En un reino gobernado por una familia real que ha reinado durante siglos, Lilith, una joven de extraordinaria belleza y poderes mágicos, nace destinada a ser la villana del cuento. Desde niña, Lilith ha sido marginada y temida por los habitantes del reino, quienes creen que su sola existencia traerá la ruina a todo lo que ama.Cuando el rey y la reina mueren en extrañas circunstancias, Lilith se ve obligada a huir del palacio y a esconderse en las sombras, mientras que su hermano Azrael asciende al trono, convirtiéndose en un gobernante tiránico y despiadado.Decidida a reclamar su derecho al trono y a demostrar que no es el monstruo que todos creen, Lilith se embarca en una peligrosa aventura, enfrentándose a criaturas mitológicas, aliados inesperados y a su propio destino. A lo largo de su viaje, Lilith deberá aprender a abrazar su naturaleza oscura y a utilizarla para liberar a su reino de las garras de su hermano.¿Logrará Lilith superar los prejuicios y convertirse en la heroína de su propia historia? Descúbrelo en esta épica novela de fantasía, llena de magia, intriga y un giro inesperado que te dejará sin aliento.
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Capitulo 7
Capítulo 7 - Los Desterrados
Mientras avanzábamos por los intrincados pasillos del antiguo templo, mi mente no dejaba de darle vueltas a las palabras de Selene. ¿Quiénes serían esos otros aliados a los que me iba a presentar? ¿Acaso también ellos habían sido víctimas de la sombría conspiración que se tejía en las entrañas de mi propio reino?
Endymion caminaba a mi lado, emanando una aura de tranquilidad y confianza que me ayudaba a mantener la calma. A pesar de la incertidumbre que me envolvía, sabía que podía confiar plenamente en él.
Finalmente, Selene se detuvo frente a una pesada puerta de madera tallada, y con un gesto de su mano la hizo abrirse lentamente, revelando una espaciosa cámara iluminada por tenues antorchas.
Varios pares de ojos se volvieron hacia nosotros, escrutándonos con cautela. Pude distinguir a un grupo de figuras encapuchadas, cada una con una apariencia y una aura diferentes.
—Bienvenidos, amigos míos —dijo Selene, con voz clara y firme—. He traído a la princesa Lilith, tal y como les prometí.
Un hombre alto y corpulento, de cabellos grises y penetrante mirada, dio un paso al frente, observándome con detenimiento.
—Así que tú eres la famosa princesa —dijo con voz grave—. La que, según la profecía, tiene el poder de salvar u destruir este reino.
Sentí que todos los ojos se clavaban en mí, como si estuvieran juzgando cada uno de mis movimientos. Tragué saliva, consciente de la enorme responsabilidad que pesaba sobre mis hombros.
—Así es —respondí, intentando mantener la voz firme—. Y he venido aquí dispuesta a hacer todo lo que esté en mis manos para cumplir con mi destino.
El hombre asintió lentamente, y pude ver una leve sonrisa asomando en su rostro.
—Eso me complace escuchar, princesa —dijo—. Porque todos nosotros estamos aquí para ayudarte en tu lucha.
Alrededor de él, los demás encapuchados comenzaron a asentir y a murmurar expresiones de acuerdo.
—Permíteme presentarme —continuó el hombre—. Mi nombre es Damien, y fui el antiguo Capitán de la Guardia Real, hasta que tu padre me desterró por oponerme a sus oscuros planes.
Hizo una pausa y su rostro se ensombreció.
—Al igual que muchos de los que aquí ves, he sido víctima de la tiranía de tu padre y de los suyos. Por eso estamos dispuestos a luchar a tu lado, princesa Lilith, y a ayudarte a derrocar a ese régimen corrupto que amenaza con destruir todo lo que amamos.
Sentí que un escalofrío recorría mi espalda. No podía creer que incluso dentro de mi propio reino hubiera tantas personas que hubieran sido traicionadas y maltratadas por mi padre. Y ahora, esos mismos desterrados estaban dispuestos a confiar en mí y a ayudarme a cumplir con mi destino.
—Gracias, Damien —dije, sintiéndome abrumada por la intensidad de sus palabras—. Sé que no soy más que una joven inexperta, pero haré todo lo que esté en mis manos para no defraudarlos.
El hombre asintió con solemnidad y luego señaló a los demás.
—Permíteme presentarte a nuestros otros aliados —dijo—. Ellos también han sido víctimas de la injusticia de tu padre, y ahora han decidido unir sus fuerzas a la tuya.
Uno a uno, los encapuchados se fueron descubriendo el rostro, revelando una diversidad de razas y perfiles que me dejaron fascinada.
Había una mujer de piel oscura y ojos brillantes, que se presentó como Esmeralda, una hechicera que había sido desterrada por negarse a usar sus poderes para fines malignos. También estaba Theron, un joven guerrero de mirada fiera, que había sido exiliado por defender a los más débiles de los abusos de la nobleza.
Otros como Zahra, una sacerdotisa de porte imponente, o Nikolai, un hábil estratega de guerra, compartieron también sus historias de sufrimiento y traición a manos del tiránico régimen que gobernaba mi reino.
A medida que escuchaba cada una de sus experiencias, sentía que una determinación aún más férrea se apoderaba de mí. Esos hombres y mujeres habían sido maltratados y abandonados por mi propia familia, y aun así estaban dispuestos a confiar en mí y a luchar a mi lado.
—Todos ustedes han sufrido mucho por culpa de mi padre —dije, con voz grave—. Y sé que, al unirse a mí, corren el riesgo de ser castigados aún más. Pero les prometo que haré todo lo que esté en mis manos para que su sacrificio no sea en vano.
Damien se acercó a mí y puso una mano sobre mi hombro.
—Sabemos el enorme peso que cargas sobre tus hombros, princesa —dijo con empatía—. Y también conocemos los riesgos que conlleva enfrentarse a tu propia familia. Pero estamos decididos a ayudarte a cumplir con tu destino, cueste lo que cueste.
Asentí, sintiendo que una nueva ola de determinación me invadía.
—Entonces, ¿cuál es el primer paso? —pregunté, lista para entrar en acción.
Damien intercambió una mirada con Selene y Endymion, que hasta el momento habían permanecido en silencio, observando el desarrollo de la reunión.
—El primer paso es asegurarnos de que tu padre y Azrael no logren deshacerse de ti —respondió Damien, con tono grave—. Tenemos que encontrar la manera de protegerte de sus ataques y, al mismo tiempo, comenzar a minar su poder desde las sombras.
Entrecerré los ojos, sintiendo cómo la ira se mezclaba con la determinación en mi interior.
—¿Qué sugieres que hagamos? —pregunté, lista para lo que fuera.
Damien esbozó una sonrisa torcida.
—Tengo un plan —dijo—. Pero requiere de toda nuestra astucia y habilidad para llevarlo a cabo.
Asentí, confiando plenamente en aquel hombre que, a pesar de haber sido traicionado por mi familia, ahora estaba dispuesto a arriesgar todo por mí.
—Cuenten conmigo —dije, sin un ápice de duda—. Estoy lista para lo que sea.
Los demás encapuchados asintieron con determinación, y pude sentir cómo la tensión en la sala se cargaba de una energía casi palpable. Sabía que el camino por delante no sería fácil, pero con esos aliados a mi lado, estaba dispuesta a enfrentar cualquier desafío que se me presentara.
Damien se aclaró la garganta y comenzó a exponer su plan, mientras yo escuchaba con atención, consciente de que cada palabra que pronunciaba podría ser crucial para mi supervivencia y para el futuro de este reino.
Esa es mi humilde opinión.