Lea es una universitaria que se suicida pero reencarna en Tanea, una joven aristocrática qué tiene que vengarse por su hermana, teniendo que confrontarse con personas importantes e incluso con su prometido. Muchos secretos, traiciones y mentiras ¿su venganza saldrá bien o su vida se verá destruida?
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7
No tengo que estar aquí. Eso fue lo primero que pensé una vez sentada en el borde de la gran cama que tenía mi nueva habitación en el palacio, me cuesta decir que es "mía" es la sensación de tener algo y aun así sentir que nunca será tuyo, que estás alejada de eso.
La despedida con mi familia fue triste, por lo menos de mi parte y de Mar. Las visitas están garantizadas, pero no es lo mismo, ya no estaré con ellos todos los días, no podré pasar de mi habitación a la de Mar para invitarla a tomar el té o ir a nuestro lugar secreto. Como Lea no pude disfrutar de una familia decente, unida y una vez que la tengo me separo de ellos. No me obligan, fue mi decisión porque no podía dejar a la deriva a mi familia cuando el centro del problema era yo y haciendo esto se podía solucionar, ¿quién no se "sacrificaría" por el bien de sus seres queridos? Tengo una familia, lucharé para que no termine como en la vida pasada.
Unos golpes en la puerta me hicieron exaltar, me puse de pie mientras acomodada el vestido y el cabello.
Detrás de la puerta se encontraba la dama de compañía que me designaron al llegar, fue ella la que me acompañó a la habitación, pero no recordaba su nombre y me da vergüenza preguntarle de nuevo. Aunque en algún momento tendré que pasar por esa situación vergonzosa porque ella estará siempre conmigo, pisará el suelo que yo pise, tendré qué decir su nombre en alguna ocasión y no puedo fingir demencia.
-Señorita Lichannal, la cena será servida en breve ¿le gustaría ir al salón ya?-
- Si, por favor- contesté con una sonrisa
Tengo mucha hambre, espero que la comida del palacio sea lo más rico que pruebe en mi vida porque si no será decepcionante, vengo con expectativas altas o simplemente con hambre.
Tanto lujo me sorprendía aunque no debería porque obviamente es el palacio, pero nadie está listo para entrar, ver cada rincón y que todo sea tan perfecto. Si bien todo era hermoso como el comedor también era incómodo, cuándo llegué ya estaban presentes los tres príncipes y desde ese momento hemos estado en silencio esperando a los reyes.
Lester estaba en su propio mundo, sus dedos se movían sobre el borde de la mesa como si estuviera tocando el piano, una señal de que está tomando clases de ese instrumento y que le gusta.
Marc tenía la mirada fija en la pared que estaba detrás de mí, a este punto estaba dudando si pestañeaba o no, pero no lo iba a averiguar mirándolo a los ojos, intimida bastante.
Mis ojos parecían bailar, no sabía para donde mirar. Finalmente, miré a la silla que estaba frente a mí, Neyén estaba con la mirada puesta en los utensilios sumido en sus pensamientos. Supe que pasé mucho tiempo mirándolo cuando muestras miradas se toparon, desvié los ojos, pero lo volví a mirar de forma inconsciente y nerviosa le sonreí. Dios, que vergüenza ¿por qué tengo que pasar por esto? Como si supiera lo que pasaba dentro de mí me regaló una pequeña sonrisa divertida para después ponernos de pié y desviar toda la atención ante la presencia de los reyes.
Después de unas disculpas por parte de ellos por llegar un poco tarde, comenzamos a comer en silencio. Estaba riquísimo, pero masticaba más lento de lo normal ante la incomodidad, era tal el silencio que pensaba que capaz podían oír cuando masticaba e incluso tragaba.
Ya hablen de algo entre ustedes, quiero comer tranquila.
-¿Qué te parece el palacio, Tanea? ¿Es de tu agrado?- preguntó Annia, la reina.
Diablos, quería que hablaran pero no conmigo.
- Es hermoso, todavía no he tenido el placer de recorrer todo el lugar, pero mañana ya terminaré el recorrido- respondí
Mi nueva dama me había mostrado la mayoría del palacio, pero falta una pequeña parte y también el jardín trasero, lo cual quedó para mañana.
- después de que termines el recorrido podremos hablar nosotras a solas-
Dios no lo permita.
-Si, sería un placer- mi voz casi fue un susurro
-También podrías tomar el té junto a Neyén, para que puedan hablar cómodamente-
La miré con sorpresa, fui la única, ya que todos seguían comiendo como si nada.
-Oh... No quiero molestarlo, seguro tiene muchas cosas que hacer...- hablé
- Tengo tiempo, debo de tenerlo para mi futura esposa- la voz de Neyén sonó sin mucha emoción, pero su mirada era suave hacia mí.
Asenti y volví a comer. De reojo pude ver como Marc sonreía pero era una sonrisa algo cínica, algo que me dejaría pensando toda la noche.