Sonia está perdidamente enamorada del mejor amigo de su hermano. Dante es 8 años más grande que ella por lo que sólo la ve cómo una niña.
A Sonia no le importa y cómo la vea el. Siempre está tratando de ganarselo. Pero al cumplir los 18 años de da por vencida ya que el se compromete con una mujer que aparentemente es perfecta.
Sonia decide dejar de ser una arrastrada y sale del país con el corazón roto. Y con la importante decisión de enamorarse de alguien más.
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Yo no soy Dante.
Días después.
...Cristián....
Decidimos quedarnos unos días en ese hotel. Al principio me sentí muy mal por haberla lastimado pero después de escucharla todo cambió..
— ¿Qué tanto piensa mi pervertido.?
— ¿Pervertido.?
— Me viste sin mi consentimiento. Eres un pervertido.
Reí.
— Hace unos días me obligaste a ... — Ella me tapó la boca.
— Yo no te obligué a nada. Además bien que te gustó.
— Eso no puedo negarlo. — Volví a reír. Está vez con más ánimo.
— ¿Y si hacemos el amor otra vez.?
— ¿Segura.?
— Si. — Se sentó sobre mi y desabrochó mi cinturón. Yo le saqué la blusa y al ver esos lindos pechos no pude evitar tocarlos y dejar besos sobre ellos.
La levanté en mis brazos y la llevé a la cama. Ahí la despoje de toda su ropa, la llené de besos y después entré en ella.
— Aaaa. — Soltó un gemido.
— ¿Sigo.?
— Si por favor. Mmm. — Me encantaba verla disfrutando. Yo lo hacía y sólo quería que ella lo hiciera también.
La primera vez que estuvimos intimidad duramos menos de media hora. Está vez fue mucho más largó y placentero. Y no lo hicimos sólo una vez.
Días después.
Sonia.
Regresé a mi trabajo muy feliz. Después de esas vacaciones que tuve ¿quién no sería feliz.?
— Esa sonrisita me huele a qué alguien se la pasó MUY bien. — Linda siempre tan observadora.
— Pues parece que adquiriste mi habilidad de leer las expresiones.
— Más o menos. Cuéntamelo todo.
— Por dónde empiezo. Ya no soy virgen. — Dije de repente. Ella no se sorprendió mucho.
— ¿Cómo lo hace.?
— Eso no te importa.
— Supongo que no es muy bueno. No sé puede esperar mucho de otro virgen.
— Cristián no parecía ser virgen.
— Yo creo que si lo era. ¿No tienes curiosidad por saber.?
— Claro que no. ¿Cres que quiero saber quién estuvo antes que yo.?
— ¿Celitos.?
— Unos cuantos.
La noté extraña. Cómo triste.
— ¿Te paso algo.?
— Eee. No. Yo estoy exelente. Igual que siempre.
— Linda.
— Ya te dije que nada pasa.
— Eres mi mejor amiga. Así cómo yo te tengo confianza tú deberías tenermela.
Ella lo pensó unos minutos. Después se sentó y me contó.
— Ayer fui al departamento de mi novio y lo encontré con otra.
— Hijo de su...
— El trató de explicarme pero no lo deje. Lo que ví no tenía explicación.
— Linda lo siento.
— Yo también. Mis padres tenías razón después de todo. Pero no quise escuchar. Igual estaré bien. Mejor me voy a trabajar.
Ella salió y yo me sentí un poco mal. Ella dejó su vida cómoda por el, pero el no supo valorarlo.
En la noche visité a Cristián en su departamento. El me recibió con un beso y una cena romántica.
Mientras cenaba con el no pude dejar de pensar en lo que Linda me había dicho. No sobre su novio sino lo otro. Por un lado si quería saber, pero por otro no. El nunca mencionó alguna exnovia o que se había enamorada de alguien.
— ¿En qué tanto piensas.?
— Nada.
— Amor. Pensé que me tienes confianza.
— Está bien. Pero promete que me dirás la verdad.
— Suena grave.
— Sólo prométeme.
— Okay. Lo prometo.
— Antes de mi. ¿Estuviste con otra mujer.?
— ¿Hablas de si me enamoré de otra mujer.?
— No. Habló de si estuviste con otra mujer en la intimidad.
— ¿Quieres saber si perdí la virgen contigo.? — Se rió con diversión.
— Deja de reírte. Ésto es serio.
— Te dan celos pensar que hubo alguien antes de ti. — Siguió riéndose y yo me enojé.
— Ya me voy. Te estás poniendo pesado. — El me abrazó por detrás y me dió un beso en el cuello.
— Si perdí contigo. Así cómo yo fui tú primer hombre, tú eres mi primera mujer.
— ¿Lo estás diciendo en verdad o sólo para hacerme sentir mejor.?
— Estube en una silla de ruedas desde niño. ¿Creés que iba a estar con alguien en esas condiciones.?
— Dante también estuvo en una silla de ruedas. Eso no fue impedir para que siguiera follando con...
— Yo no soy Dante. No me compares con el. — Se molestó.
— No te estoy comparando. Sólo estoy diciendo qué...
— Creó que deberías irte. — Me soltó.
— Cristián de verdad te vas a enojar por algo tan simple.
— No me gusta que lo menciones cuándo estás conmigo. ¿Acaso te gustaría que yo mencioné a una mujer de la que sabes estuve enamorado perdidamente.?
Obvio no me gustaría. Me enojaría también.
— Lo siento. No debí. Te prometo nunca mencionarlo si estamos juntos. — Lo abracé y el me correspondío. Luego para hacer más amena la reconciliación hicimos el amor toda la noche. Me encantó. Sobre todo porque ahora todo es pasión.