"Amaya Dalys, única hija y heredera del Ducado Dalys es caprichosa y casi toda la nobleza la odia por ser una megalómana justificada"
Esa es la conclusión a la que llega la nueva Amaya Dalys, sin embargo, esto no es lo que realmente le causa problemas. Si no su irrompible matrimonio con el Marqués Axel Hackett.
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CREÍ
Fuera de las delirantes conclusiones de Axel, su esposa estaba teniendo un felíz día junto al recepcionista Artur.
Había desayunado en el mercado, había visto varios puestos de artesanías de la ciudad y ahora mismo estaban sentados en la plaza, con Artur cargando varias bolsas de compras.
«jaja, fue muy divertido»
Artur solo dijo un "mm" como si afirmara lo dicho por Amaya.
«¿Dónde crees que deberíamos comer?, ¿Hay buenos restaurantes?»
«hay muchos por la zona, algo que prefiera»
«veamos~, ¿Qué se me antoja?, ah, ¡Ya se!, quiero probar lo más exótico que tengan aquí en Argotán»
Artur lo pensó un momento con su mano derecha sosteniendo su mentón.
«en todo caso, sería el guiso de carne de pingüino»
«¿El que cosa de que?»
Preguntó una asustada Amaya. A lo que Artur repitió.
«es lo más exótico que hay en Argotán, "guiso de carne de pingüino”. Hay granjas de pingüinos y es algo normal, aquí en la ciudad»
«¿Lo comiste alguna vez?»
«por supuesto que si, siempre hay clientes que preguntan si vale la pena comerlo, o que hay de exótico en Argotán»
«oh, así que es por trabajo»
«si»
«ya veo. Así que eso quiere decir que incluso ahora, solo estás conmigo porque debes atenderme ¿Verdad?»
«...»
Amaya no se enojó ante su silencio que te daba una afirmación a la pregunta anterior. En cambio sonrió y...
«¡¡Chocolate caliente!!, ¡¡Lleve su chocolate caliente!!»
Empezó a gritar un vendedor de la calle que jalaba un carrito extraño.
Cómo si una idea brillante hubiera tenido lugar, un foquito pareció prenderse sobre la cabeza de Amaya, que se levantó con un...
«Artur, espera un rato aquí, voy a comprar algo»
«esta bien, la miraré desde aquí»
«gracias»
Amaya fué corriendo para alcanzar al vendedor de chocolate caliente entre la multitud de la plaza. Artur que realmente la vigilaba desde la distancia, la vio hablar amablemente con el vendedor, la vio pagar y regresar con dos tazas de chocolate.
Pero en el momento que estaba concentrado en no perderla de vista sintió una mirada espeluznante y lejana viniendo de algún lado.
Levantó la cabeza alerta e intentó buscar aquella mirada entre tanta gente que caminaba de un lado a otro, pero no pudo, ya que Amaya puso la taza de chocolate frente a su cara.
Le sonrió de tal manera que Artur se quedó sin habla por un segundo. Fascinado con lo alegre y cálida que era la Marquesa.
«ten, es un regalo de mí, para tí. Debes tener frío por haberme acompañado»
Artur tomó la taza de chocolate y por fin sonrió de forma ligera con un...
«gracias»
«no fue nada»
El ambiente entre los dos era algo extraño, hasta que los hombros de Amaya saltaron al escuchar la voz de su marido tras ella, preguntando:
«¿Y no compraste para mí?»
Dió la vuelta de inmediato, solo para encontrarse con la cara de su esposo que cargaba una lanza en su espalda.
«Axel, ¿Cómo llegaste aquí?, ¿No estabas dormido?»
Axel miró a Artur con la taza de chocolate en sus manos.
«si querías salir, debiste despertarme»
Amaya negó de inmediato entre burlas.
«te notaba un poco cansado y no quise molestarte»
«~oh» [¿No quisiste molestarme?, eso es nuevo, lo único que siempre hacías era molestarme]
«Ademas, Artur fue muy amable al acompañarme»
«ya veo»
«Así que no te preocupes, puedes hacer lo que tengas que hacer, estaré bien, Artur me acompañará»
Axel miró de izquierda a derecha de forma disimulada y por el rabiyo del ojo. Ignoró por completo lo que su esposa estaba diciendo y tomó la taza de chocolate con una mano y con la otra tomó la cintura de Amaya para finalmente besarla en los labios.
Amaya tenía signos de interrogación sobre su cabeza, y a pesar que quería alejarse, la fuerza de Axel superaba la suya.
Ella estaba roja como tómate y cuando Axel la soltó lamiendo sus labios como si hubiera comido algo dulce le dijo entre susurros:
«Los soldados nos están vigilando»
«¡!»
«~el Emperador si que es obstinado~»
Amaya lloraba por dentro.
[¡Tío, por favor!, ¡¿De verdad no tienes nada mejor que hacer?!]
Debido a eso ya no intentó alejar a Axel, en cambio también habló susurrando.
«¿Desde cuándo?»
«no lo sé, tal vez ya estaban desde antes porque nadie nos siguió en nuestro viaje»
«¡¿Qué?!, ¡¿Por qué sigue haciendo esto?!»
«¿Cómo voy a saberlo?, yo debería preguntar, es tu tío»
«ugh, n-no lo sé»
«¿Deberíamos hacer un bebé para que deje de molestarnos?»
«jaja, ¡Por supuesto que no!»
«como tú quieras, pero será mejor que hagámos nuestro mejor esfuerzo para parecer un felíz matrimonio, en lugar de que estés coqueteando con ese hombre»
Amaya no podía estar más enojada.
«en primer lugar no estaba coqueteando con nadie, solo fuí de compras y fuí amable con alguien que me acompañó y cargó todas mis cosas»
«...» [¿Amable?]
De alguna manera, escuchar decir eso a su esposa lo enojó mucho más, a pesar que sonreía por fuera. Miró a Artur directo a los ojos y un escalofrío recorrió la columna vertebral de Artur.
Tragó saliva, pero sonrió de manera desafiante llegando a una conclusión acertada.
[Así que era él, el que estaba mirándome como si quisiera destrozarme]
Pero Axel lo ignoró de un momento a otro, como si esto fuera una perdida de tiempo. Soltó la cintura de Amaya y le devolvió su taza de chocolate con suavidad.
«Perdona si lo malinterpreté cariño, es sólo que tú "nunca" has sido amable, ni siquiera conmigo»
Esas palabras, que no parecieron dañinas, realmente fueron hirientes para Amaya, sobre ella cayó como algo pesado demigrado su existencia. Hizo que de pronto se preguntara...
[¿Por qué debo cargar con los pecados de Amaya?]
Recordar todos los malos actos que hizo este cuerpo la pusieron más sombría.
[Todos creen que yo hice todo el daño que hizo la verdadera Amaya]
Miró la cara sonriente de su esposo y lo pesado se hizo peor.
[Creí... que podíamos llevarnos bien mientras el contrato estuviera en pie, ¿Cómo pude pensar que una persona que fue acosada y molestaba durante cuatro años haría de la vista gorda tan fácilmente?, es como pedir al chico que le hicieron bullying en la escuela que olvide todo el maltrato de cuatro años de su agresor]
Agachó la mirada.
[Sé que para Axel debió ser horrible , pero a mí también me está afectando esto, porque, yo no soy la culpable, ni siquiera tengo recuerdos de haber hecho tal cosa, ni siquiera en mi vida pasada]
Mordió su labio algo frustrada.
[Pero tampoco le puedo decir que no soy la verdadera Amaya, que tengo otro nombre, ¿Qué diferencia hay en decir eso y que estoy loca?]
Volvió a mirar a su sonriente y amable esposo.
[Él..., no confía en mí y tiene razones para actuar así. Es inútil explicarle algo tan complejo que ni yo entiendo, sin embargo..., si no hago algo... esto no terminará bien]
«Como dices cariño...»
La voz de Axel la sacó de su trance.
«... tengo cosas de las que ocuparme, disfruta tú paseo»
Y antes de irse miró al recepcionista.
«Artur ¿Verdad?, cuida de mi esposa por ahora, si le pasa algo, seguro que sabes las horribles consecuencias~»
