Emma Varela, una joven de 18 años, ha pasado los últimos cinco años de su vida intentando olvidar el trauma de un accidente automovilístico que no solo dejó cicatrices físicas, sino que también le arrebató a su mejor amiga, Sofía. Emma se ha refugiado en los estudios y la natación, evitando a toda costa recordar aquella noche fatídica.
Su mundo comienza a tambalearse cuando Gabriel Muñoz, un joven misterioso y reservado, llega a su escuela. Gabriel, con una mirada cargada de secretos y una actitud distante, se convierte en el centro de atención de todos, pero es a Emma a quien él parece observar más detenidamente.
A medida que Emma y Gabriel se van conociendo, ella descubre que él también tiene su propio pasado doloroso. Ambos empiezan a apoyarse mutuamente, y una conexión profunda surge entre ellos. Sin embargo, emma pronto se da cuenta de que Gabriel sabe más del accidente de lo que el admite.
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Capitulo 7: Intercambio De Secretos
Las tardes de verano se hacían cada vez más largas y calurosas, pero para Emma y Gabriel, ese tiempo juntos se había convertido en el mejor momento del día. Después de clases, solían encontrarse en el parque cercano a la escuela, donde podían hablar sin interrupciones y sin las miradas curiosas de sus compañeros de clase.
Un día, mientras descansaban bajo la sombra de un roble, Gabriel se volvió hacia Emma con una mirada pensativa.
—Emma, has sido muy abierta conmigo. Me has escuchado y apoyado más de lo que hubiera esperado. Me gustaría saber más sobre ti, sobre tus propios secretos —dijo Gabriel, su voz suave pero cargada de sinceridad.
Emma lo miró, sorprendida por su petición. Hasta ahora, se había centrado en conocer y comprender a Gabriel, sin darse cuenta de cuánto había mantenido en secreto de su propia vida.
—Está bien —dijo Emma, tomando aire profundamente—. Hay algo que nunca le he contado a nadie en la escuela. Verás, mi familia no es perfecta. Mis padres están siempre peleando, y eso ha hecho que mi casa se sienta más como un campo de batalla que como un hogar.
Gabriel la escuchó atentamente, sus ojos llenos de comprensión.
—Lo siento, Emma. Debe ser muy difícil para ti.
—Lo es —admitió ella—. Pero la lectura y la escuela han sido mis refugios, igual que lo son para ti. Esos momentos de tranquilidad y escapismo me ayudan a sobrellevarlo.
Se quedaron en silencio por un momento, cada uno perdido en sus pensamientos. Emma sentía que había abierto una parte de sí misma que había mantenido oculta durante mucho tiempo, pero no se arrepentía. Gabriel había creado un espacio seguro donde podía ser vulnerable.
—¿Sabes? —dijo Gabriel, rompiendo el silencio—. A veces siento que las cosas que mantenemos en secreto son las que realmente nos definen. No nuestras apariencias ni nuestras acciones diarias, sino esos pedazos ocultos de nosotros mismos que guardamos con tanto cuidado.
Emma asintió, comprendiendo sus palabras a un nivel profundo.
—Tienes razón. Creo que conocer esos secretos nos hace más cercanos, nos permite ver más allá de las máscaras que todos llevamos.
Gabriel sonrió, una sonrisa que hablaba de gratitud y conexión.
—Gracias por confiar en mí, Emma. Sé que no es fácil compartir algo tan personal.
—Gracias a ti por escuchar y por ser tan abierto conmigo. Es bueno saber que no estoy sola en esto.
Pasaron el resto de la tarde hablando de sus sueños y miedos, de sus esperanzas y de sus luchas. Cada palabra compartida parecía fortalecer el vínculo entre ellos, creando una base sólida de confianza y amistad.
El sol comenzó a ponerse, bañando el parque en tonos dorados y naranjas. Emma miró a Gabriel, sintiendo una calidez en su pecho que no había experimentado en mucho tiempo.
—Prometamos seguir siendo honestos el uno con el otro —dijo Emma—. Pase lo que pase, siempre podemos confiar en esta amistad.
Gabriel asintió, su mirada seria y sincera.
—Prometido.
Mientras caminaban de regreso a sus casas, Emma se dio cuenta de que, aunque la vida estaba llena de desafíos y secretos, tener a alguien con quien compartir esos momentos hacía que todo fuera un poco más llevadero. Y en Gabriel, había encontrado no solo un amigo, sino un confidente con quien podía enfrentar cualquier cosa.
Los secretos que habían compartido ese día no solo habían revelado más sobre quienes eran, sino que también habían forjado un lazo irrompible entre ellos, un lazo que prometía resistir cualquier prueba que el futuro les presentara.