Bajo El Rostro De La Violencia~

—¿Quién es ese omega, Damon? ¿Cómo se atrevió a golpearte? —preguntó Aron, mientras Damon regresaba a su asiento, aún con el sabor del beso de Eiran en los labios.

Damon, como si no hubiera sido herido en absoluto, simplemente sonrió con arrogancia y tomó un largo sorbo de su bebida.

—¿Quieres que nos encarguemos de él? —intervino uno de los alfas del grupo, claramente molesto por el atrevimiento de Eiran.

—No hagan nada. No busquen problemas con él —ordenó Damon, con un tono de autoridad que no dejaba lugar a discusión. Sus ojos brillaban con una intensidad que dejó a todos callados. Él ya sabía quién era Eiran y su familia, gracias a su red de contactos en los círculos más altos de la sociedad. Ese hecho, lejos de intimidarlo, solo aumentaba su interés.

—¿Él es especial para ti? —preguntó Adam, arqueando una ceja.

—¿Acaso te gusta? —se burló Brady, pero su tono quedó en el aire cuando Damon le lanzó una mirada afilada.

—Si siguen preguntando estupideces, les cerraré la boca a golpes —respondió Damon, dejando en claro que no toleraría más insinuaciones. Con eso, el tema quedó enterrado, al menos por el momento.

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Eran ya las doce de la medianoche, y lejos de vaciarse, el bar estaba más lleno que nunca. El bullicio de risas y música era ensordecedor, pero el ambiente se tensó al instante cuando un grupo de motociclistas, enemigos declarados de la banda de Damon, irrumpió en el lugar.

—¿Cómo se atreven a venir aquí? Esto es un desafío —dijo Aron con los dientes apretados al ver al líder del grupo, Alfon, bajar de su motocicleta y dirigir su mirada directamente hacia Damon.

—Debe haber un motivo. No serían tan estúpidos como para venir sin razón —respondió Damon con calma, aunque sus ojos reflejaban la furia contenida de un alfa dominante que no aceptaba provocaciones.

Jacob, uno de los más impulsivos de los amigos de Damon, sacó una pistola y la apuntó directamente hacia Alfon.

—¡JACOB! ¿QUÉ ESTÁS HACIENDO? —gritó Brady, alarmado.

Antes de que la situación se descontrolara más, Damon reaccionó rápidamente y le arrebató la pistola a Jacob, lanzándole una mirada que podría congelar el infierno. Sin embargo, Alfon ya había sacado su propia arma, y con la velocidad de un rayo, disparó directamente hacia ellos.

¡BANG!

La bala impactó en el abdomen de Damon justo cuando se levantaba. Podría haber esquivado el disparo o reaccionado más rápido, pero algo en él lo detuvo, como si hubiera elegido recibir el impacto.

El lugar estalló en caos. Alfon, al darse cuenta de lo que había hecho, retrocedió con una sonrisa burlona, pero su grupo, viendo la gravedad de la situación y la llegada de varias patrullas policiales, huyó rápidamente.

En medio de todo esto, Eiran, que aún estaba en el bar, salió al escuchar los gritos y el alboroto. Su instinto lo llevó directamente al lugar del incidente.

Al abrirse paso entre la multitud, vio a Damon en el suelo, con sangre empapando su camisa, mientras Aron sostenía su cabeza, pálido por el miedo. La policía comenzó a acercarse para tomar el control de la situación.

—¡LLAMEN UNA AMBULANCIA! —gritó Eiran mientras corría hacia Damon. Con rapidez y eficiencia, se quitó la chaqueta y presionó contra la herida para intentar detener la hemorragia.

Damon abrió los ojos, apenas conscientes, y encontró los de Eiran. A pesar del dolor, su mirada tenía una mezcla de desafío y algo que no podía describirse fácilmente.

—¿Qué crees que estás haciendo? —espetó Aron, molesto, intentando apartar a Eiran.

—¡Soy médico! ¡Si no lo atiendo ahora, morirá! —respondió Eiran con firmeza, dejando claro que no iba a permitir interferencias.

Ató su chaqueta alrededor del abdomen de Damon con manos rápidas y seguras mientras la sangre seguía brotando.

—La bala perforó algo vital, la pérdida de sangre es peligrosa —comentó uno de los compañeros de Eiran que había llegado al lugar, analizando la situación.

Damon, mientras escupía sangre, logró esbozar una leve sonrisa, casi como si se burlara de su propia fragilidad.

—¿Va a sobrevivir? —preguntó Aron, con la voz quebrada, mientras veía a su amigo en ese estado crítico.

—Si no lo llevamos al hospital ahora, no lo hará —dijo Eiran con una seriedad aterradora.

—¡RÁPIDO, LLEVÉNLO AL AUTO! —ordenó Eiran, tomando el control de la situación. Aron y Brady levantaron a Damon con cuidado, mientras la multitud se dispersaba ante las órdenes de los oficiales.

—¿Adónde lo llevas? —preguntó un policía, tratando de intervenir.

—Al hospital. Si esperamos más, será tarde —respondió Eiran mientras abría la puerta del asiento trasero del auto de Damon.

—¿Tú vas a conducir? —gritó Brady, sorprendido.

Sin responder, Eiran se subió al asiento del conductor, encendió el motor y arrancó a toda velocidad. Damon, apenas consciente, intentó hablar mientras el dolor lo atravesaba como cuchillas.

—No me salves —murmuró Damon, su voz débil pero llena de obstinación, lo suficientemente fuerte para que Eiran lo escuchara.

Eiran, con la mirada fija en la carretera, respondió con voz fría y determinada:

—Ya te lo dije, sea quien seas o cualesquiera que sean tus problemas, voy a salvarte aunque desees morir.

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