Destiny Love llevaba una vida tranquila trabajando como coordinadora de eventos en el club de solteros Lovely, pronta a contraer nupcias con su novio de la infancia hasta que un día se topa con el guapo y descarado James Miller quien llegó a poner su mundo de cabeza con una propuesta que no pudo rechazar.
Dispuesto a conservar su posición como nuevo CEO del negocio familiar, James está obligado a ponerle freno a las aventuras de una noche que lo sostenían medianamente cuerdo ante el dolor de su reciente ruptura. Por lo que decide contratar los servicios de una curiosa y poco atractiva mujer para entretenerse.
Ese trato inusual los embarcará en la dulce historia que cambiará la vida de ambos.
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7.
Destiny salió de su casa arrastrando una pesada maleta escaleras abajo, el chofer de James, un hombre mayor de ascendencia asiática estaba apresurándola desde la ventanilla del copiloto. Maldito viejo, probablemente James había dado órdenes explícitas de torturarla justo después de informarle que la recogerían varias horas tarde.
Seguramente el riquillo ese no toleraba un segundo más estando solo y necesitaba que ella lo encerrara bajo llave para evitar que buscase la compañía de alguna mujerzuela. Destiny no podía dejar de sonreír por todas esas veces que se imaginó torturando a James Miller, ¡y ahí estaba! Apunto de realizar sus maquiavélicas fantasías y encima de todo, iban a pagarle por ello, ¡asombroso!
Repentinamente, una rueda de su maleta quedó atascada en una grieta, impidiéndole avanzar. Sin mirar atrás, tiró con fuerza, escuchando un grito quejumbroso. Su maleta fue desatascada antes de lo debido y a consecuencia de ello terminó golpeando el rostro de alguien con el codo.
—¡Perdón! —exclamó, girando a disculparse con el buen samaritano que le había sacado de problemas.
Los cabellos castaños claros del hombre brillaron como la miel debajo de la luz de una farola. Él sonrió amablemente, retirándose la mano de la nariz.
—No fue nada, señorita. ¿Se encuentra bien?
—Sí, estoy bien —farfulló Destiny, sacudiendo sus manos y tratando de recordar dónde había visto a ese hombre anteriormente—. No suelo agradecer con golpes a las personas.
—Claro, lo sé —admitió, ajustándose las gafas—. Aunque siempre que la veo parece estar en problemas.
—¡Ya lo recuerdo! —chilló, abalanzándose a abrazar al sujeto—. No tuve la oportunidad de agradecerle la última vez, yo…
Las acciones de Destiny fueron truncadas antes de cumplir su propósito, siendo envuelta por unos brazos jóvenes y bien tonificados. Su espalda se estrelló contra un torso masculino cubierto únicamente con una delgada camiseta blanca. Tragó saliva.
—¿Te está molestando?
—No se alarme, joven —afirmó sin inmutarse el hombre mayor—. Me alegro que ya esté cuidando de su novia. ¿Cómo sigue ese tobillo?
Destiny se miró los pies, calzados en unos brillantes tacones rojos.
—Muy bien, señor Ross —tartamudeó, pegándole un codazo en el abdomen a su falso protector.
—Me alegra.
—¿De qué habla, qué te sucedió en el tobillo? —preguntó James levantando la maleta de Destiny.
El golpe de chispita no le dolió en absoluto, ella era una presa fácil para los maleantes. Cosa que le preocupó, porque vivía en una zona bastante insegura.
—El mes pasado me caí de una escalera en el trabajo, y el señor Ross me llevó al hospital —explicó sonrojada.
James alzó una ceja.
—Ah, sí —agarró a Destiny del brazo, mirando al señor Ross—. Gracias por ayudarla. Vámonos.
Destiny no protestó, despidiéndose del señor Ross con una sonrisa. Subió al auto y suspiró mirando por la ventanilla.
—¿Te gusta ese tipo? —preguntó James, Chispita viajaba montada en una nube desde su encuentro. Probablemente metió la pata interrumpiéndolos, pero sus remordimientos no duraron mucho. Ella podría tener su aventura con un hombre mayor en las próximas semanas, cuando ya no trabajara para él.
—¡No! —gritó escandalizada Destiny—. Es sólo que me agrada. No comprendo cómo siendo un hombre tan amable, terminó casado con mi detestable jefa.
James cerró los ojos, reclinándose en el asiento.
—Tal vez ella sea diferente con él —opinó—. Tal vez.
Él nunca vio a sus padres interactuando entre ellos, así que tampoco comprendía cómo funcionan los matrimonios. Esperaba descubrirlo casándose con April, pero ahora no le interesaba más el tema.
Destiny salió de su ensoñación, frunciendo el entrecejo, sacudió a James por los hombros para que no se quedara dormido.
—Si tú estabas en el auto, ¿por qué no bajaste a ayudarme con mi maleta? —reclamó, arrodillándose en el asiento. Él continuaba ignorándola.
James abrió un ojo, echándole un vistazo al desastre de mujer que tenía enfrente. Solo ella era capaz de combinar una sudadera deportiva holgada con tacones. Hizo una mueca de disgusto, obligándola a retirarse.
—¿Ya cenaste?
La pregunta de James le pareció estúpida. ¡Eran las diez de la noche! Obviamente ya había cenado y mucho.
—Sí —refunfuñó.
El hombre se notaba cansado.
—Xiang, detén el auto —ordenó al chofer—. Chispita bajará a conseguirme una hamburguesa.
—¡¿Qué! No soy tu sirvienta.
—Boda. Contrato. —murmuró James.
—Dame dinero —masculló entre dientes.
—En mi bolsillo tengo cambio, toma lo que quieras —indicó James, cruzando los brazos sobre su pecho.
Destiny fue consiente de unos marcados abdominales a través de la camiseta blanca. En el asiento yacía arrugada una corbata azul y una camisa celeste. James probablemente regresó al trabajo después de llevarla a firmar el contrato con su abogado. Por eso su cambio de ropa, el cansancio y el retraso en pasar a recogerla.
Metió la mano cuidadosamente en el bolsillo izquierdo del pantalón, extrayendo un billete de baja denominación. Refunfuñó saliendo disparada del auto, ni loca metía su mano ahí de nuevo. Ni modo. Esa noche invitaría ella. Todo por no rozar otra vez el muslo de James
—Disculpe la intrusión, señor —dijo Xiang observando a la chica entrar en un establecimiento de comida rápida dando grandes zancadas y empujando con disimulo a un niño que se le atravesó en el camino—. ¿Quién es la señorita?
—Sólo es parte de un trato entre Jang y yo —respondió divertido James—. Se llama Destiny Love, y como puedes ver, no es del tipo de mujer con el que suelo relacionarme, así que despreocúpate.
—Pero a usted le sucede algo más, usualmente prefiere manejar y prescindir de la compañía de un chofer a estas horas.
James suspiró, contrariado.
—April se presentará en la ciudad la próxima semana.
—¿Quién es ella? —interrumpió Destiny, asomando la cabeza por la ventanilla.
James dio un respingo.
—¡Maldición, mujer! Me asustaste.
—Debe ser lo sucia que tienes la conciencia —masculló desviando la mirada. Ella era una persona extremadamente sensible a los gritos. Tuvo que aspirar aire por la nariz, para reprimir las lágrimas que amenazaban con salir—. Sólo regresé a preguntar si te gustan los aros de cebolla.
James se inclinó sobre el asiento para abrirle la puerta.
—Ya no quiero nada. Mueve ese bonito trasero y siéntate.
A Destiny le tembló el labio inferior por la furiosa mirada sobre ella.
—No es necesario —se retiró del auto, alzando dignamente el rostro—. Tomaré un taxi.
Hizo una señal al vehículo amarillo que se aproximaba, esperando que James la detuviese, pero a cambio vio el auto de éste incorporándose al tráfico.
—James…—susurró recomponiéndose—. ¡James Miller!
Sus intentos sin embargo fueron en vano. El falso playboy la dejó abandonada en el centro de la ciudad a una hora peligrosa para una señorita decente y lo peor, no conocía su dirección.