"Y si alguna vez te lastimé, sabes que también me lastimé a mí mismo. No estoy tratando de ser cualquier tipo de hombre, solo intento ser alguien a quien puedas amar, confiar y comprender."
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Al solitario
Un mes después la compensación financiera llegó finalmente, un alivio frío que se sintió como un parche temporal sobre una herida abierta. Con ese dinero, al menos pude establecer una rutina, aunque era dura y agotadora. Mi día comenzaba temprano, antes del amanecer. Me levantaba, tomaba un café rápido y salía a caminar por la ciudad, tratando de ordenar mis pensamientos en el aire fresco de la mañana.
Después, me dirigía a cualquier trabajo temporal que pudiera conseguir. Algunos días ayudaba en una construcción, otros trabajaba en una tienda de conveniencia. No me importaba lo que fuera, siempre y cuando mantuviera mi mente ocupada y mi cuerpo en movimiento. Me mantenía caminando de un lado a otro, de una tarea a otra, como si detenerme significara enfrentar el vacío que sentía dentro.
La vida parecía haberse encargado de llenarme de obligaciones. Hacer trámites bancarios, asistir a sesiones de terapia física, lidiar con abogados y papeles del divorcio, y buscar tiempo para ver a Summer los fines de semana. Cada interacción con Eleanor era tensa, cargada de una hostilidad silenciosa que hacía que mi pecho doliera aún más.
Cuando finalmente regresaba a mi apartamento por la noche, la soledad me envolvía como una manta fría. No tenía más opción que seguir adelante. Limpiaba el apartamento meticulosamente, una tarea que me permitía mantener mi mente ocupada. El polvo y la suciedad se acumulaban rápido, y cada vez que terminaba, sentía una pequeña pero importante sensación de logro.
Decidí pintar las paredes. El color original era un blanco sucio, deprimente. Opté por un gris claro, no muy llamativo pero suficientemente diferente como para sentir que estaba haciendo algún tipo de cambio positivo en mi entorno. Me dediqué a la tarea con una determinación casi obsesiva, cubriendo cada centímetro de las paredes con la nueva pintura.
Mientras pintaba, mis pensamientos vagaban. Recordaba mi vida antes del accidente, la vida que habíamos planeado juntos Eleanor y yo, y la vida que ahora tenía que reconstruir solo. Me preguntaba cómo iba a ser el futuro. ¿Podría algún día sentirme completo de nuevo? ¿Podría realmente ser el padre que Summer necesitaba?
Cada trazo del rodillo sobre la pared era como una especie de catarsis, una manera de liberar un poco del peso que cargaba. El apartamento empezaba a parecer más mío, aunque el vacío seguía presente. Me sentía como si estuviera en una especie de limbo, atrapado entre lo que había sido y lo que podría ser.
Después de terminar con la pintura, me dejaba caer en el colchón, agotado. El apartamento estaba silencioso, y la oscuridad era casi reconfortante. Me encendía un cigarrillo y miraba el techo, tratando de encontrar algún sentido en todo lo que había pasado.
A veces, Summer venía a mi mente. Su rostro tímido cuando me conoció por primera vez, la forma en que me miraba con una mezcla de curiosidad y miedo. Quería ser un buen padre para ella, pero no tenía idea de cómo hacerlo. Cada encuentro con ella era un recordatorio de lo mucho que había perdido, y de lo mucho que tenía que recuperar.
Así transcurrían mis días, en una rutina dura y pesada que me mantenía ocupado y me ayudaba a mantener la cordura. No había espacio para la esperanza, sólo para la determinación fría de seguir adelante, paso a paso, un día a la vez. Quizás, con el tiempo, encontraría una manera de llenar el vacío que sentía dentro.
Terminé de instalar las nuevas persianas en las ventanas, solo tres en total, pero había sido una tarea que me llevó más tiempo del esperado. Me aseguré de que subieran y bajaran bien, comprobando cada una varias veces. Cuando todo estuvo en su lugar, suspiré con satisfacción. Abrí un poco la ventana para dejar entrar algo de aire fresco y me encontré mirando la oscura noche.
Las luces de la ciudad parpadeaban a lo lejos, y por un momento, me permití perderme en la quietud. Fue entonces cuando lo vi. Una figura tambaleándose por la calle, agarrando su abdomen con fuerza. Al principio pensé que era un borracho más, pero la forma en que se movía era extraña. Luego vi la sangre, oscura y densa, manchando su camisa.
El joven colapsó justo debajo de la luz de una farola, y me quedé allí, observándolo sin sentimiento alguno, preguntándome por qué debería ayudarlo. Mi vida ya estaba suficientemente complicada, y meterme en los problemas de otro parecía un maldito suicidio emocional. Pero mientras más lo miraba, más me daba cuenta de que no podía simplemente ignorarlo. Algo dentro de mí, tal vez esa misma cosa que me mantenía pintando paredes y limpiando polvo, me obligó a moverme.
Bajé rápidamente las escaleras y corrí hacia el joven. Estaba semiinconsciente, murmurando cosas incoherentes. Al inclinarme sobre él, abrió los ojos con un sobresalto y me agarró el brazo con sorprendente fuerza.
—No... no llames a la ambulancia. Ni a la policía,— dijo entre jadeos. Sus ojos eran oscuros, llenos de una mezcla de dolor y algo que no podía identificar.
—Pero estás sangrando mucho,— le dije, tratando de mantener la calma.
—Por favor, no,— insistió. Su voz era firme, casi suplicante.
Sin pensarlo mucho, lo cargué y lo llevé hasta mi apartamento. Pesaba poco, demasiado poco, y me pregunté qué demonios le había pasado. Al llegar, lo dejé en el colchón y busqué algo para limpiar la herida. Él me observaba con una mirada vacía, insensible, como si ya estuviera acostumbrado al dolor.
—¿Qué te pasó?— le pregunté mientras limpiaba la sangre. La herida era profunda, pero no parecía mortal.
—No importa,— respondió con un tono despegado, como si todo esto fuera una rutina para él. —Solo necesito un lugar para quedarme por esta noche. Mañana me iré.—
—No estás en condiciones de irte a ninguna parte,— dije, tratando de mantener mi voz firme.
Él no respondió, simplemente cerró los ojos y dejó escapar un suspiro de resignación. Terminé de vendar la herida lo mejor que pude y me quedé allí, mirándolo. ¿Quién era este joven? ¿Y qué lo había llevado a este punto?
—No entiendo por qué me ayudaste,— dijo finalmente, abriendo los ojos de nuevo.
—Ni yo,— admití, encendiendo un cigarrillo. —Supongo que no podía dejarte morir ahí fuera.—
—Podrías haberlo hecho,— dijo, su voz apenas un susurro. —Mucha gente lo habría hecho.—
—Bueno, supongo que no soy como mucha gente,— respondí, mirando el humo subir en espirales hacia el techo. —¿Tienes nombre?—
—Terry,— dijo después de un momento de vacilación.
—Soy Damien,— le dije, extendiéndole una mano que él no tomó. —¿Quieres algo de comer?—
—No tengo hambre,— respondió, cerrando los ojos de nuevo. —Solo necesito descansar.—
Me quedé allí, observándolo mientras su respiración se hacía más lenta y regular. ¿Qué clase de vida había llevado este chico para terminar así?
Cuando finalmente me levanté para salir de la habitación, me detuve en la puerta y lo miré una última vez. —Mañana veremos qué hacemos,— dije en voz baja.
No obtuve respuesta. Me preparaba para dormir en la incómoda silla junto a la ventana.
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...Terry Evans...
...Tiene 21 años, parece ser muy desapegado, mide 1,82 y el siempre prefiere tener en secreto su casta, pero es un Omega....
w(°o°)w impactada, vida difícil la de Terry :(
pero al final si la encontré, los milagros existen 🙏🏾😭
te trataba como una cucaracha con kk y tú todavía eres dependiente a el
patético