Tentación

Manolo

Se perfectamente que Mía tiene razón pero que hago si esta mujer se me metió en la piel, por mas de que me dijera a mi mismo que me tenia que alejar simplemente no soy capaz, los recuerdos de Sicilia vienen a mi una y otra vez.

Mía parquea el auto enfrente de la casa de Pamela. – Creo que aquí vives. – su voz sonó tan fría.

-Mía en serio esto tiene que quedar así. – se voltea y esos ojos verdes me fulminan.

- Si, limítese señor Manolo a solo ser mi profesor, como le dije lo que paso en Sicilia ya paso.

- Perfecto, no te voy a rogar, si me quieres creer o no es tu cuestion, muchas gracias, señorita Mía.

Y sin decir mas me bajo del auto y veo cómo se va, sé que no será fácil estar cerca de ella, pero tampoco le voy a rogar, ingreso a la casa y veo a una Pamela hablando por teléfono, siempre ha sido muy guapa, pero por mas que sea esto ya se dañó.

 Termino la llamada y me da un beso en la boca. – Que yo haya vuelto no significa que todo este olvidado. – trate de no sonar tan duro, pero me es imposible.

- ¿Porque eres tan cruel?, no te basto un año en Italia, sé que cometí un error, pero podemos intentarlo.

- No seas tan descarada Pamela, mira si volví fue porque extrañaba mi familia, tu crees que lo que hiciste se olvida tan fácil y mas cuando se perfectamente que mientras me fui seguías con él.

- ¿Entonces que haces aquí?, ¿porque me aceptas mis besos? – se acerca para darme un beso y aunque quisiera rechazarla, sé que aún existen sentimientos. - sé que olvidarlo es imposible, pero intentémoslo, tu sabes que yo te amo y esta casa sin ti es una tortura.

Sus besos calmaban mi sed, y aunque los recuerdos son imposibles de arrancarlos, en ese momento me deje llevar por sus labios, no se si fue la discusión con Mía o el tiempo que no estaba con ella, el beso empezó a intensificarse que de un solo movimiento sus piernas ya estaban enredadas en mi cintura.

Mía

Llego al piso de Bella, sé que está ocupada, pero necesito hablar con ella, toco el timbre y la pelirroja me abre media puerta, creo que no llegue en el mejor momento, porque se esta cubriendo con la sabana y tiene su pelo un poco alborotado.

-Mía que estas haciendo aquí. – su tono de voz nerviosa me hizo reír.

- Pensé realmente que estabas ocupada con lo del matrimonio no en estas Bella. – solo me podía reír de su cara.

- ¿Por qué no me avisaste que venias? – se notaba que estaba nerviosa, pero no entendía porque, no era la primera vez que pasaba.

- Que te pasa, ni porque fuera la primera vez que vengo aquí. – trato de abrir la puerta e ingreso al salón. – no entiendo porque estas nerviosa ni porque estuvieras con mi hermano. – la última palabra salió sin pensarlo y no se si matar a Bella o al que tenía al frente.

- Déjame explicarte. – su tono de súplica era lo último que quería escuchar.

- Me voy a cambiar, permiso las dejo. – y el cobarde se escabullo, así que miro a Bella con el ceño fruncido.

- Con mi hermano Bella, es enserio, desde cuando vosotros dos, están en estas. – yo me podía esperar cualquier cosa, pero Bella con Salvador eso no me cabía en la cabeza.

- Solo paso, yo no lo planee, además no se porque te asombras tanto, tu te acostabas con el mío. – en serio que a veces me provoca unas.

- Son dos cosas muy distintas, tu hermano y yo éramos novios, Salvador y tu son muy distintos y perdóname que te lo diga, pero yo no quiero que tu le hagas daño, amiga tu eres muy liberal y el no, Salvador es de sentimientos. - mi voz sonaba a reproche.

- Es decir que yo no estoy a la altura de tu hermano, eso es lo que me quieres decir.

- ¡Que! Claro que no. – cuando procedía a responderle mi hermano ya vestido se acerca a nosotras.

- Se que es algo incomodo, pero que no se convierta en una discusión entre ustedes dos. – a eso mismo me refiero, mi hermano es de sentimientos, no es de acostarse con una mujer porque sí.

- Tranquilo, que eso no va a pasar. – le digo para que se tranquilice, mientras Bella solo me levanta una ceja, mi hermano se despide de dos besos en la mejilla y se marcha, dejándome con una Bella fulminándome con su mirada.

- ¿Que decías?

- A ver primero baja los guantes que yo no voy a pelear contigo, solo no quiero que haya malentendidos entre ustedes, me entiendes. -le digo calmada, lo último que quería hoy era terminar peleada con ella.

- Me voy a cambiar y hablamos bien. – Bella se va a cambiar, pero me grita desde el cuarto, mientras yo voy a la cocina por un vaso de agua.

- Oye, pensé que te había quedado gustando los italianos.

- Antes de hablar de eso, que te paso para que vinieras sin escribirme, muy raramente lo haces. – la pelirroja se sienta en frente de la barra de la cocina. – regálame un vaso de agua.

Me volteo a servirle el agua. – no me vayas a decir nada, pero casi me acuesto con Manolo.

- ¿¡Que tú qué!? – casi boto el vaso por culpa de su grito, llevaba tiempo sin oír su voz y más sin verlo.

- A ver que tengas las llaves de mi casa no significa que puedas entrar cuando se te de la gana y menos que escuches conversaciones que no te importan. – Bella lo regaña, pero a él le da igual.

- Me encontré en la portería a Salvador y me dijo que ustedes dos estaban aquí, así que entre, déjame solo con Mía.

- No señor, esta es mi casa y se perfectamente que ella contigo no quiere hablar.

Me sentía congelada, llevaba un mes sin verlo, sin oírlo y tenerlo al frente no sabia ni que sentía, era una mezcla de rabia y cariño a la vez, por mas que quiera cinco años no se olvidan cien por ciento en un mes.

-Que yo sepa tu y yo no tenemos nada de qué hablar. – sentía la sangre caliente en mi cuerpo.

- Claro que tenemos que hablar- mira a Bella – por favor déjame hablar con ella. – le suplica a su hermana.

Bella me mira - ¿Quieres hablar con él? – asiento con mi cabeza y le digo con mis labios tranquila. – ok, voy a hacer una llamada y ya vengo, ojo Felipe no quiero tener problemas contigo. – le advierte a su hermano.

Bella se va y quedamos Felipe y yo solos, intenta acercarse, pero yo lo detengo con mi mano.

-Si quieres hablar de lejitos, no te quiero cerca. – no quería tenerlo tan cerca. - habla te escucho.

- ¿Quién es Manolo? – su tono de voz sonó a reproche, eso era increíble, se creía con la autoridad de reprocharme algo.

- A ti que te importa quien es Manolo, mira Felipe si acepte hablar contigo, simplemente es porque quiero acabar con esto, pero de verdad crees que tienes algún derecho de preguntarme eso.

- Mía sé que cometí un error, pero no me puedes crucificar así.

- ¡Un error!, no seas tan cínico, llevabas tres años revolcándote con mi hermana, y tu me dices que no te crucifique, y no te basto eso, sino que tenías que embarazarla- mi palabras salían con rabia, no había lagrimas solo reproches, aun hombre que ame por cinco años.

Se le veía su frustración, se pasaba sus manos por su cabello y cerraba los ojos pensando en lo que iba a decir.

-No pensé, no sabia lo que estaba haciendo.

- No pensaste, ninguno de los dos pensó, ninguno de los dos me respeto, ni tu como tu novia, ni ella como su hermana, no fue una sola ves Felipe, fueron tres malditos años, y no te basto con eso, sino que te acostaste con ella en la que iba hacer nuestra cama, nuestra casa. – la rabia que sentía en esos momentos era incontrolable.

Me Sali de la cocina y me dirigí al salón, Felipe iba detrás de mí y lo único que sabia decir era perdóname, como se perdona al hombre que amabas y que a la vez te veía la cara.

-No, yo a ti no te quiero ni ver, ni escuchar más, ni aunque te ha rodilles Felipe, nuestros planes, nuestros sueños los mataste y ahora yo no voy a hacer la mamá de tu hijo, sino la tía, el mismo apellido sigue, pero la mamá cambia.

Bella entra y para esta discusión que no iba para ningún lado. – no más Felipe vete, vete de mi casa.

-No me voy a ir, tienes que entender que yo te amo es a ti.

- Que parte de que te largues no entiendes, lárgate. -le grito para que entienda, Felipe se va azotando la puerta.

- Que culpa tiene la puerta. -le grita Bella. – Lo siento no me di cuenta cuando entro, ¿Estas bien?

- Si tranquila, de cierta forma no podía evitar esta conversación, tarde o temprano se tenía que dar. - me siento en el sofá en L que tiene Bella en el salón, ella se sienta al lado mío.

- pero hablemos de cosas mejores, como que te ibas a acostar con Manolo. – yo solo me recuesto en el sofá y cierro los ojos.

- No eso es peor. – me sentía tan casada.

- Porque ¿Qué paso?

- Después de que te fuiste, me iba a montar al auto y no encontraba mis llaves cuando apareció él con ellas, a todas estas no se como las tenia, bueno el caso es que terminamos yendo camino a su casa, pero a mitad de camino surgió la conversación.

- Y la conversación terminó en desnudo, como avanzas. – la fulmino con la mirada y ella solo se ríe.

- Claro que no, el espacio, los dos solos, yo soy débil con él, su olor, su sola presencia , me hace perder mi cordura y no sé por qué. - ash me siento tan frustrada.

- ¡Te estas enamorando de él!

- ¡Que! Claro que no, no es amor, cinco años no se olvidan en una semana, es otra cosa, no sé, es más fuerte es un deseo de besarlo, de tenerlo, ash es algo más grande.

- Y que te detuvo estar con él.

- Pamela, lo llamo en medio del calor, y eso me hizo volver en sí, ese hombre se esta convirtiendo en una adicción, en Italia era sencillo, y aquí lo prohibido lo esta volviendo mas deseable, en una tentación impresionante.

- No se que decirte, se que te encuentras en una discusión contigo misma, es hacer algo que reprochas siempre.

- Según él, ellos se están separando, que estaba en Sicilia porque habían terminado, pero si es así porque viven juntos aquí, a que volvió y lo peor porque carajos la besa. – esto me va a volver loca.

- Y mañana tienes que darle el recorrido por la universidad- me paso mis manos por mi cara.

- Dios que he hecho para tanta cosa, primero lo de Felipe y Sofía, luego el embarazo de ellos, ahora Manolo, que más puede pasarme.

- Sigo insistiendo que algo bueno te debe pasar.

- Eso espero, podemos pedir algo de comer, tengo hambre. -Bella asiente y pedimos una pizza para pasar este rato amargo.