Dos personas, que por destino se unen, un amor destinado a no ser, traición y venganza, muerte y pasión, desencadenado por El Desencuentro.
NovelToon tiene autorización de Adriánex Avila para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Cap. 7 ¿Estás casado?
Fue así como pasamos los meses, varios meses en realidad, hasta que las cosas se pusieron mal hace 3 días, ya la nieve había bajado, el clima mejoraba considerablemente, Al me dijo que debíamos prepararnos para el próximo invierno y lo pasaremos así de cómodos y sin necesidades. Mi corazón estaba que explotaba de felicidad, estaba realmente tan feliz que no podía siquiera hablar de felicidad y solo le di muchos besos sin
poder borrar la sonrisa que ocupaba toda mi cara, quería quedarme ahí, si era para siempre, no me importaba, pero casi el mediodía, el comerciante del que me había hablado Al, llegó, pero no venía solo, venía con un hombre muy guapo y se veía que tenía un alto estatus, lo que me sorprendió, el sujeto corrió a abrazar a Al como si no lo hubiera visto en muchos años.
Vi al gato malo ponerse tenso, podía ver que también estaba sorprendido, pero lo que pasó a continuación me dejó impactada.
—Bianca, debo hablar de algo importante con mi…, amigo, por favor, recibe los alimentos del comerciante —me dice mientras yo sigo al hombre que me mira desconcertado, creo que le sorprende ver a una chica aquí.
Yo acompañaba al comerciante, pero él me dijo que era mejor traer la soga para atar las cosas y yo me ofrecí volver, algo en la situación con ese hombre no me gustaba y así fue.
Cuando llegue a la cabaña, los escucho hablar y lo que dicen fueron puñaladas a mi corazón aún más de lo que pensaba, aún más que cuando vi a ese inepto con mi hermanastra.
—¿Cómo me encontraste?, te dije que no me busques, te dije que no quiero saber de absolutamente nadie, quiero que te vayas — dice Al y el hombre contesta revelando algo que me dejó fría.
—Greco, escúchame, somos primos, casi hermanos, nos criamos juntos, solo quiero tu bien, debes volver, las cosas allá empeoran cada vez más, de verdad que mis tíos — pero Al, quien parece que se llama Greco y tampoco ya estoy segura de eso, respondió con ira pura.
—¿Cuáles padres?, ¿esos alcahuetes?, no creo que estén tan tristes por mí — dijo mientras que el otro hombre parecía tratar de calmarse.
—Greco, ella ha estado deprimida, el niño está creciendo sin su padre, —Dijo y yo sentí otro golpe más en mi corazón, ¿hijo?, ¿ella? …, pero lo que vino después me destruyó completamente.
—No me hables de esa mujer, ya te dije que no quiero saber de nadie — dijo casi gruñendo y entonces.
—Greco, ella es tu esposa después de todo, el niño es hijo de ambos, debes volver para arreglar esto, Ariana está sumida en una gran depresión, ella te ama — dijo el hombre y sentí que me caía al piso. No sé si hice algún ruido, pero vi que la puerta se abría y Al, o Greco me miró sabiendo que los había escuchado.
Yo estaba por estallar en llanto, quería golpearlo, era un hombre casado, un padre de familia y yo…, ¿qué era yo?, debía decirlo, debió decirme lo que pasaba, ahora entiendo sus palabras, ahora entiendo lo que decía en ese momento, que pase lo que pase no lo odie y no lo juzgue, quiero morir.
—¿Te llamas Greco? —pregunté lo obvio, solo quería escucharlo decirlo.
—Si —me respondió sin ningún rastro de emoción, nada que lo haga ver o sentirse culpable por mentirme.
—¿Estás casado? —susurré tratando de que mis lágrimas ridículas y teatreras no me hagan ver más patética.
—Si —resonó la respuesta en mi mente, sentí como el aire era absorbido de mis pulmones, entonces no entendía, en apenas un año. Ese maldito mentiroso, se había metido en mi corazón y bajo mi piel muchísimo más de lo que Ariel Job en cinco años, me dolía un montón, pero ver que ni siquiera le importa que yo lo sepa me duele peor aún.
—Entiendo, ahora entiendo — dije suavito, ¿qué podía decirle?, ni siquiera que me haya salvado la vida dos veces, es suficiente para compensar el dolor que tengo ahora, ¿debería reclamarle?, la verdad no sé, no sé siquiera lo que hago aquí en este preciso momento.
Estoy divagando en mi mente, tratando de encontrar una solución para mi situación poco convencional, aunque sé qué les pasa a varias, ninguna está en medio de la nada y no sabe para qué lado debería correr.
—Bianca, él es mi primo Claudio, toma algunas cosas que necesites y regresa a la ciudad con él, te ayudará a conseguir un lugar seguro, todo lo que necesites se lo puedes decir. — escucho que me habla, pero no encuentro sentido a sus palabras, ahora que lo sé todo, ¿quiere que me vaya?, supongo que no es divertido cuando no te creen a ciegas.
Asiento con la cabeza y creo también que es la mejor solución, de todas formas, debo buscar mi camino, recuperar lo que es mío e irme a la ching…, bueno, a cualquier parte es mejor que estar aquí, pero, aunque quiera no lo puedo odiar, es absurdo, es hasta enfermo, pero…, no lo puedo evitar.
Salí de la cabaña con un bolso que Al, o Greco, me dio, solo llevo algunas cosas, algo de ropa, agua y algo de comer, el viaje va a ser largo, muy largo.
Caminé con el comerciante y Claudio durante un día, llegamos al ingreso del bosque a la una de la mañana, ahí dormiremos en un hostal, al día siguiente deberíamos seguir nuestro camino a la capital, al lugar donde mi vida había sido destruida por gente nefasta.
Sin embargo, eso jamás pasó, me desperté temprano y de verdad que Claudio duerme como una roca, le robe unos miles de pesos, no sé, ya que ni los conté. Me llevé su reloj de oro y su celular, lo cambiaria por uno menos lujoso, pero nuevo, así fue como me fui dejándolos atrás, a ellos y a él, a Al, a Greco, el hombre que no debí conocer, pero por alguna razón, no me arrepiento.