Me Casé Con El CEO Enmascarado Y Discapacitado

DUSTIN MONDRAGÓN

Una semana ha pasado y Elena no despierta.

— Joss quiero que contactes al mejor abogado, me quiero divorciar de Fátima. Creo que es momento que las cosas sean como quiero que pasen.

— Muy bien joven.

Hice mi rutina con el fisioterapeuta y luego fui a la habitación de Elena. Ella aun así en este estado es muy hermosa. Toqué sus manos y le di un beso. Escuché un ruido de su boca.

ELENA COEN

Sentía mi boca reseca y abrí los ojos, me molestaba un poco la luz, veía algo turbio. Apretaban mis ojos y los abría. Alguien tocaba mi mano, así que dirigí mi vista hacia esa persona.

Parecía un sueño.

Había un hombre guapo a mi lado. Su mirada y la mía se cruzaron unos segundos. Esto debe ser un sueño. Él es como un ángel.

— Elena, soy Dustin. ¿Me escuchas? — llamó al médico.

Llegó un doctor y me revisó.

— ¿Me escuchas? — el doctor me hizo una pregunta.

— Si — suspiré tan hondo.

— ¿Sabes cómo te llamas?

— Soy Elena.

— ¿Cuántos años tienes? — el doctor seguía preguntando.

— 16 años.

— Bien. ¿Sabes por qué estás aquí?

— Recuerdo que estaba jugando en el patio del colegio y me dieron un pelotazo. Caí al suelo. No recuerdo más.

— Está bien. Quédate quieta, no te levantes. Vendré en un rato para que sigamos hablando. ¿Entiendes?

— Si doctor. ¿Mi papá donde está?

— Viene en camino.

DUSTIN MONDRAGÓN

No podía creer lo que escuchaba. Ella no me recordaba y lo peor de todo es que dice que tiene 16 años cuando en realidad tiene 19 años. No entiendo.

Salí de la habitación detrás del doctor.

— ¿Qué es lo que pasa? No entiendo.

— Vamos a hablar al consultorio — entramos al consultorio — siéntese. Bueno, para que se tranquilice, le haremos unos estudios. No es habitual que una mujer después del parto entré en coma, y tampoco que no recuerde los últimos tres años. Puede que su cerebro use este método para no recordar cosas que le han dolido mucho, que la ha hecho sufrir. Es una manera de protección. Puede que la memoria vuelva en unas horas o días. Hay que darle tiempo.

— Ella ha sufrido mucho. Ella quiere ver a su papá y él no ha sido bueno con ella.

— Comprendo la situación. Vamos a estar pendientes de ella.

Salí del consultorio y me fui al cuarto donde ella estaba.

— Hola Elena. Soy Dustin. No me recuerdas — Ella me miró sin decir nada.

— Siento que te conozco Pero no sé de dónde. Mi papá ya va a venir.

— Creo que sí. No te preocupes por eso. Estás en el hospital, nada malo te puede pasar.

Ella fruncía el entrecejo y apretaba sus ojos.

ELENA COEN

Venía a mi mente el sonido de un bebé llorando. Era algo que no me dejaba tranquila. Y como una película que pasaba ante mis ojos, recordé todo.

Empecé a sentirme angustiada. ¿Es Dustin? No dejaba de verlo.

— ¿Estás bien?

— Eres Dustin pero no tienes tu.. cicatriz y porqué caminas. ¿Quién realmente eres?

— Cálmate, voy a llamar al doctor.

Me levanté y empecé a buscar a mi bebé.

— ¿Donde esta mi bebé?

— Siéntate, te puede hacer daño.

— Dónde esta mi bebé.

—Ella está bien. No te preocupes. Le voy a decir a Ana que la traiga.

— Porque la tienes tú.

Empecé a llorar en el piso. No entendía.

DUSTIN MONDRAGÓN

Salí llamé al doctor y le pusieron un calmante. Llamé a Ana para que trajeran a mi hija.

Hasta que ella se tranquilizó, le entregué a la bebita en sus manos. Ella la abrazaba y lloraba.

— Quiero que te vayas. Cómo me encontraste.

— No puedo irme y no quiero irme.

— Vete con tu esposa.

— Hablaremos cuando te den de alta. Ahorita creo que estás confundida.

— Vete. No te quiero ver. No quiero que te acerques a nosotras.

— Estás Canadá— ella se quedó en silencio— estuviste en coma varias semanas. Aquí he estado un año prácticamente. Ya Puedo caminar y me hice una cirugía. Aquí podemos empezar de nuevo.

— Y tu esposa. Yo te vi con ella en la cama. Eres un mentiroso. Me has mentido todo este tiempo. El trabajo, el cuarto en renta, el apartamento, todo ha sido una mentira. Te casaste y me dijiste que ibas de negocio. Ya no quiero más de esto. Me alegro de que camines y que no tengas más máscara Pero solo eso.

— Está vez no te voy a dejar. Así que no me pidas que me vaya. Tú no sabes la verdad, así que no hagas conjeturas. Ella es mi hija y tú eres el amor de mi vida. Así que no pidas que me vaya.

Me acerqué y la abracé. Ella lloraba.