Mi prometido, el príncipe heredero del imperio Noah era un buen candidato para mi y mi familia, no me importaba mucho el puesto de emperatriz, solo añoraba estar a su lado.
Pero, ¿Porqué ama a una mujer que no soy yo? A pesar de hacer todo por quitarla de mi camino ella persiste y cada vez noto como se alejan más de mí.
Las respuestas vinieron a mi un día que un libro dorado llegó a la mansión como un regalo para mí.
Era una novela, pero lo que les diferenciaba de las demás fue que aquellos personajes los conocía a la perfección.
Narrado desde el punto de vista de los protagonistas, yo Madeline, era la mujer que se interponía en su amor.
El obstáculo amoroso.
¿Lo que narraba este libro era el futuro? Al ponerlo a prueba pude cerciorarme, la historia era de verdad nuestras vidas.
Por eso me cercioraré que mi vida no sea en vano y comenzaré mi nuevo camino.
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07 - Piedra preciosa.
Para mí fue una gran sorpresa encontrarme con el duque Maximilian en la zona de la mina, por inercia busqué a mi hermano mayor para preguntar si sabía algo al respecto, pero como se esperaba, estaba ocupado junto a otras personas que llevó para que analizaran la zona.
—¿A quién buscas? —Aaron de nuevo se pone frente a mi mirada, tratando de que mi atención se centre solamente en él.
—Yo soy la que debería de estar preguntando, ¿Qué haces aquí? ¿Cómo te enteraste? —Aaron se quedó un momento en silencio, mirando a mis ojos y con una simple sonrisa burlona tomó la piedra que sostenía en mis manos.
—Solo digamos que tengo a personas en el ducado Barlovento dedicadas a protegerte.
—Me estás espiando.
—Señorita, esa es una acusación bastante delicada.
—Pero di en el clavo, ¿Verdad? —Suelto el aire y me cruzo de brazos, no tenía cazo de que yo me enojara por ello. En parte lo entendía.
Pero mirando mejor las piedras, me resultaba fascinante como esta se convertirían en una potencia, siendo que no brillaban para nada y no eran bonitas a primera vista, como se decía en las páginas del libro.
Ya en la tarde, mientras esperaba por el almuerzo estaba en una mesa un poco alejada de los demás anotando los puntos que para mí eran importantes que se mencionaban en el libro. Como las piedras y como las nuevas modas de la capital cambiaban la perspectiva de las damas aristocráticas.
Estaba muy interesada en la moda de los vestidos donde no usaban corsé. Estaba emocionada por la idea y no estaba segura si iba a aguantar para que la joven Rosé los comience a usar.
Tal vez pueda comenzar a usarlos cuando esté a solas en mi habitación.
Mi concentración en la lectura se vino interrumpida por la llegada del ya mencionado duque. El de nuevo me dedicaba una sonrisa satisfecha y trató de leer lo que había anotado.
—¿Usando las ideas de Rosé? —Cuestiona.
—Sería una idiota si no uso lo que está aquí para aprovecharme.
Está de más decir que el duque también estaba actuando a conveniencia, ya me había quedado claro cuando visitó al segundo príncipe para hacerse cargo de esta mina.
De nuevo miré unas pocas piedras que había traído desde la mina y descansaban en el centro de la mesa.
De pronto una idea cruzó por mi cabeza.
Yo disfrutaba de la lectura y de saber un poco sobre la naturaleza de las joyas, ya que soy una entusiasta en el tema de la joyería era obvio que me iba a interesar un poco sobre la elaboración y extracción de algunas piedras preciosas.
Y en algún lugar leí que había rocas que en su interior llevaban un hermoso tesoro.
Un poco emocionada tomé un par de ella y caminé hacia donde estaban algunos caballeros terminado de levantar las tiendas donde íbamos a dormir esa noche.
Aaron me seguía de cerca.
Entre tantas herramientas de los caballeros pude ver un pesado martillo, lo tomé y con confianza me acerqué a una roca grande que estaba cerca.
Mis acciones de inmediato llamaron la atención tanto de los demás caballeros como de mi hermano.
—¿Madeline? ¿Qué vas a hacer?
Sin responder nada más, coloqué la piedra en la roca grande y mientras la sostenía con una mano la otra la levanto y golpeo con fuerza.
Los caballeros aspiraron aire sorprendidos por mis acciones.
Miré la pequeña piedra y parecía que había logrado hacerle una pequeña grieta, pero no era suficiente.
—Madeline te vas a lastimar. —Escuché decir a mi hermano a mis espaldas.
—Lady Barlovento es peligroso. —Dijo Aaron mientras trataba de detenerme.
Sin lograrlo.
Ya que de inmediato vuelvo a estrellar el martillo en la pequeña piedra y por fin la logro partir a la mitad.
Bueno, también habían quedado rastros de la piedra triturados.
Pero mis sospechas fueron ciertas. Cuando miré el centro de la piedra una sonrisa surco mi rostro, era sin duda una joya que brillaba en hermoso color morado o lavanda. Sus destellos lucían preciosos bajo la luz del medio día y reflejaba mucho.
Al enseñar dicha piedra a mi hermano, pude ver como su semblante enojado cambiaba drásticamente y de inmediato llamó a su amigo.
Mientras la piedra de cristal era revisada, yo me dediqué a almorzar en compañía del duque Maximilian.
—Ahora no me voy a preocupar por mi matrimonio por un tiempo. —Digo con una sonrisa orgullosa.
Cuando la familia Barlovento se de cuenta de que esta piedra es sin duda una lujosa creación, se dedicaran por mínimo un año en el desarrollo de la mina y posteriores ubicaciones. Así que el tema de mi matrimonio podría se dejado en segundo o tercer plano por ese tiempo.
Aunque quisiera disimularlo.
No podía.
—Felicidades, señorita Barlovento, ahora podrá disfrutar de su tiempo de soltera. —Aaron trata de lucir emocionado, pero su ceño fruncido lo delataba desde lejos.
—Se siente extraño que lo digas así, —Fui sincera con el duque. —Estaba comprometida desde que tengo uso de razón, jamás en mi vida he sido una mujer soltera.
Terminé de comer mi almuerzo y me puse de pie, las tiendas ya habían sido terminadas así que me apresuré a entrar a mi lugar de descanso.
Ya no era mi trabajo administar la mina, todo se lo estaba dejando a mi hermano.
De cualquier forma él sería el próximo duque, era algo normal que él lograra tan hazaña por si solo.
Sentada en lo que sería mi cama por esa noche miré la otra mitad que había guardado para mí.
Este sería mi pequeño recuerdo de este maravilloso día. A mi costado en la mesita de noche que me habían colocado miré el libro.
Desde que llegó no había podido prestarle mucha atención, era un libro que parecía cubierto de oro e incluso parecía brillar.
Lo miré de nuevo y tomándolo en mis manos lo observé.
Era extraño que existiera dicho libro.
Aún el duque Aaron no me respondía de donde lo había conseguido y como, así que sin pensarlo mucho tomé el ejemplar en mis manos y salí de la tienda, le pedí a mi criada que me llevara hacia donde estaba el duque Maximilian.
Ya era hora de que respondiera algunas preguntas más.