pidiendo que reintegre a la buena para nada de la Angélica. Pero órdenes son órdenes y el que manda manda aunque mal mande. Mejor dicho, donde manda capitán, no manda marinero.
—Sí, señor, ya mismo la llamo. —Se levantó llena de odio a cumplir una orden que no quería, por ella, que Angelica se quede sin empleo y que se le mueran sus ficticios gatos.
—Señora Ramona, la quiero esta misma tarde aquí. Ah, y de lo que pasó en esta oficina, le recuerdo que tiene terminantemente prohibido hablar, sino la despedida es usted. —Axel se refería a lo que pasó en la oficina con Angélica, pues pensó que ella lo sabía. Y Ramona, qué, no sabía de lo que hablaba Axel, se imaginaba que era porque Angélica era la protegida de algún socio del emporio.
Axel iba a castigar a Angelica por haberse ido de boquisuelta a contar lo que le prohibió que contara. Ya estaba imaginando qué tipo de castigo le iba a dar. Si boca arriba, o boca abajo.
Mientras Axel pensaba que el Kamasutra era un libro de castigos, Angelica llegaba a la Complutense arrastrando los pies.
Aunque pudo dormir, no descansó ni un carajo pensando qué debía hacer con su vida de ahora en adelante. Solo le queda este trabajo y tiene que cuidarlo porque, aunque no es verdad que sus gatos van a morir por inanición, será ella la que va a morir si también la echan de este trabajo.
Hoy debía asear el salón del maestro Guillermo Pagliaro. Su clase se centraba en el modernismo y el arte abstracto. Con él no tenía la misma confianza que la que tenía con la maestra Estelita. Ni siquiera se daba por enterado de su presencia, ni que se hacía la tonta limpiando los vitrales para cachar su clase.
«El arte abstracto —también llamado “no representacional” o “no objetivo” —ha sido considerado desde hace mucho tiempo como un logro central del modernismo». Angelica grababa la clase con su viejo celular, pues esa corriente artística para ella es la más complicada, pues no es la de su gusto. Ella es más del romanticismo o del impresionismo, siendo sus artistas favoritos Renoir y Van Gogh.
Cuando terminó la clase, no vio que su viejo celular agotó toda la batería y así se fue a limpiar las otras aulas.
Angélica no se dio cuenta de que su antigua supervisora la estaba llamando para pedirle que volviera a su empleo, pero esta vez sin tener que trasnochar.
Ramona no insistió; «si el señor Darko me pregunta por ella, diré que nunca me contesto las llamadas» pensó.
Angélica terminó su turno y, al salir del campus universitario, se tropezó con la cartelera de avisos y del golpe cayó un papelito donde había un anuncio del alquiler de una habitación cerca de la universidad.
«Oh, esto es una señal divina», pensó Angelica y se dispuso a llamar, pero la carga de su celular estaba en cero.
Sin un trabajo al que ir por la tarde, se dirigió a la dirección donde estaba la pensión. Debía caminar unas cinco cuadras, pero Angelica estaba enseñada a pegar sus caminadas largas cuando llegaba a fin de mes sin dinero para los pasajes.
Llegó al frente de la pensión y tocó, rezando al cielo que el alquiler no sea muy costoso, pues por el momento solo tiene la entrada de dinero de su trabajo en la universidad, y la pensión se ve muy bonita y organizada.
Al entrar sonó una campanilla y de la trastienda salió una mujer con una gran sonrisa.
—Buenas tardes. Mi nombre es Angélica y vengo por el aviso de se alquila habitación que tiene en la Complutense. —Angélica se presenta de manera amable, y la señora la saluda también muy cordialmente.
—Hola. Me llamo Giovanna, pero me puedes decir Gio. Sí, aún la tengo disponible. ¿Eres estudiante? —La señora pregunta con cautela, Angelica no se ve con la edad de un alumno.
—No, no soy estudiante. Soy empleada de servicios generales. Iba a ser estudiante, pero no se pudo; me robaron el dinero de la matrícula en la pensión donde vivía y de paso fui expulsada por la dueña, que fue la que dejó entrar a la ladrona... Qué pena, yo contándole mis penurias. —Angelica se disculpó, pero es que Gio le dio confianza de sincerarse con ella. —En fin, quería saber el precio a ver si se amolda a mi presupuesto.
Giovanna la miró con compasión, intuia que Angelica le decía la verdad y se compadeció de ella. Sabe lo que es pasar penurias.
—El costo de la mensualidad es de 600 euros. —Angelica se desanimó; su salario en la Complutense es de 900 euros y de ahí debe sacar su alimentación, una multa que está pagando por culpa del Paco de 150 euros mensuales, así que no le alcanzaba. Al menos en la pensión de Zoila apenas pagaba 400 euros.
—No, no me alcanza. Gracias. —Giovanna sintió tristeza por Angelica y pensó que le podía hacer un descuento.
—¿Cuánto pagas en la pensión en que estás? —preguntó.
—Allá en ese pulguero, pago 400 euros. —Angelica veía el lugar y pensaba que de verdad eso valía un alquiler ahí.
—Págame eso. Yo te doy tarifa de estudiante. —A Angelica se le abrieron los ojos de la felicidad y supo que en verdad hay ángeles en la tierra y Gio es una de ellas. —Si quieres, te vienes a vivir hoy mismo; tranquila que no te voy a cobrar estos días. Me pagas a fin de mes, el mes de julio, solo debes traerme una carta laboral de la universidad y una recomendación de uno de tus superiores y firmamos contrato. ¿Te parece?
—¡Claro que me parece! Muchas gracias, Gio. Más tarde regreso. Me la deja separada, no me la vaya a alquilar, que entonces me toca dormir con el perro. —Angelica salió casi corriendo feliz de que al menos ya consiguió dónde dormir.
Mientras Angelica encuentra ángeles en su vida, a Axel esta que se lo llevan los demonios.
—¿Dónde está la empleada que le pedí que reintegrara? —Axel le gritaba a la idiota de la Ramona que un poco más y se hace pis del susto que tiene.
—Señor Darko. La señora Angelica tiene su celular apagado. Mire, he intentado llamarla toda la mañana. —Ramona le muestra rápidamente su celular, donde a duras penas hay dos llamadas al número de Angelica y las otras son a su novio.
—Necesito para ayer la hoja de vida de ella con toda su información al día.